Revista Cultura y Ocio

Un hotel en ninguna parte, de Mónica Gutiérrez Artero

Publicado el 22 julio 2014 por Xula

Un hotel en ninguna parte, de Mónica Gutiérrez Artero
Un hotel en ninguna parteMónica Gutiérrez ArteroASIN: B00KQVQ43UFormato: Digital– 186 Págs (Aprox).Editorial: Autopublicación
¿Quién dijo que las segundas oportunidades no podían ser las mejores? No importa lo mucho que te escondas: cuando el amor viene a por ti, te encuentra.
A Emma Voltarás no le queda nada: ni trabajo, ni casa, ni pareja. Por eso acepta una oferta para trabajar todo el invierno en El Bosc de les Fades, un hotel escondido en un bosque. Allí aprenderá que todo lugar extraordinario esconde secretos pero ¿no es ese el mejor punto de partida para empezar de nuevo? Y es que cuando no te queda nada allí de dónde vienes no tienes más remedio que seguir adelante.
Emma pronto descubrirá que la amistad puede encontrarse en cualquier lugar, por muy escondido que esté, quizás de la mano de una camarera de habitaciones hada madrina, o de una niña extraordinaria, o de un viejo escritor necesitado de ternura, o de un cocinero que le abrirá las puertas de los escenarios, o de un surfero que se hace mayor a su pesar, o de una jardinera susceptible; o, quizás de la mano de un hombre huraño y maravilloso capaz de devolverle la ilusión por volver a bailar sobre zapatos de cristal entre las flores de un jardín encantado.
Sin mapas.Sin prisas.Sin condiciones.Ven a perderte en El Bosc de les Fades.
A veces es curioso como las lecturas se nos cuelan en nuestra lista de prioridades, mientras que otras apuntamos y no llegamos a leerlas hasta varios años después… si es que lo hacemos. Por ejemplo, cuando Mónica Gutiérrez (del blog Serendipia) publicó su primera novela en Amazon Cuéntame una noctalia, yo la apunté. La apunté con ganas y luego quedó aplastada por una pila inmensa de libros que fueron anotados detrás.
Y sin embargo, con esta nueva publicación fui mucho más rápida y me decidí sobre la marcha. Tan pronto lo estaba diciendo y de repente ya la tenía en mi poder y había empezado las primeras líneas casi sin darme cuenta. No sé como ha pasado, pero de repente me he visto envuelta en una historia encantadora que me atrapó totalmente. Y esta fue la primera sorpresa, porque en ese momento preciso no pensé que este tipo de historias me pudieran llegar.
Se trata de una novela escrita en clave epistolar, con su versión más moderna que son los emails. Podríamos decir que la protagonista es Emma, ya que es la que más datos aporta a la historia y la más expresiva de todos. Ella es una violinista profesional que por ciertos motivos ha dado un cambio radical en su vida y entra como camarera de habitaciones. Sé que suena raro, pero creedme que yo eso lo entiendo: a veces es necesario huir de todo para encontrarse a uno mismo.
El resto de los autores de estos emails son los hermanos propietarios del hotel, Samuel y Tristán. De madre inglesa (y editora de éxito) y padre español (y desaparecido) se embarcaron en este proyecto, del que van relatando los tropiezos su madre Marta, junto con algún cotilleo y pinchazo entre estas dos personas tan diferentes. Samuel es taciturno y un poco descuidado, y Tristán un ligón sin remedio con un carisma que encandila a todo el mundo.
Sin embargo, todo lo que sucede lo conocemos por estas tres personas ya que en solo tenemos acceso a aquellos emails que salen del Bosc de les Fades. Las respuestas son etéreas, aunque suponemos que existen por las referencias que hacen los protagonistas. A mi me hubiera gustado saber lo que opinan la amiga de Emma o la madre de Tristan de los comentarios que hacen, aunque según dan a entender, no son tan expresivos como ellos y terminan contestando con un par de líneas.
También tenemos otros personajes secundarios que aparecen como menciones e historias que cuentan en sus cartas electrónicas: el resto de trabajadores del hotel, los huéspedes, gente del pueblo… La compañera de Emma y su hija me han parecido muy entrañables, pero sin duda el que me ha marcado es el escritor. William Lexington es una ficción. Una ficción a la que se le adjudica el premio nobel 2009 (que en realidad fue otorgado a Herta Müller) y que tiene mal carácter, viviendo casi recluido en su habitación. La relación que establece con Emma me parece preciosa y muy adecuada al ambiente y lo que nos quiere transmitir: tristeza, renacer, añoranza y amistad.
El entorno general que nos presenta es como de cuento de hadas, en un paraje natural envidiable que ya se encarga de matizar antes de comenzar la novela que es ficción. Una lástima, porque las descripciones del hotel hacen que quisiera quedarme allí una buena temporada. En invierno a ser posible. Sobre todo por la forma que lo combina con la música, que está presente casi en cada palabra como acunándonos. No en vano Emma coloca de asunto a todos sus mails una pieza musical, yendo desde Bach hasta Frank Sinatra.
Si tengo que encontrar un punto flaco, es precisamente en los correos que envía Emma. Porque son kilométricos, y hacen una función casi de diario. Mirándolo desde una perspectiva realista, no conozco a nadie que escriba de esa manera, a pesar de que lo presente como una crónica del día a día y más entendiendo que no hay cobertura para móviles. Pero viéndolo desde el otro lado, en el fondo es una forma de desahogarse. Simplemente me queda una duda… ¿Emma no tiene familia? Porque solo escribe a su amiga, y no menciona a nadie más en ningún momento.
En cuanto a la parte más romántica, ya se intuye desde el principio. Pero sin tratarlo de un modo excesivamente empalagoso, dando mas importancia a la evolución personal (y la recuperación emocional) que al propio romance. Yo lo valoro, porque le da más realismo. Pero lo que más se agradece es que todo tiene un aire de optimismo y buena energía, hasta tal punto que no existe ningún personaje que rompa esta calma ni amenace con desbarajustar lo conseguido. No, Un hotel en ninguna parte es una canción dedicada al seguir adelante, al evolucionar y ser feliz con uno mismo. Y eso me gusta,
Culmina  con un final sencillo, satisfactorio y que te deja con una sonrisa. Como no podía ser de otra manera. Lo cierto es que me ha sorprendido para bien, y me ha ayudado a superar la sensación de fatalismo con la que terminé mi anterior lectura. Un soplo fresco que seguramente me llevará no dentro de mucho a leer su anterior novela. Minipunto para Mónica.

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