Revista Cultura y Ocio

Un kiloartículo

Por Jesús Marcial Grande Gutiérrez
Un kiloartículo
Al igual que Sherezade, al amanecer tras la última de sus Mil y Una Noches, un rosario de mil historias entretejidas ha salvado nuestras vidas: Ella de pena de muerte y yo de muerte de pena.
Hay algo en la tercera potencia de diez, en la primera cifra donde el punto se hace necesario, que marca  un cambio de ciclo, una sentencia de redención o de condena. Esa M alfabética, que para los romanos representaba la mayor cantidad posible con una sola letra, marca un punto de inflexión para mi historia. 1000 era el  número a partir del cual los antiguos paraban de contar... "Más de mil" era la enormidad incontable. En el Medievo se predecía el fin del mundo y muchos pecadores empezaban una larga peregrinación hacia Jerusalén para redimirse; otros, sin embargo, se entregaron a la lujuria y la transgresión.
Me puse a mil: el número abundante, el número redondo, el de dieciséis divisores, el descompuesto en los cúbicos factores  2 y 5, el de dos manos con sus cinco dedos y en cada dedo otras tantas veces repetidos y de nuevo igualmente multiplicados, el primer número de cuatro dígitos... el guarismo de una fascinación matemática irresistible...  Esa fue la cifra elegida para concluir la edición de esta bitácora. He terminado mis tareas de palotes literarios, mis escolares deberes de redacción, mi producción de artículos al peso: cosecho un kiloartículo de entradas en el blog.
La tarea fue terapia, anecdotario, autobiografía, reflexión, descubrimiento... requirió constancia, esfuerzo, compromiso, rigor, equilibrio... reportó iluminación, aprendizaje, autoestima, colaboración... y resultó valorada, ignorada, superflua y necesaria. Con un salario Van Gogh trabajé construyendo un mundo de equilibrios entre la intimidad y el exhibicionismo; entre la verdad y la imaginación, entre el sueño y la realidad...
Seis libros recogen el fruto de este aprendizaje. Media docena de volúmenes intimistas que contadas personas llegarán a leer. Un arduo trabajo sin deudas de mecenazgo, totalmente independiente. Al principio pensé: "no habrá blog que 100 artículos dure" pero llegué a la segunda potencia de 10 casi sin darme cuenta y me lancé enseguida a por la tercera. Ahora que consumo mi proyecto me siento tentado a elevarme a la cuarta potencia. Pero el dolor de espalda y la mente fatigada me devuelven al terreno de las humanas posibilidades.
Mil veces una imagen con sus mil palabras. El verbo elevado a la sexta potencia: un millón de vocablos. Más o menos ese conjunto de voces compuso mi torpe pluma de escritor.  Ahora mi musa se derrumba en el sofá de la inspiración y duerme... ¿cómo será su despertar?

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