Revista Belleza

Un jueves, un relato (XXVII): "Contamos tres"

Por Gadirroja

jueves, relato (XXVII): Me ha encantado la creatividad de Mujer de negro para encomendarnos el relato de esta semana.Consistía en ir a nuestra galería de fotos, contar tres, y coger la tercera foto para crear nuestra aportación.

Ha sido muy fácil, porque la foto que ves a la derecha (como otra que añado para acompañar la historia) es de una anécdota verídica que nos sucedió el pasado fin de semana.


Encontró a la gata callejera recién parida, con cuatro cachorros, en uno de los parterres de su jardín. Le puso agua y comida, y al volver a buscarla, tras la siesta, ya la gata se había marchado, llevándose consigo su camada.

Tres semanas después volvió a ver dos de los cachorros en la misma zona de su jardín. Eran adorables. Uno negro noche, como su mamá y el otro, gris ceniza muy claro, casi blanco. Tenían los ojos llenos de legañas (casi cerrados, el gatito negro), así que se los limpiaron con agua, manzanilla y mucha paciencia. Supusieron que los otros dos habían muerto.

Por la mañana, a veces salían a jugar por el jardín, se movían con la cadencia errática de los bebés muy pequeños y llenaban de ternura a la familia.

La madre iba y venía. Ella y su hija pequeña supusieron que vendría a amamantar a los bebés y le ponían agua y comida.

Una mañana, al mirar, solo quedaba uno de los cachorros, el claro.

-   Igual la madre ha abandonado a este – dijo la niña - ¡Tendremos que adoptarlo!

-   Esperemos – dijo el padre, prudente -. Seguro que pronto viene a por él.

Pasaban las horas y la madre no volvía. La familia tenía que marchar.

-   ¡Vamos a llevarlo con nosotros! – dijo la niña - ¡Está claro que su madre no viene!

La familia llevaba ya varios kilómetros alejándose de la casa, cuando la madre habló:

-   Démonos la vuelta. No soporto la idea de que la madre no vuelva. Si ese bebé se queda solo hasta que regresemos a la casa, lo encontraremos muerto. Si aún está cuando vayamos ahora, será que habrá que adoptarlo.

Pero al volver a la casa, el gatito ya no estaba allí. La madre había esperado a que la familia se marchara para rescatarlo.

Esto causó gran disgusto a la niña, que ya se había hecho ilusiones. Pero la madre y el padre sintieron mucha paz: el destino del cachorro era estar con su mamá.

jueves, relato (XXVII):

Os dejo aquí el enlace a la entrada por si queréis leer otras aportaciones de compañeras y compañeros de blog ♥

Gracias por seguir en este viaje. 

 ¡A vivir!


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