Revista Belleza

Un jueves, un relato (VIII): Cuento de Navidad

Por Gadirroja

Un jueves, un relato (VIII): Cuento de Navidad Vamos con un nuevo relato juevero que en esta ocasión nos propone Mag desde la trastienda del pecado en esta entrada.El reclamo no podía ser más propio para estos días: "Cuento de Navidad".

Aprovecho también para contarte que los jueves de estas semanas de fiestas no sé si podré participar, lo dejaré abierto según mi disponibilidad porque voy a disfrutar mucho de días en familia.

¡Vamos al lío! 


-             - Nacho, ¿has visto al Niño Jesús?

-          - ¿Otra vez? ¿¡No lo habrá cogido el gato una vez más!?

-         - Pues no sé, porque tenemos esta puerta cerrada para evitar que tire todas las figuritas del belén, pero vete a saber si en un despiste de las niñas, que no paran de salir y entrar, se haya colado y haya hecho de las suyas.

El niño Jesús escuchaba esta conversación escondido en la oscuridad: se acurrucaba junto a la última pata del mueble de la televisión, aquella que quedaba casi inaccesible por estar pegada a la pared.

Le daba pena que culparan a Bolinche (este era el nombre del intrépido michi al que aludían Nacho y Adela) porque, a fuerza de proponer cada año su “personal visión de belén deconstruído” (esta mezcla de palabras la había tomado de un programa de cocina que veían las niñas cada noche, en adviento), le hacía hasta gracia. ¡Las que liaba el gato! El caganer en el río, los reyes debajo de los camellos, el molino volcado… ¡si incluso allí, en el recóndito lugar donde se escondía, había bolitas de porexpan de las que tanto gustaba esta familia de poner en el misterio, para regocijo de Bolinche que las esparcía por toda la habitación!

Pero no, él no se escondía del felino.

Se escondía de forma reivindicativa.

Otro año más: celebrar, comer, brindar por su nacimiento.

Y luego, en Marzo o Abril, confesar pecados, lucir cenizas, lamentar.

¿Para qué? Más de dos mil años en este ciclo, y la humanidad no había cambiado un ápice. ¿Qué sentido tenía? Envidias, irresponsabilidades, falta de empatía…eran las mismas lacras, año tras año, siglo tras siglo.

Ya lo decía la Biblia: su parte humana, lo hacía ser crítico y dudar y por eso andaba, emberrinchado, allí escondido, en la fría oscuridad, pensándose si en unas horas volvería a apostarlo todo por aquella panda de inconscientes…o no.

Un jueves, un relato (VIII): Cuento de Navidad 02

Espero que te haya gustado.

Gracias por seguir en este viaje. 

 ¡A vivir!


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