Revista Belleza

Un jueves, un relato XXIII: CICATRICES

Por Gadirroja

Un jueves, un relato XXIII: CICATRICES ¡Vuelvo a los jueves de escritura!.La verdad es que ya me apetecía. El ratito de sentarme a escribir, con mi café o infusión y dejar volar la imaginación en base a una consigna...me gusta mucho, la verdad.

Esta semana la consigna es "cicatriz", gracias a la convocatoria de Mağy para cumplirla, he creado un personaje. A ver qué te parece.


Cicatrices.

Llegó con 3 heridas...

...A menudo le venían estos versos a la cabeza cuando estaba nerviosa. Ella ya no tenía 3 heridas, sino 3 cicatrices. Dicen que la cicatriz es símbolo de sanación. De que algo que en su momento dolió, se cerró, se superó y ya está curado.

A veces no se sentía demasiado segura al respecto.

Su herida del amor, lo tenía claro...era su cesárea. Su hija Marga, a la que amaba con locura a pesar de la distancia entre ambas por culpa de ¿ella misma? ¿la rebeldía adolescente de su niña? ¿las circunstancias?

Tocar esa cicatriz, pese a llevar curada más de veinte años ... aún le causaba dolor.

Su herida de la muerte también era fácil de identificar: la cicatriz por herida de bala en aquel tiroteo, que casi la borra del mapa. Vista en retrospectiva, como lograron rescatar a la víctima de secuestro y ella misma sobrevivió, el balance era positivo.

Tocar ese nudo de fibras en su costado, justo debajo de las costillas, le daba satisfacción.

¿Y su herida de la vida? Esa era la menos visible, pero ella la conocía bien. A su oreja izquierda le faltaba un trozo. Se la mordió su madre en una de sus crisis. Quién le dio la vida, también la dejó profundamente marcada para vivirla...pero intentaba perdonarla ...era un tema complejo.

"Basta de disertaciones". Se dijo así misma mientras terminaba de abrocharse la cartuchera, acomodarla bajo su axila y ponerse la chaqueta.

Es increíble cómo puede divagar la mente cuando hacemos cosas automatizadas tras años de práctica.

Tomo aire, se levantó de su despacho y se preparó para presentarse al nuevo equipo del qué sería inspectora jefa hasta la feliz fecha de su jubilación, esperaba.

Al otro lado de la puerta, sus compañeros verían entrar a una mujer alta, de pelo blanco salvo un rebelde mechón azabache, ojos pardos, piel oscura y un rictus de determinación en el rostro.

Aún no verían sus cicatrices, ni sus heridas.

Aún.

¿Qué me dices de la protagonista de este relato?¿Te gustaría saber más sobre ella?

En este enlace puedes ver la convocatoria y leer otros textos inspirados en esta consigna.

Gracias por seguir en este viaje. 

 ¡A vivir!


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