Revista En Femenino

Un monillo con “cacones”

Por Peineta

De todos es sabidos y si no les digo que el monillo y la menda han pasado unos fantabulosos días en tierras bávaras, a parte de una vaca y un jefe alucinado, hemos tenido alguna anécdota más, entre ella esta que os vengo hoy a relatar y que tanto se ha hecho esperar (pero es una semana he hecho más kilómetros que Willy Fog)

Está claro que la convivencia con 4 niñas rubias, guapas y encantadoras podrían tener varias consecuencias en mi hijo, yo hubiera muerto de gusto con que hubiera aprendido de ellas, eso de ser hermanas y quererse, el sentarse en una mesa a pintar, el recoger sus platos de la mesa, o el estar hipnotizadas viendo una peli, pero nooooooooooooooo el tenía otro objetivo más claro, que yo no supe visualizar a tiempo.  El monillo vio que lo de compartir bañera con la sección femenina se lo estaban poniendo difícil, que el padre tigre no iba a dejar que fuera tocando “culitos” tal que así, por lo tanto aplico aquello de “ si no puedes con el enemigo, únete a él”.

Creo recordar que era el segundo día, cuando escuche un chancleteo libre en el segundo piso, y en el salón estaban todas las damitas. Al minuto se escucho una risa incontenida y una bajada de escalera tipo pato torpe y ZAS!! Allí venía él con su ya famoso pijama de esqueleto fluorescente y sus tacones de princesa (según me específico la tigre de Rapunzel). Se paseo risueño por todo el salón, bajo mi atónita mirada y la risa contenida de mi amiga. Volvió escaleras arriba con un arte incontenido de tacones rosas con calcetines marrones, tardó cinco minutos en bajar, ahora iba acompañado de la tercera que miraba atónita como “el suyo amigo” paseaba su bolsito Barbie por el salón. Yo decidí dejar pasar esa tarde como quien ve llover.

Pero la cosa no se calmó es más cogió tintes de tema serio, hasta el punto que la madre tigre estaba dispuesta a regalárselos. Yo en cuanto tuve ocasión avise por skype al gorila de la nueva tendencia estética de su hijo,  tuvo una risa floja que aún le dura….Al día siguiente los tacones estaban debidamente ordenados por lo tanto el señorito no las encontraba, así que raudo y veloz fue donde alguna de las niñas a pedir “las sapatillas con cacones”. Al rato tocaba la hora del baño y cuando estábamos en el cuarto a solas me dijo “ Ama después del bañito me puedo volver a poner los cacones, y dormir puedo dormir con las sabatillas de cacones…”, ay madre su cara de cordero degollado me pudo, le dije que claro que sí pero que dormir no…El sonido de los tacones le chiflaban, se pasaba la tarde subido en el baúl del salón taconeando, hasta que  descubrió un cabeza de caballito ( también rosa) con el que cabalgar a ritmo de taconazo.

foto con tacones

El tema de tacones rosa de purpurina con pedrolos, llegaron a ser tan usuales y pasionales, a pesar de las risas incontenida de mi colega y mi asombro, que fueron el castigo más efectivo. Ay  señores!!! Que llegó ese momento en el que me vi alzando la voz a la amenaza de “o te comportas o no hay tacones!!” lo dije en euskera pero yo sé que la tigre y su origen donostiarra lo pilló a la primera y sólo dijo, o escribes tu el post o lo cuento yo, tú misma.

El último día mientras cerraba la maleta, el correteaba con sus cacones y el carrito de muñecas de la cuarta y yo rezaba porque no descubriera el baúl de los trajes y me apareciera completamente tuneado de princesa. Pero nos fuimos de aquella casa tan acogedora donde nos recibieron y trataron como reyes, a pasar un día fuera en paz y armonía (dentro de lo que permiten 5 criaturas) hasta que llegará el momento de despedirnos en el aeropuerto. Después de pasar el estricto control de seguridad el monillo me miró con cara triste y me dijo:

- Ama esta noche no podré ponerme sabatillas de cacones…

-Bueno podemos decirle a aita que te compre unos en Barcelona…

En aquel momento me sentí mal por no haber aceptado el regalo de mi amiga, pero me quede tranquila porque en casa siempre le quedarán mis tacones con los que aparte de hacer caravanas puede pasear pasillo arriba y abajo. Porque el gorila, no sólo no estaba por la labor de comprarle unos, sino que por si las moscas ese día no fue a una tienda que necesitaba por tener el Disney store cerca y tener miedo que su hijo aprovechara la ocasión. Por no decir que esta digiriendo que su suegro haya decidió comprarle al  monillo unos crocks de color rosa “principalmente porque sólo había esos y ni el chaval ni yo tenemos ningún problema con el color”. Sí a eso le sumamos que ha heredado la bici de Barbie de su prima de pintxolandia y va feliz por Madridtxikito…ni os cuento.

PicMonkey Collage

Recuerdo de los anfitriones                                     No lo vea todo rosa

PD: a pesar de las risas que han sido muchas, quiero decir que me encanta que mi hijo juegue con todo tipo de juguetes, es más me enorgullece de ello. Aprovecho este post para mandar el mayor de los besos y abrazos a cuatro niñas maravillosas, que me han hecho recordar lo mucho que me gustaría ser madre de una niña y lo bien que se puede llegar a criar una familia numerosa en un ambiente de lo más especial.


Tagged: Efectos secundarios con tanta niña, no lo vea todo rosa, Un monillo rapunzel, zapatillas de tacones
UN MONILLO CON “CACONES”
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