“Un invierno en la playa”: Reescrituras del amor

[5/10]   Un escritor es la suma de sus experiencias, y el amor siempre viene acompañado del sufrimiento… aunque algunos no quieran ni una cosa ni la otra. Con estas dos premisas, Josh Boone construye “Un invierno en la playa”, comedia romántica adolescente donde padres e hijos rivalizan en amores, aventuras y publicaciones, y donde al espectador se le hace creer que basta con escuchar su corazón para reescribir su propia historia y darle un final feliz. Bill es un escritor en crisis desde que se divorció de su mujer Erica hace tres años, pero que sigue queriéndola y esperando su regreso a casa. La ruptura ha hecho de su hija Samantha una adolescente cínica que no quiere compromisos y sí relaciones de una noche, que va a publicar su primera novela y que le niega la palabra a una madre a la que acusa de todo. Rusty es el tercero de la familia que escribe y el más inexperto en las cosas del amor… hasta que conoce a Kate.

 

El clima familiar es tenso y cada uno parece ligar su futuro sentimental al literario, en una especie de dualidad en que amor y sexo, romanticismo y realismo, ficción y realidad, apariencias y sentimientos verdaderos luchan por salir a flote en un mundo de secretos y mentiras. Sin embargo, todo es falso e impostado en ese conflicto afectivo-familiar, aparentemente dramático y dulcemente plácido. Boone se apunta a la corriente más comercial con una comedia previsible, convencional y complaciente, donde grandes y menos grandes se alimentan de afectos sensibleros, fuman marihuana y tienen sus experiencias… para llenar el rato, donde unos y otros pierden una madre (excesiva es la relación de Lou con la suya) y donde el corazón herido se escuda en el dardo de una palabra procaz y descarada.

Son personajes retratados superficialmente como individuos que huyen del dolor que puede producir el desamor, que se dan una segunda oportunidad… porque sí, que se entregan a las relaciones promiscuas cuando en el fondo desean la compañía de alguien a quien abrir el corazón. Son arquetipos sentimentales y modelos de comportamiento sin conciencia para un universo inverosímil construido desde la ficción más blanda y edulcorada. Y, sin embargo, ningún personaje arranca instantes de drama intenso ni de emoción verdadera, y sus historias marchan convencionalmente hacia un desenlace atisbado desde el inicio. No son creíbles los secretos ni las promesas de un matrimonio, como tampoco las reacciones de unos hijos que caminan por las sendas de sus padres. Estamos en la esencia de Hollywood.

 

Las interpretaciones son amables e incluso entrañables, con un Greg Kinnear de rostro cómico e inmaduro en su encanto, una Jennifer Connelly más gris y convencional, y una Lily Collins como adolescente de vuelta de la vida tras ver el fracaso de sus padres. El tono ligero de la cinta hace, con todo, que resulte agradable y se vea sin esfuerzo, que nos deje un poso de optimismo y esperanza para creer que las malas experiencias se pasan mejor con un poco de azúcar, que los pecados de juventud (y de madurez) son fácilmente disculpables con un “lo siento”, que la vida y el amor siempre se pueden reescribir “si se escucha el latir del corazón”.

Calificación: 5/10

 

En las imágenes: Fotogramas de “Un invierno en la playa”, película distribuida en España por DeAPlaneta © 2012 Informant Media y MICA Entertainment. Todos los derechos reservados.

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Publicado el 18 junio, 2013 | Categoría: 5/10, Año 2013, Comedia, Críticas, Drama, Hollywood, Romance

Etiquetas: amor, Greg Kinnear, Jennifer Connelly, Josh Boone, Lily Collins, perdón, Un invierno en la playa