En esta ocasión es Dorotea, del blog Lazos y Raíces quien nos propone que escribamos un relato con el reclamo "conversaciones en un hotel".Un jueves más dejo mi propuesta, a ver qué te parece...
-Que si, que te digo yo que esos dos tienen un
lío – afirmó rotundamente Roberto mientras se remetía de nuevo la camisa con el
logo de la cadena.
- No, si yo no lo dudo… - le respondió Juan -.
Está clarísimo: desaparecen a la vez un buen rato, se oyen risas en la 512 y luego miro las cámaras y salen, por turnos
de ese dormitorio…¡leches, además, el cambio de humor del Jefe Martínez es el
mejor indicio!
- Eso por no hablar de lo guapa que viene
últimamente Carmina. ¿Has visto? Se ha cambiado hasta el pelo…
- Por eso, yo dudas no tengo. Lo que no me parece
tan evidente es que podamos sacar tajada de todo esto.
-¡Pues claro que sí, Juan, mecachis! Si es muy
fácil. El jefe maneja pasta: está casado, tiene cochazo, casoplón y dos niños.
Su mujer es hija de uno de los accionistas mayoritarios de esta cadena. ¿Cómo
va a querer un escándalo así? Estoy seguro de que si lo pillamos infraganti,
nos dará un buen cacho para mantenernos con la boquita cerrada.
-Uf…la verdad es que tienes toda la razón. Mira que
liarse en el trabajo, siendo marido de quién es…si ya lo dice el refrán: Donde
tienes la olla no…
- ¡Calla, calla! Vamos a terminar de perfilar el
plan: el viernes a las ocho y cuarenta. Ya sabes que encima son muy metódicos
y, sobre las ocho y media, todos los segundos viernes del mes están en la 512 encerrados.
-Perfecto. Entonces, ¿cómo lo hacemos?
-¡Facilísimo! A las ocho y cuarenta (para que nos
dé tiempo a que entren en faena) cogemos un duplicado y ¡zas! Los pillamos en
el tomate.
- De acuerdo, eso haremos.
Ese viernes, Roberto y Juan, a las ocho y cuarenta, pegaban sus orejas a la
puerta de la 512. Efectivamente, algunos murmullos se escuchaban. Juan susurró:
-Una, dos y….
¡TRES!
Y al irrumpir en la habitación
como los dos imbéciles que eran, asustaron tanto al jefe Martínez y a Carmina
que el tablero de ajedrez voló por los aires y las fichas blancas y negras
rodaron por la moqueta.
La cara de Roberto era un poema.
Aquí te enlazo la entrada para que puedas leer otras participaciones de personas que se animan a escribir.