Revista Opinión

Un fiscal, un caso y una pistola

Publicado el 25 enero 2020 por Manuelsegura @manuelsegura

Un fiscal, un caso y una pistola

Este 18 de enero se han cumplido cinco años de la muerte del fiscal argentino Alberto Nisman. Netflix acaba de estrenar un documental titulado ‘El fiscal, la presidenta y el espía’, del británico Justin Webster, en el que se ahonda sobre las circunstancias que rodearon tan oscuro fallecimiento. ¿Homicidio o suicidio?; esta es la pregunta que lleva planteándose la sociedad argentina desde 2015. Nisman, de 51 años, fue hallado de madrugada, con un tiro en la cabeza, en el baño de su apartamento. Al día siguiente tenía que comparecer en el Congreso para ofrecer detalles de una investigación que dirigía sobre el origen y las responsabilidades del atentado con un coche-bomba que, en julio de 1994, costó la vida a 85 personas e hirió a unas 300 en la AMIA, un centro cívico judío ubicado en pleno Buenos Aires. Los primeros indicios de los servicios secretos argentinos apuntaron al grupo libanés Hezbolá, si bien hubo fiscales que seguidamente detectaron colaboración interna de policías corruptos y delincuentes con los terroristas chiitas.

El fiscal Nisman había concluido que la presidenta de la República, Cristina Fernández de Kirchner, encubrió a los autores intelectuales de la masacre, de procedencia iraní, suscribiendo en 2003 un memorándum con el Gobierno de ese país. La acusación incluía también a su ministro de Exteriores, Héctor Timerman. Los delitos de los que se acusaba a la mandataria argentina eran de “encubrimiento agravado, incumplimiento de deber de funcionario público y estorbo del acto funcional”, incluyendo la petición del embargo sus bienes. El informe, de casi 300 páginas, incorporaba escuchas telefónicas efectuadas durante casi dos años. Con Nisman colaboró Jaime Stiuso, un oscuro personaje de los servicios secretos, al que se considera pieza clave en este entramado.

Pocos días antes de su muerte, Nisman compareció en televisión, en un programa de máxima audiencia de un canal abiertamente opositor al ejecutivo de Kirchner, donde corroboró sus acusaciones. Dijo que formularlas le causaba un tremendo dolor, pero que era para él “una obligación moral” seguir adelante. Su cuerpo fue encontrado por su madre, tumbado en el aseo de su casa, en medio de un gran charco de sangre y junto a una pistola del calibre 22. La llamada telefónica de esta a Emergencias, dando cuenta de lo ocurrido, y que se ofrece al final del cuarto capítulo, resulta sobrecogedora. Días antes, Nisman había regresado apresuradamente de unas vacaciones por Europa con sus hijas y pedido el arma a uno de sus asistentes para defenderse, aseguran, en caso de una posible agresión. El levantamiento del cadáver, y cuanto rodeó a esos primeros momentos, ya levantó sospechas. Podría hablarse de mala praxis en el procedimiento, tanto por la fiscal encargada como por los agentes judiciales que lo llevaron a cabo. En un principio se barajó la hipótesis del suicidio, para derivar luego en un posible asesinato. Finalmente, la Cámara Federal argentina confirmó, a mediados de 2018, que la muerte del fiscal Nisman fue un homicidio.

Con una ágil y documentada realización, fruto de revisar mil horas de grabaciones, y una cuidada fotografía, Justin Webster detalla en seis capítulos, de una hora cada uno, una historia que conmocionó a Argentina hace ahora un lustro, cuestionando no solo el papel de las autoridades políticas en el caso sino también el desempeñado por la Secretaría de Seguridad nacional. Sorprende que, un cuarto de siglo después de tan brutal acción, no haya ni un solo condenado por el atentado, el más grave ocurrido nunca en esa nación. A lo largo del documental sobrevuela eso que se da en llamar ‘las cloacas del Estado’, tan cenagosas como putrefactas para el común de los mortales, de las que tanto supimos y padecimos, también, en determinadas etapas vividas en nuestro propio país y de las que nadie está a salvo.

[eldiario.esMurcia 25-1-2020]


Volver a la Portada de Logo Paperblog