Revista Cultura y Ocio

Un país para viejos

Por Jesús Marcial Grande Gutiérrez
Un país para viejos
Es el 26 de junio, día de Re-Elecciones Generales en España. Son las 23:16. El whatsapp me avisa de la llegada de un nuevo mensaje a uno de los grupos. Es de uno de mis hermanos indignado por los resultados electorales, a esta hora ya definitivos. Lo abro:
"Esto es un país para viejos.... De viejos acojonados y que les da igual que les roben  y ninguneen. Y lo peor es que no piensan en la gente joven y sin futuro. Creo que me iré a vivir a una cueva, pues esta sociedad no me convence..."

 Me llama la atención este arranque de desesperación. No por su desagrado con los resultados (yo también estoy de acuerdo en que no se debe premiar la corrupción en las urnas con la indulgencia de los votantes), sino por las atribuciones a la edad en la interpretación de los mismos. Puesto que el mensaje tenía un destinatario entre líneas, joven y votante de Podemos con el que yo he discutido en ocasiones sobre el papel de la edad en la sociedad y la política no puedo menos que refrescar aquellas argumentaciones al hilo de la actualidad (no tan diferente de pasado, como intentaré demostrar).
Porque si hay algo que me encrespa es que me quieran robar los valores que proporciona mi próxima vejez (me queda un año para jubilarme), que me hagan tragar la rueda de molino de que "serán los jóvenes y solo ellos" los que salvarán y cambiarán el mundo,  que se aferran a su estatus de "conservadores", que "están contra  los jóvenes pensando en quitarles el futuro"... ¡Habrá de todo! - digo yo- Pero no creo que la mayoría responda a este cliché (estereotipo que, por cierto, parecen algunos políticos de nuevo cuño empeñados en imponer).
En septiembre de 2014 escribí un artículo sobre el nuevo grupo que se lanzaba a la arena política. "Podemos... pero no sabemos". Un "anónimo" lector me etiquetó inmediatamente de "derechón". Azuzado por la sorpresa revisé mi entrada buscando alguna metedura de pata ideológica que diera pie a semejante acusación. No la encontré. Preocupado me apresuré a contestar y aclarar la terminología (por si acaso). A día de hoy ya estoy curado de espanto en cuanto a mi look político (en el trabajo hay algunas personas que me afilian a "Podemos" con una seguridad que me pasma, a otras les recuerdo "un cura"...). Luego mi "anónimo" seguidor me censuraba "sin acritud" la realización de numerosos reproches hechos desde "mi acomodado estatus". Una de las frases me llamó poderosamente la atención: "El futuro, tu futuro y el mío, na a a depender de ti, sino de mí". Al leerla se me encendieron todas las alarmas de la lógica: ¿Cómo que el futuro no va a depender de mí, sino de ti? -le repliqué- ¡Qué arrogancia! ¿no?. ¿Sólo los jóvenes construyen el futuro? ¿Realmente puede excluirse a alguien de contribuir a la construcción del futuro? ¡Incluso los bebés y los más viejos de la comunidad son importantes en la construcción del futuro: de tu futuro y el mío, como dices. 

Más adelante mi crítico lector proseguía con su argumentación: "Tus reproches y consideraciones son muy ancestros, tan antiguos como las civilizaciones de las que nos hemos nutrido: todas creyeron siempre que sus jóvenes no mejorarían las cosas... y ahí seguimos, generación tras generación mejorando lo legado. Quizás el que no sabe ni aprendió fuiste tú. Por suerte, la HISTORIA y la EVOLUCIÓN del S. XXI no va a depender ni de ti ni de tus valoraciones."  Estupefacto leo estas acusaciones en las que se me tacha de ignorante y de inútil. Releo el párrafo una y otra vez. En la primera frase encuentro un error sintáctico revelador (la adjetivación de del sustantivo ancestro) que me permite identificar a mi anónimo lector (ya se lo había oído en otra ocasión). Después prosigue con un hecho cierto: como en otras épocas, hoy (no hemos cambiado tanto en tantos futuros pasados) también mucha gente piensa lo que aquel escriba de Babilonia (4000 años A.C.): "Esta juventud esta malograda hasta el fondo del corazón. Los jóvenes son malhechores y ociosos. Ellos jamás serán como la juventud de antes. La juventud de hoy no será capaz de mantener nuestra cultura”. Pero  no era el caso: no hay reproche a la edad, no me refiero a la juventud (¡qué abstracto concepto respecto a la ideología!) sino a la actitud que mostraba una persona concreta que conocía, con nombre y apellidos (que accidentalmente era, además, joven).
Termina su réplica con estas palabras: ¡Por favor, déjanos elegir, hacer, actuar, equivocarnos, aprender, caer y levantarnos, y sobre todo... sé consciente de que "hasta hoy, soy parte de lo que me has enseñado y he visto en ti". ¡Ah! y seguro que "PODEMOS" y MEJORAREMOS  tu/vuestra herencia. Yo las leo con ternura: ¡Claro que te dejaremos elegir, hacer, actuar, equivocarte, aprender... incluso caer (aunque a veces intentemos sujetarte) y levantarte (por supuesto, en cuanto pidas ayuda)!
¡Y claro que alguna parte, aunque parezca mínima , de lo que eres puede que lo hayas aprendido o visto en mí! (ya ves que la Evolución del s. XXI sí depende de alguna manera de nosotros, "los viejos")
Abro el teclado y respondo al mensaje de mi hermano:
"Sí, efectivamente, este país es también para los los viejos. Ya va siendo hora de que algunos lo entiendan..."
Y, por si acaso, aclaro:
"Y que conste que no he votado al PP en mi vida" 

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