Un microrrelato: Pura envidia.

Debo decidir antes de que me vea. Mira como se viste, como si fuese una señora de alta alcurnia. Parece que ha sacado toda esa ropa del armario de carnavales. Con ese sombrero para disimular que pierde pelo. Siempre tan estirada, no me extraña que tenga esa nariz tan grande. Seguro que sigue oliendo a sobaco. Por lo menos hoy no viene con el bobalicón de su marido. A ese si que le tiene a raya. Menuda marimandona, no me extraña que se le fuesen los hijos de casa. 
¡Mierda! Me ha visto.
¡Mierda, mierda! ya no puedo cambiar de acera.