Revista Cultura y Ocio

‘Un español entre refugiados (IV): Queremos ir a Al-Andalus’

Por La Cloaca @nohaycloacas

Publicado por Antonio Muro

¿Cómo decirles que no pueden acompañarme? ¿Cómo decirles que vengo de un país lleno de personas que están deseando recibirlos con los brazos abiertos y a la vez, vacío de políticos dispuestos a ayudarlos?

Estos amables sirios, cuya generosidad me recuerda a la de nuestras patrias abuelas -ya que tampoco descansan hasta que hayas comido más de lo creías posible-, tras una de estas copiosas comidas me sorprendieron con una actitud hasta entonces por mi desconocida. Por lo general, son gentes a la que la guerra, los continuos maltratos y el exilio han convertido en personas muy precavidas y reservadas a la hora de hacer públicas sus dudas y preguntas, e incluso sus aspiraciones personales.

Pero esta vez me preguntaron por Andalucía o Al-Andalus para ellos, querían conocer cómo era nuestra vida, nuestro carácter, nuestro día a día. E, intuyendo lo que realmente me querían preguntar, les mostré uno de esos bonitos vídeos de Andalucía es de Cine tratando de buscar tiempo para ordenar mi mente y buscar respuestas a lo que sospechaba que me preguntarían.

Querían moverse de Alemania, ya no soportaban más su situación en el país. Tras lo cual tuve que explicarles la otra cara de la moneda de Andalucía y España en general: la del paro, la desigualdad, la corrupción, la desnutrición y la pobreza. Acto seguido les pregunté por qué después de arriesgar sus vidas y vender sus bienes por venir a Alemania, querían ir a un sitio donde difícilmente iban a tener algún tipo de ayuda gubernamental u oportunidades laborales equiparables a las que aquí existen.

La respuesta fue clara: estas personas no son meros demandantes de una casa y un plato de comida. Son gentes que buscan una nueva vida para sus familias y un futuro para sus hijos, gentes que buscan la integración de sentirse partícipes de un grupo, gentes que buscan la tolerancia de poder ir con sus hijos a un parque o sentarse en un café a tomar un té con sus amigos sin miedo. Fue entonces cuando comprendí que ha sido tal su sacrificio que se deben a sí mismos conseguir eso tan simple: acabar con su miedo.

Les prometí buscar por todos los medios una forma de ayudarlos en tal empresa, pero no pude ocultar mi vergüenza como andaluz y español. Espero que algún día estos futuros vecinos, estos luchadores, nos inspiren en crear un país más decente para todos.

Para todos nosotros.


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