Revista Cultura y Ocio

Un día de estos – @_Touche

Por De Krakens Y Sirenas @krakensysirenas

Te cambio un día de estos por un día de aquellos, donde la vida era menos complicada, mejor
dicho donde la hacíamos menos complicada. Está bien, donde yo era menos complicada.

Era tu llegada el mejor momento del día y el reloj mi aliado cuando tus brazos marcaban los minutos de mi tiempo. Justo hay un momento que guardo entre toda la inmensidad de recuerdos a tu lado, fue esa la primera vez que latiste dentro de mí…

No sé hablar de ti sin que la complicidad suene como música de fondo, había dos vasos de licor en medio de los dos, viento fresco y prendas enrojecidas deseando caer. Tal vez tu manera de verme así como si me fuera romper, dulce, suave, infinita, y tus manos queriéndome hacer trizas, justo esa combinación letal que bien podría ser la droga que terminará matándome, dulce y fuerte como el café que me hace el amor todas las mañanas.

Así sin decir más nos fuimos de ese lugar lleno de desconocidos creyendo conocernos, tomaste mi mano como quien sujeta un puñado de pesadas esperanzas, apostado todo justo a la nada.

Dos de la mañana, frio que escarcha en un auto de cristales que sudan, ganas de gritan y un terrible miedo a que la llegada sea justo nuestra despedida, recuerdo que quise hablar y las palabras se resistían a salir. Junto a ti temblando como una hoja lista para ser escrita no me atreví siquiera a preguntar el rumbo, mira que si había humedad entre los dos que hasta la lluvia se quiso asomar. Conducías sin hablar mientras se escuchaba Gravity de John Mayer, acaricié tu mano y frenaste en aquel callejón, agaché la mirada y levantaste mi barbilla con tus manos, me besaste los parpados suavemente, la nariz, las mejillas, tus labios dulces tan llenos de ti comenzaron a abrirse suavemente para besarme por vez primera, sentía que el corazón se detenía mientras la vida se hacía presente en tu boca, me besaste tiernamente mientras tomabas mi cuello entre tus manos, tu lengua nunca me dijo tantas cosas como esa noche, no dejabas de besarme ni por un momento mientras desabotonabas mi blusa azul, yo simplemente me dejaba llevar tus manos, no podía abrir los ojos quería verte desde dentro mientras me llevabas a ti recorriéndome entera, lentamente acariciaste mi pecho con los dedos hasta llegar a los senos, no dejabas de besarme y yo no dejaba de empaparme de deseo. Me dijiste al oído –tranquila, confía en mí-, yo solo asentí la cabeza sollozando.

Besabas mi cuello mientras bajas el tirante del sostén, besos y más besos hasta que sentí tus dientes rodeando mis fríos pezones, sostuve la respiración un momento pero solo fueron exquisitas caricias con tus labios, lengua y dientes, qué maravilla qué magia.

Nos pasamos al asiento de atrás, estabas sobre mí dejándome casi inmóvil, comenzaste a acariciar mis piernas y al mismo tiempo subías mi falda negra buscando destrozar el encaje que ya goteaba de deseo, me acariciabas de una manera tan perfecta como si tus dedos bailaran en mi vagina al ritmo de mi corazón, bajaste querías probar lo que tantas veces habías provocado, tu lengua firme jugando con mi clítoris haciendo círculos, chupando, mordiendo como queriendo arrancarme la vida por la boca, lamías hasta el culo yo estaba completamente perdida en ti, gimiendo, gritando y con el deseo de vaciarme en tu boca, trataba de esperar hasta que sentí tus dedos penetrarme fuertemente, grité vaya que grité, me sentía aturdida solo podía escuchar el sonido de tus dientes rompiendo el plástico del condón, te lo pusiste rápidamente y me dijiste; -ven, súbete no importa que no te muevas-. Me subí exhausta, quería ser suave pero me tomaste entre tus brazos y me penetraste fuerte y rápido, sentí un río de electricidad recorriéndome, entre tus brazos apretados subía y bajaba, me sentía completamente drogada de ti y de nuevo, sumamente caliente, apretaba la vagina al bajar cada vez, podría ver tu cara de deseo y tus hermosos ojos entrecerrarse, te dije –me voy a venir-, dijiste; -hagámoslo justos, nena-. Me giraste y quedaste sobre mí moviéndote muy fuerte y duro, me hiciste la guerra disfrazado de amor, apreté tus nalgas mientras mis piernas te abrazaban y tú querías devorarte mis pezones. Los cristales del auto eran ya blancos como el líquido que estaba por salir de ambos. Terminamos rendidos, tú, hermoso jadeando sobre mi pecho y yo disfrutando del paraíso que era ser tuya por primera vez.

Ojalá un día de estos como aquellos.

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