Revista Cultura y Ocio

Un recuerdo indeleble

Por Maria Jose Pérez González @BlogTeresa
Un recuerdo indeleble

A media hora del lugar desde el que escribo, en la comarca del Campo del Turia, existe un lugar llamado La Eliana. Donde ahora se levanta la población, existió una propiedad de los carmelitas de la antigua observancia. El 9 de marzo de 1570, los religiosos adquirieron diez hanegadas a Baltasar Salort y otras diez a Miguel Torre. Para realizar obras en la finca, tomaron a censo 2.000 escudos. Posteriormente fueron ampliando su propiedad, con la compra y anexión de nuevos terrenos¹. Así, consta que en octubre de 1594, un tal Jaume Cherta vendía sus tierras al P. Miguel de Carranza, prior del Carmen de Valencia. Los carmelitas convertirían la finca en un terreno muy productivo, y el convento llegaría a albergar un número elevado de religiosos. Finalmente, perderían la propiedad en 1835, con la desamortización de Mendizábal. Los vínculos del lugar con la Orden del Carmen han quedado perpetuados en el nombre de Eliana, que proviene, precisamente, de la relación que los carmelitas tienen con el profeta Elías, al que se remiten como fundador.

El mencionado carmelita valenciano, Miguel de Carranza, desempeñó dentro de la Orden destacados cargos: prior del convento de Santa María del Monte Carmelo de Valencia, calificador del Santo Oficio, Provincial del Carmen de Aragón, Vicario General y Comisario Apostólico para España y Portugal... Fue también autor de diversas obras, entre las cuales destaca su Catecismo y doctrina de religiosos. Los carmelitas descalzos llegaron a tenerlo inicialmente como candidato para Superior General de la Orden en el Capítulo de Cremona en 1593, en el que se obtuvo, finalmente, la separación entre descalzos y calzados.

Fray Miguel, de joven, había trabajado como ayudante del entonces Vicario General del Carmen de España, el P. Damián de León y le acompañaba en sus recorridos por los monasterios de la Orden. A sus 25 años, al joven carmelita se le quedó grabada para siempre la imagen de una monja simpática y conversadora que conoció en una de esas visitas. Cuarenta y tres años después, sería llamado a declarar sobre ella.

Así se recoge su relato, en tercera persona, en Valencia, el 5 de septiembre de 1595:

"El padre maestro Miguel de Carranza [...] dijo que conoció a la madre Teresa de Jesús, siendo ella de poca edad, porque siendo el sobredicho padre Maestro secretario del vicario general de España, llamado el maestro fray Damián de León, que era provincial de la dicha provincia de Aragón, visitando la Provincia de Castilla de la misma Orden en el año 1552, llegaron a la ciudad de Ávila, y después de haber visitado el convento de sus frailes, fueron a visitar el convento de monjas de la misma ciudad, llamado de la Encarnación, que en aquel tiempo eran de ciento y ochenta monjas, las cuales por su mucha multitud y poca renta vivían en grande parsimonia y pobreza. Y en él vivía entonces una religiosa llamada doña Teresa de Ahumada [...]. Era mujer de buenas partes, por ser de linaje esclarecido y de buen ingenio y habilidad; era entonces de pocos años, que, según le parece, sería de treinta años, poco más o menos; y que era mujer morena y de buena estatura, el rostro redondo y muy alegre, y regocijada, y amiga de buenas y discretas conversaciones. Y tenía entonces, como dicen, sus devotos en la Orden, aunque nunca entendió que la dicha doña Teresa fuese amiga de malos tratos ni que fuesen fuera de los límites de religiosa, aunque con alguna libertad como en aquella casa y en otras de monjas de otras Ordenes antes del Santo Concilio se usaban. Después de algunos años entendió el dicho padre maestro Carranza las muchas y grandes misericordias que Dios había hecho a la dicha madre doña Teresa, dándose muy de veras a la oración, y meditación y contemplación, y de haber puesto Dios en ella un espíritu de su padre Elías para resistir al rey Acab y reina Jezabel, que es el mundo y carne, menospreciando cuanto el mundo podía dar de bienes temporales y honras, y la carne le podía pedir de conversaciones y deleites por más lícitos y honestos que fuesen"².

¹Cf. VELASCO BAYÓN, Balbino, "El convento del Carmen de Valencia en los siglos XIII al XVI" en Carmelus 35,1 (1988) p. 108.

²SILVERIO DE SANTA TERESA (Ed.), Procesos de beatificación y canonización de Sta. Teresa de Jesús, (B.M.C., 19), Burgos, Monte Carmelo, 1935, Tomo II, p. 133.


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