Revista Belleza

Un jueves, un relato (XVII): CONVERSACIONES EN EL HOTEL

Por Gadirroja

Un jueves, un relato (XVII): CONVERSACIONES EN EL HOTELEn esta ocasión es Dorotea, del blog Lazos y Raíces quien nos propone que escribamos un relato con el reclamo "conversaciones en un hotel".Un jueves más dejo mi propuesta, a ver qué te parece...



Un jueves, un relato (XVII): CONVERSACIONES EN EL HOTEL

-Que si, que te digo yo que esos dos tienen un lío – afirmó rotundamente Roberto mientras se remetía de nuevo la camisa con el logo de la cadena.

-  No, si yo no lo dudo… - le respondió Juan -. Está clarísimo: desaparecen a la vez un buen rato, se oyen risas en la 512 y luego miro las cámaras y salen, por turnos de ese dormitorio…¡leches, además, el cambio de humor del Jefe Martínez es el mejor indicio!

Eso por no hablar de lo guapa que viene últimamente Carmina. ¿Has visto? Se ha cambiado hasta el pelo…

- Por eso, yo dudas no tengo. Lo que no me parece tan evidente es que podamos sacar tajada de todo esto.

-¡Pues claro que sí, Juan, mecachis! Si es muy fácil. El jefe maneja pasta: está casado, tiene cochazo, casoplón y dos niños. Su mujer es hija de uno de los accionistas mayoritarios de esta cadena. ¿Cómo va a querer un escándalo así? Estoy seguro de que si lo pillamos infraganti, nos dará un buen cacho para mantenernos con la boquita cerrada.

-  Uf…la verdad es que tienes toda la razón. Mira que liarse en el trabajo, siendo marido de quién es…si ya lo dice el refrán: Donde tienes la olla no…

¡Calla, calla! Vamos a terminar de perfilar el plan: el viernes a las ocho y cuarenta. Ya sabes que encima son muy metódicos y, sobre las ocho y media, todos los segundos viernes del mes están en la 512  encerrados.

-   Perfecto. Entonces, ¿cómo lo hacemos?

-  ¡Facilísimo! A las ocho y cuarenta (para que nos dé tiempo a que entren en faena) cogemos un duplicado y ¡zas! Los pillamos en el tomate.

De acuerdo, eso haremos.

Ese viernes, Roberto y Juan, a las ocho y cuarenta, pegaban sus orejas a la puerta de la 512. Efectivamente, algunos murmullos se escuchaban. Juan susurró:

-  Una, dos y….

  ¡TRES!

Y al irrumpir en la habitación como los dos imbéciles que eran, asustaron tanto al jefe Martínez y a Carmina que el tablero de ajedrez voló por los aires y las fichas blancas y negras rodaron por la moqueta.

La cara de Roberto era un poema.

Un jueves, un relato (XVII): CONVERSACIONES EN EL HOTEL

Aquí te enlazo la entrada para que puedas leer otras participaciones de personas que se animan a escribir.

Gracias por seguir en este viaje. 

 ¡A vivir!


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