Revista Insólito

Un mito a todo color.

Publicado el 11 febrero 2011 por Losplatoscomoojos @platoscomoojos
Un mito a todo color.Siempre se ha dicho que los camaleones (leones de tierra, acorde a su etimología) cambian de color, juegan con la naturaleza a su antojo disfrazando su peculiar persona a base de trajes a medida o que poseen una disposición para el camuflaje imposible de igualar. Una capacidad de adaptación a nuevas superficies o tonalidades que según el mito se antojaba sobrada de recursos: miméticos, irreconocibles y con tanta similitud que engañan hasta al más portentoso de los sabuesos. Bueno, pues todo esto o al menos en una gran parte, es una completa falsedad.  
Los camaleones es verdad: cambian de color, pero no con el objetivo de difuminarse en el entorno como tal, es decir que si se posan en la bandera española, olvídense de un camaleón con tonos rojigualdas porque nunca lo van a encontrar. En realidad, la razones de su alteración cromática responden a otros supuestos bien distintos al anterior. De hecho, lo hacen exclusivamente debido a un cambio en su estado emocional, ya sea por un aumento de la tensión, arreglo a su nivel de actividad sexual, en el trascurso de una pelea (aún con un grado superior en aquellas especies donde es más vehemente su dominio territorial), a causa de diferenciales en la potencia de la luz o para mantener la temperatura corporal. En el caso concreto de las hembras, se tornan anaranjadas para atraer la cópula o se tamizan con negro para repeler a futuros "acosadores". De esta manera, se puede concluir que no mudan de color conforme al entorno sino en relación con el estado de rivalidad o tensión del propio animal.
Pero, ¿cómo cambian de color?. La respuesta parece resultar sencilla, y la causa esta en la existencia de unas pequeñas células llamadas cromatóforos (portadores de luz) con diversas pigmentaciones y situadas en distintos niveles de sus capas corporales. Por ello, una alteración de las mismas trae como consecuencia la proyección de multitud de tonalidades luminosas. O lo que es lo mismo, la regulación de los pigmentos que las células contienen provocan la modificación en la apariencia del reptil.
Sin embargo, en realidad a un camaleón no le hace apenas falta ocultarse bajo su piel, puesto que su casi estática figura le permite ser ajeno a miradas que lo puedan intimidar.

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