Revista Historia

Un pueblo, una frontera, dos países

Por Ireneu @ireneuc

Un pueblo, una frontera, dos países

Rihonor- Rio de Onor

Que las fronteras son un invento humano que no tiene nada que ver con la realidad ni geográfica ni social de las zonas que atraviesan es algo que queda fuera de toda duda. Una raya dibujada con un compás o una regla, no deja de ser más que papel mojado si no existe un accidente geográfico que las sustente y esto es justamente lo que sucede en un pequeño rincón de la provincia de Zamora, olvidada de la mano de Dios entre la frontera portuguesa y la española llamado Rio de Onor. Bueno... para ser más exactos, así se llama para Portugal, porque para España se llama Rihonor de Castilla, un pueblo partido en dos únicamente por la inefable anchura del trazo de un lápiz.

Un pueblo, una frontera, dos países

Rihonor de Castilla

El aislamiento secular y las dificultades de comunicación de esta remota zona a caballo entre Portugal y España, ha propiciado muchas historias curiosas que son prácticamente desconocidas tanto para unos como para otros. Ejemplos como el Couto Mixto (ver  El Couto Mixto, la olvidada Andorra entre España y Portugal) nos dan una idea del grado de arrinconamiento y olvido por parte de las administraciones correspondientes. Los pueblos (¿o pueblo?) de Rihonor y Rio de Onor es fruto de exactamente de esta particular historia de fronteras.

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Vista general del pueblo

Situado a lo largo del río Onor (Comtensa, para los españoles) el origen de este pueblo agrícola y ganadero cuya parte española tiene unos 30 habitantes y unos 150 en la portuguesa, se remonta a la Edad Media. Fue durante el siglo XIII, que el Reino de León colonizó la zona y fijó el núcleo primigenio de Rihonor creándose posteriormente en la zona portuguesa el barrio que lleva en la actualidad el nombre de Rio de Onor. Este barrio, si bien estaría en zona portuguesa desde un primer momento, al estar bajo el dominio del Obispado de Astorga, sería poblado por gente leonesa que no tendría obligación de pagar ningún tipo de impuesto a Portugal.

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Por si quedaba alguna duda

Debido a este origen común y a pesar de los avatares históricos de los siglos, el pueblo, si bien dividido administrativamente en dos, mantiene una unidad social que la frontera (raia en portugués) no ha podido borrar, ya que la mezcla de unos con otros, tanto de tierras, bodas o relaciones familiares aún se mantienen hoy en día. Incluso mantienen -si bien en franca decadencia y próxima a la extinción- un habla común dialecto del leonés -el rionorés- que se remonta a la época de la colonización leonesa de la zona. Pero la mezcolanza no acaba aquí.

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Puente internacional

A pesar de que cada parte tiene su iglesia particular, como la población es tan reducida, las fiestas patronales son conjuntas (pagan los ayuntamientos respectivos) y la misa se hace quincenal, pero alterna. Es decir una semana en un lado y otra semana en otra, de tal forma que los del "Povo de cima" (Pueblo de arriba, Rihonor) una semana escuchan la misa en castellano y a la semana siguiente se desplazan los 200 metros de distancia que les separan de la iglesia del "Povo de abaixo" (Pueblo de abajo, Rio de Onor) a escucharla en portugués. Y viceversa, claro está.

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¿Frontera? ¿Qué frontera?

Esta secular división en la unidad, no se puso en peligro ni en 1974, con la Revolución de los Claveles cuando el teniente encargado del puesto de los Guardias Fiscales de Rio de Onor, puso una cadena en medio de la carretera que comunica ambos barrios. La razón de poner semejante "muralla" se ignora completamente, -se especula que fuera para evitar la entrada de tropas desde España para ayudar a Salazar- pero la cuestión es que se mantuvo hasta 1990:  los rionorenses pasaban tranquilamente con sus tractores a sus tierras en el otro lado de la Raya por las pistas de tierra de siempre. Si a los forasteros les molestaba, ya era asunto de ellos, evidentemente.

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Banderas en el bar de Rio de Onor

En la actualidad este pintoresco pueblo, envejecido por la emigración de los más jóvenes en busca de mejores oportunidades, continua su vida plácida de cada día comprando en la tienda española y tomándose las copas en el bar portugués. Una vida plácida, al margen de cualquier barrera, demostrando que las fronteras, cuando hay voluntad de convivencia mutua, son simplemente un garabato sobre un papel mojado.

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Rihonor-Rio de Onor, un pueblo, una frontera, dos países


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