Revista Pareja

Un (eterno) amor de verano

Por Bebloggera @bebloggera
Por La Churro desde Chile 
Hoy vi la película “Diario de una pasión” en el bus, iba camino a la cuidad donde conocí a mi primer amor. Entre la película que relata esta melosa y bella historia y, los paisajes que se me hacían cada vez más familiares, me vino una nostalgia inmensa por esos días en que era una sencilla Churrito con azúcar impalpable y nada de pecaminosos rellenos de manjar.
Un (eterno) amor de verano

Tal como el amor de Allie y Noah y el de tantos otros, el de nosotros comenzó como un loco amor de verano. Calculo haber tenido unos 16 o 17 años y mi Ratón un par más. Mi tía me cubría las espaldas para poder pasar todos los días junto a mi amado, algunas noches también. Nos besábamos hasta el amanecer, reíamos, nos acariciábamos, jugábamos, aprendíamos trabalenguas… Yo quería que él fuera la primera persona en mí, pero él, mucho más experimentado, nunca quiso que nada sucediera. Decía que sentía eso porque era una niña que me dejaba llevar por las pasiones, que el tiempo le daría la razón y que si nos acostábamos, me iba a arrepentir pues no estaba pensando con la mente fría. Hoy, a más de diez años de esa historia, aún siento que hubiese querido que él fuera el primero.

Un (eterno) amor de verano

 El primer amor es eterno


Pero como es de esperarse, los amores de verano terminan con el sol. Volví a mi cuidad, llorando y extrañándolo, mi primera pena de amor. Ratón hizo su vida y yo también, ambos teníamos pareja y habíamos crecido (no sé si madurado) sin embargo, al vernos la pasión nos embargaba y pasó de ser un amor de verano, a un amor de invierno, de fiestas patrias y de cualquier fecha que encontrara como excusa para “ir a ver a mis primas”. Los dos meses que duran las vacaciones de verano se transformaron en seis años entre el primer y el último beso.

Confieso. Engañé a dos de mis parejas con mi Ratón. Él a un par más. No me arrepiento y creo que él tampoco.Al cabo de cuatro años de esta pasión que iba y venía por primera vez tuvimos sexo, bajo las estrellas, entre los árboles del cerro, a la penumbra de una fogata y a los lejos las luces de la cuidad. Debo ser honesta, a pesar de estar en pareja en aquella época, fue la primera vez que realmente sentí un orgasmo en el corazón. Siguió pasando el tiempo y la misma vida es quien nos fue distanciando. Me arrepiento de haber tenido sexo con él una segunda ocasión, a más de un año de aquella primera vez, fue el ego y el orgullo el que lo hizo, el no querer dejarlo ir porque “es mío” y debía seguir siéndolo, fue marcar el territorio como los animalitos… de eso sí me arrepiento. Rompimos la magia y lo puro que siempre hubo en nuestro amor. Ese fue el quiebre final. Continuaron los meses, los años y mis viajes no cesaban. Ya era solo un vistazo a lo lejos pero, mi corazón seguía volviéndose loco al verlo. La última vez que me acerqué a él fue para el horrible 27F*. Yo iba subiendo el cerro a ver si lograba encontrar algo de agua que nos ayudara a sobrevivir en la angustiantesituación en que me encontraba junto a mis abuelos, cuando a lo lejos escucho mi nombre. No me di vuelta pero mi corazón sabía quién era aun sin verlo. Detuvo su auto en medio de la nada y se asomó por la ventana para verme con esos profundos ojos negros. Me acerqué, sintiéndome como en una de esas películas de tragedia, donde en medio de diluvios, volcanes en erupción o terremotos (como en este caso) los protagonistas olvidan la supervivencia y corren en cámara lenta para besase y esperar la palabra “Fin”. Al llegar al auto veo de copiloto a su esposa. No me importó ella ni la tragedia, nos miramos por ese par de segundos que parecen horas, un par de palabras absurdas. Ella no sabía quién era yo pero el sentimiento se evidenciaba en el aire y, en nuestras sonrisas bobas. Todo termina con los refunfuños de la mujer y los golpes que le daba disimuladamente en la pierna. Nunca más lo vi.

Hasta hace poco por algunos conocidos en común supe que ya no era el Ratón del que me enamoré. Lamenté escuchar que aquella era una mala mujer, lo hizo abandonar su antigua vida, sus amistades, su barrio, sus costumbres… Escuché que no se le veía feliz a pesar que él decía serlo. Honestamente espero que sí lo sea. Espero que tenga una hermosa vida y forme una bella familia, que ella le de grandes satisfacciones. A mí solo me queda saber que hay algo que nada más yo le di, ser su primer amor, hoy un poco más vieja (y espero también, más sabia) veo hacia atrás y creo que a pesar de ser una niña, sí, honestamente lo amé.
*Fatídica fecha del terremoto y maremoto de 8,8° que azotó el sur de Chile el año 2010, justamente, donde transcurre esta historia.

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