Revista Cultura y Ocio

Un mensaje agradecido a mis jóvenes amigos argentinos

Publicado el 07 octubre 2016 por Benjamín Recacha García @brecacha
Caldes de MontbuiCaldes de Montbui, con el monte El Farell al fondo.

Hace unos días el Colegio 723 Puerto Argentino celebró el día del estudiante. Sabéis que he colaborado con el cuarto curso de Comunicación en un proyecto emocionante, que, entre otras cosas, ha hecho posible reducir a la nada los miles de kilómetros que separan Caldes de Montbui, el pueblo de Barcelona donde vivo, y Comodoro Rivadavia, una de las principales ciudades de la Patagonia, y capital argentina del petróleo.

La profesora y alma del proyecto, Teresita Díaz, me pidió si podía dedicar un último texto a sus alumnos. Obviamente, lo hice encantado, y ahora me apetece compartirlo también en ‘la recacha’.

¡Hola, chicos! ¿Qué tal? Teresita me ha dicho que hoy celebráis el día del estudiante y de la primavera, y me ha pedido si podía enviaros un mensaje. Cómo negarme…

Aquí empieza el otoño. De momento con bastante calor. Hemos tenido un verano terrible, con temperaturas altísimas, y yo no lo llevo demasiado bien. Prefiero el fresquito.

Caldes de Montbui
Termas romanas de Caldes de Montbui.
Caldes de Montbui
Safareig de La Portalera.
Caldes de Montbui
Los lavaderos públicos aún se encuentran en uso.
Caldes de Montbui
Font del Lleó.
Caldes de Montbui
Font del Lleó. El agua brota a 74 grados.
Caldes de Montbui - Església de Santa Maria
Vista de la iglesia de Santa Maria desde la calle Forn.

He tomado algunas fotos de Caldes de Montbui para que conozcáis algunos de los lugares más significativos del pueblo donde vivo: la Font del Lleó (¿recordáis que os expliqué que el agua brota a 74 grados centígrados?); las termas romanas, construidas en el siglo I a.C. (están restauradas); uno de los lavaderos públicos (en catalán, ‘safareig’, se pronuncia ‘safarech’), donde todavía algunas mujeres mayores lavan la ropa aprovechando el agua termal (dicen que queda más limpia que en la lavadora); una de las calles del núcleo antiguo, con la iglesia de Santa María, del siglo XVI; y una vista general del pueblo, con el monte El Farell al fondo (la cima está a 789 metros sobre el nivel del mar). La foto está tomada desde la terraza del piso donde vivo. Tenemos muy buenas vistas.

No quiero alargarme, que ya bastante tuvisteis con la macroentrevista. Me voy a repetir diciendo lo mucho que me ha gustado conoceros y trabajar con vosotros. A pesar de los muchos kilómetros que nos separan, me habéis hecho sentir muy cercano, un miembro más de la familia del Colegio 723.

Dejadme deciros una cosa más: espero que esta experiencia os haya sido verdaderamente útil, no por mí, yo no soy lo importante en esta historia, sino por vosotros, por el trabajo que habéis hecho, del que debéis sentiros orgullosos. Habéis demostrado un nivel de implicación altísimo y eso es lo que más me satisface de todo. A menudo no es sencillo para los profesores lograr activar el entusiasmo de los alumnos en la realización de tareas escolares. Y creo que no me equivoco si afirmo que en este proyecto ha habido mucho entusiasmo. Se nota en el resultado final.

Quedaos con eso, con que la clave para llevar a buen puerto aquello en lo que nos embarquemos es el entusiasmo, la pasión. Con esos dos ingredientes, el trabajo se hace muy llevadero.

De todas formas, no quiero transmitir la impresión de un discurso de autoayuda. No siempre estamos entusiasmados ni tenemos la energía para sentirnos apasionados. Y la vida es muy complicada para solucionarlo todo con arengas optimistas. Viviréis momentos malos, llenos de dudas, y en ocasiones no veréis salida a los problemas que se os planteen. Por eso es tan importante que, sobre todo, confiéis en vosotros mismos, en vuestra capacidad para sortear los obstáculos. Si tenéis una pasión, id a por ella, y no renunciéis, por muy complicadas que se pongan las cosas, por muchos rodeos que tengáis que dar. Es muy importante tener retos que afrontar. No se me ocurre nada más triste que una vida sin sueños.

Y no me refiero a querer ser futbolista famoso, actriz de Hollywood o estrella del rock. Hablo de luchar por aquello en que creemos. Mi reto, por ejemplo, no es llegar a ser un escritor famoso (que no estaría mal), sino contribuir a mejorar el mundo en que vivimos. Tal y como están las cosas, no me parece un objetivo menor.

Aunque después de esta experiencia junto a vosotros, creo que hemos dado un par de pasos para conseguirlo.

Sed felices.

Con todo mi cariño,

Benjamín


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