Revista Cultura y Ocio

Un rincón de Mallorca: Banyalbufar

Por Tienesplaneshoy @Tienesplaneshoy

A 25 km de la capital de la isla de Mallorca, unas ondas se dibujan en el terreno que forma el litoral.  Fuertes contrastes de color ofrecen una imagen pintoresca que, sin duda alguna, es el fuerte atractivo del lugar que hoy os queremos enseñar: Banyalbufar.
Al suroeste de la Sierra de la Tramontana, y a unos 16 km de Valldemossa, lugar encantador, se situa esta localidad. Etimológicamente hablando significa “construido al lado del mar”. Acepción que refleja de forma precisa el perfil de este lugar.
Banyalbufar
La toponomía de su terreno ofrece unas vistas impresionantes. Una zona abrupta, que linda con acantilados y cuyas protagonistas son las terrazas que limitan con el mar e invaden un tercio de la población. Terrazas repobladas por lo que durante años fue el producto estrella en el lugar, la malvasía, que daba origen al vino típico de la zona (blanco y seco) y que en el s.XIX desapareció tras una plaga quedando abandonada su cosecha. Tras estos sucesos comenzó el cultivo, para aprovechar el terreno, de tomates y patatas.
Banyalbufar
Ahora, bastantes años después, esas terrazas dispuestas en desniveles, y que parecen formar escaleras que llevan al mar para salvar los obstáculos de un terreno tan heterogéneo, están siendo repobladas gracias a la iniciativa puesta en marcha al encontrarse, en un jardín privado, una vieja cepa de la antigua “malvasía” que, tras someterse a estudio y procesos varios, se ha podido reproducir y poner en marcha de nuevo su cultivo.
Banyalbufar
La carretera divide al pueblo y desde ella, como pequeños nervios estrechos, nacen callejuelas cuya pendiente dirige a las viviendas. Escaleras que desafían a la gravedad van salvando las puertas de las casas desde las que se intuye unas vistas maravillosas.
Banyalbufar
El municipio, de unos 18 km cuadrados, no supera los 500 habitantes de forma permanente. En verano se produce un aumento significativo de la población, a pesar de ello, se trata de una localidad tranquila en la que poder deleitarse de un descanso de ensueño.
Banyalbufar
El acceso al mar es otro de sus atractivos, dispone de 5 playas. Nos sorprende especialmente la Cala de Banyalbufar, a la que se puede llegar descendiendo desde la Calle Mayor, por una gran pendiente durante un kilómetro, aproximadamente. Se puede acceder en coche (lo cual recomendamos, tras nuestro fatigado paseo de vuelta) y dispone de aparcamiento gratuito. 
Banyalbufar
La Cala es tremendamente pintoresca, el acceso únicamente se puede hacer a pie a través de unas escaleras y, desde arriba, el agua se divisa como una mezcla de verdes y azules intensos que permiten ver un fondo de piedras. Mide unos 100 metros de largo y 15 de ancho. Limitada por una  pared de acantilado con una caída de agua en forma de cascada que no dejó de sorprendernos. Está reforzada y protegida con red por los habituales desprendimientos. Su entorno le confiere un carácter especial, y este mismo es el que hace que no esté masificada, ya que su acceso y caracteristicas no son atractivas para todo tipo de público.
BanyalbufarEn el entorno de Banyalbufar quedan algunos restos de las atalayas que hicieron su misión defensiva en la época en la que los corsarios acechaban las tierras para saquearlas, y que formaban parte de un sistema de vigilancia que protegía el litoral de la isla. Una de las más conocidas en la Historia mallorquina se encuentra en este municipio, la Torre des Verges (conocida popularmente como la Torreta o Torre de Ses Animes, por leyendas que la envuelven en cuanto a desapariciones en sus inmediaciones). 
El sector turístico ha sido otro de los impulsos para esta localidad. En nuestra ruta, aquel día, tras la visita de Valldemossa, acudimos a Banyalbuyar, y a parte de disfrutar de este bonito pueblo, y sus espectaculares características singulares, también paramos a comer. Sin haber planificado con anterioridad este momento, elegimos el lugar al azar. El Restaurant Es Trast, de pocas mesas, pero con bastante encanto en cuando a decoración. No fue una mala elección gastronómicamente hablando, lástima que quedó algo empañada la visita por el tiempo de espera en general, tanto para la llegada de las entradas como entre platos.
La Sierra de la Tramuntana ofrece en su conjunto un entorno mágico. Banyalbufar es una de esas paradas que colorea con azules infinitos un paseo para recordar.
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Banyalbufar
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