Revista Cine

Un toque de violencia: Podríamos ser cualquiera

Publicado el 22 julio 2014 por Criticasen8mm @Criticasen8mm


Un toque de violencia: Podríamos ser cualquiera.Título original:
Tian zhu ding (A Touch of Sin)
Año:
2013
Fecha de estreno:
25 de Julio de 2014 
Duración:
130 min
País:
China
Director:
Jia Zhang Ke
Reparto:
Jiang Wu, Meng Li, Lanshan Luo, Baoqiang Wang, Jiayi Zhang, Tao Zhao
Distribuidora:
Golem

Si nos paramos a pensarlo con calma, una vez que hemos visto la película, nos damos cuenta de que no es fácil hacer lo que Jia Zhang Ke ha hecho, y mucho menos salir airoso, al menos desde mi punto de vista. Se puede pensar que tratar de hacer una película sobre la China contemporánea, con personajes anónimos y más o menos universales, con los que cualquier espectador, cercano o ajeno a los acontecimientos, podría sentirse identificado, es fácil, pero creo que no lo es. Y es aquí donde destaco la primera cosa buena, su accesibilidad, pese a todo, es arrolladora. Aunque la duración y la abstracción con la que a veces se desarrolla pueda llevar a confusión. De hecho, aunque la película no sea de tu agradado, aunque en términos cinematográficos el planteamiento no te haya gustado, da igual, es imposible no sentirte identificado con el hombre que, harto de ver como los más poderosos arremeten contra los más desfavorecidos, se toma la justicia por su cuenta. O el joven que deambula sin trabajo, sin perspectiva, por una sociedad que lo escupe constantemente hacia la más absoluta negación como persona.


Un toque de violencia: Podríamos ser cualquiera.

Por suerte o por desgracia nos ha tocado vivir en un mundo donde vemos todo esto casi a diario, incluso lo vivimos. ¿Quién no tiene o ha tenido problemas económicos? ¿Quién alguna vez no se ha topado con injusticias sociales y laborales? En cualquier caso, hay algo sutil y macabro en el planteamiento que desemboca en una reflexión más profunda de la que a priori podríamos extraer. Y es que, desde el título, tan misterioso, ese "toque de violencia", que define el hilo conductor que une las distintas historias, todo intenta ir hacia lo impersonal, lo universal, como diciendo, cuidado, que esto podría estar pasando ahora mismo cerca de ti, pero a la vez lo sentimos lejano, como si, asumiendo que es un problema real, no prestáramos especial atención. Si no reflexionamos mínimamente tras ver esta película, no habrás hecho nada. ¿Estarías dispuesto a tomarte la justicia por tu cuenta? ¿Hasta que punto es justificable el uso de la violencia, sea del tipo que sea, por denunciar aquello que (tu) consideras injusto?  
Un toque de violencia: Podríamos ser cualquiera.

 Está claro que el marco en el que nos situamos favorece esto que estoy comentando. Para nadie es ajeno que la situación en China no es la más favorable o la más deseable. Los fantasmas del comunismo de la segunda mitad del siglo XX, la superveniencia de una tradición amputada de sus raíces, que aún perdura y subsiste, edulcorada y contaminada por una occidentalización desequilibrada se mire por donde se mire. La crítica a esa Torre de Babel desmesurada que es el planeta Tierra en la que jamás seremos capaces de llegar a un acuerdo, donde los intereses de unos y otros, aún siendo comunes en esencia, se desvirtúan ante la falta de entendimiento, lo que desemboca en la violencia.  Realmente, no es que Jia Zhang Ke nos haya descubierto nada nuevo, ni dentro ni fuera del cine, pero si que es verdad que es un tema que siempre se encuentra en constante renovación, y cada época ha tenido sus dramas, sus ficciones demoledoras sobre un tema real. 
Todo en la película es demoledor, no hay ni un solo plano amable, no hay esperanza alguna en esos personajes. El drama mueve como marionetas a los protagonistas, ahogados en un mar de hormigón, de rascacielos y contaminación del que por desgracia jamás saldrán. La promesa del progreso aplastada por su propio peso. Deambulando por calles donde el pasado se alza en ruinas, desmoronado. Esa constante sensación de opresión, por otro lado, consigue un efecto un tanto contradictorio, porque Jia Zhang Ke se recrea en esa miseria para crear escenarios estéticos. La misma cámara que capta esa miseria existencial se aprovecha de su entorno para crear algo hermoso.                                   
                                        7/10


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