Revista Opinión

Un periódico y una barbería

Publicado el 06 marzo 2021 por Manuelsegura @manuelsegura
  • Un periódico y una barbería

Cuando el 13 de febrero de 1983 se decidió dar el cerrojazo definitivo al diario Línea, del que ya se han cumplido 38 años, yo me encontraba haciendo el servicio militar en un regimiento de infantería en Tarragona. Dos años antes, había empezado a colaborar en ese periódico como corresponsal en mi pueblo, cuando aún cursaba el COU, por lo que me solía vanagloriar en el patio del instituto ante los compañeros enseñándoles mis crónicas y artículos. Qué importante me sentía.

Comencé a leer Línea con apenas 10 años en la barbería de Ginés Campillo, en Alguazas. Recuerdo a los chavales mayores que yo, sentándose en el portal de la misma, en el barrio de San Antonio, ojeando sus páginas. Siempre comenzaban por la sección de deportes, una costumbre que entonces copié de ellos. El propietario del establecimiento nos cedía el ejemplar siempre que no lo reclamara un cliente. Alguna vez le he dicho a Ginés, hoy ya nonagenario, que es en parte culpable de que luego me dedicara a este oficio. “También podrías haber sido barbero, como yo”, me contestó en una ocasión. O acaso ornitólogo, pensé, porque en su local solía instalar diversas jaulas con canarios, pájaros a los que cuidaba con sumo esmero y que cantaban al unísono mientras él le cortaba el pelo al personal o rasuraba la barba de algún parroquiano. Coleccionar canarios era entonces una de sus más acentuadas aficiones, junto a su devoción por el laureado Real Madrid de Santiago Bernabéu, Miguel Muñoz, veteranos y noveles.

Aquella barbería, de sillones fijos y robustos, de los de toda la vida, que se inclinaban para que el cliente se repantigara y el barbero pudiera cumplir pulcramente con su cometido, significó mucho en nuestra niñez. Era centro de reunión de amigos de distintas y distantes generaciones, donde se hablaba de lo divino y lo humano. Estaba ubicada en la entrada de la vivienda, en la que Ginés convivía con sus padres, José, también barbero, y Rosario. Luego se casó con Fina y los dos se fueron a vivir apenas unos pocos metros más allá.

Por esas intensas vivencias, siempre tiendo a asociar el recuerdo entrañable del diario Línea con aquella barbería de mi barrio. Quién me iba a decir a mí que unos años después me iniciaría en el periodismo, cuando Francisco Sandoval Belchí me cedió su corresponsalía, escribiendo en las páginas de aquel periódico que día tras día solía leer sentado en su portal. Redactaba los textos y los llevaba a la Redacción en mano, viajando en autobús, a veces acompañados de alguna fotografía de mi amigo Pepe Navarro. Allí conocí a periodistas a los que siempre he considerado maestros, como Diego Vera, Juan Ignacio de Ibarra, Felipe Julián, Luis Orche, Félix Alcaraz, Serafín Alonso… En su último artículo, el recordado y siempre presente Ibarra, fallecido en 2019, definió a aquel periódico que ese día cerraba para siempre como una verdadera escuela de periodismo. Por allí pasamos muchos de los que luego emigramos a otros medios, bien escritos o hablados. Lo que no obsta para que recordemos esos años y nos mostremos agradecidos por cuanto aprendimos en esa casa que, como la barbería de Ginés, fue casi la nuestra. Y lamentemos que se nos muera la prensa de papel, como se consume una vela por efecto de la llama. Aunque hoy nosotros, los de entonces, ya no seamos los mismos.


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