Revista Fotografía

Un niño suelto en el Museo Guggenheim de Nueva York

Por Magiaenelcamino @magiaenelcamino

Si la vienen leyendo a mi mamá, ya sabrán lo que piensa sobre que los museos también son para los niños (pueden ver la categoría Museos con y para niños) y habrán escuchado el consejo que siempre da: “antes de ir a un museo, miren la web oficial para ver si hay alguna actividad para la familia”. En Nueva York se tomó al pie de la letra su propio consejo y nos anotamos en una actividad familiar en el Museo Guggenheim de Nueva York.
Yo no sabía muy bien a dónde íbamos, pero ella me contó que es uno de los museos más importantes de la ciudad y que yo ya había estado en el Museo Guggenheim de Bilbao y lo había disfrutado mucho. Además, como para meterme en tema, me contó algunas curiosidades que leímos en la guía de Nueva York para pequeños viajeros, que forma parte de los libros de viaje para niños que tenemos en casa (y que nos trajimos al viaje). Entre ellas, me dijo que el edificio tardó 16 años en construirse y que muchos criticaron su forma y lo llamaron “sacacorchos”.
A mí la forma del edificio me encantó.
Y una de las primeras actividades que hicimos en el taller para chicos fue, justamente, observar las formas de la edificación y los materiales.

Un niño suelto en el Museo Guggenheim de Nueva York

Un niño suelto en el Museo Guggenheim de Nueva York

Un niño suelto en el Museo Guggenheim de Nueva York

Primero tuvimos que mirar hacia el techo y, después, hacia el piso. Cada uno comentó las distintas formas que veía y los materiales con que, creíamos, estaba hecha la construcción. Cuando la guía nos dio vía libre para caminar por la planta baja para tocar y mirar, se me fue todo el sueño que tenía y me fui a hacer lo que me pidieron.
Cuando volví, nos fuimos a un rincón donde había lápices de colores, cintas, pegamento, alambres de colores y papeles. Con todo eso, teníamos que crear nuestra propia obra. Mi papá me ayudó un montón y creo que quedó algo muy lindo. Después, hicimos una puesta en común. Yo mucho no entendí, porque recién estoy aprendiendo algo de inglés, pero a veces no es necesario saber el idioma para comunicarse o entender lo que el otro nos está contando.

Un niño suelto en el Museo Guggenheim de Nueva York


Un niño suelto en el Museo Guggenheim de Nueva York

Un niño suelto en el Museo Guggenheim de Nueva York

Un niño suelto en el Museo Guggenheim de Nueva York

Un niño suelto en el Museo Guggenheim de Nueva York

Un niño suelto en el Museo Guggenheim de Nueva York

Un niño suelto en el Museo Guggenheim de Nueva York

Cuando terminamos de mostrar nuestras producciones, nos fuimos a recorrer algunas de las muestras del museo. Primero fuimos a una sala donde jugamos con los sentidos, principalmente, con el oído. Pudimos escuchar distintos sonidos y relacionarlos con algunas obras. Después nos sentamos frente a una escultura y teníamos que decir a qué nos hacía recordar. Muchos nenes dijeron que se asemejaba a una foca o lobo marinos y estuvimos conversando sobre los animales. Por eso, en la actividad que nos propuso había distintos retazos de tela con formas de olas, de peces y de otros animales.
Nos pusimos a trabajar y quedaron trabajos muy lindos.

Un niño suelto en el Museo Guggenheim de Nueva York

Un niño suelto en el Museo Guggenheim de Nueva York

Un niño suelto en el Museo Guggenheim de Nueva York

Yo quería ver un cuadro de Kandinsky que aparece en un libro que me regaló mi mamá y con el que me encanta jugar. Se llama Perdidos y Encontrados, de la editorial Arte a Babor. En una página tiene reproducciones de las obras de arte y, en la página enfrentada, actividades para hacer con esa obra, como encontrar objetos o identificar sus partes. Una de esas obras era de Kandinsky y, hace poco, estaba en este museo. No la encontramos, pero vimos otras que también me gustaron.

Un niño suelto en el Museo Guggenheim de Nueva York

Un niño suelto en el Museo Guggenheim de Nueva York

Si tienen la posibilidad de recorrer los museos en visitas para la familia, no dejen de hacerlo. Se los recomiendo yo, Tahiel.

Espero que les haya gustado mi experiencia y sigan mi columna. ¡Gracias por acompañarnos!

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