Revista Coaching

Una aventura se reunió con mi sueño

Por Andresubierna

despertarenlatierraMe encantaría ser sabio, ese es mi sueño, pero no lo soy.

Sin embargo este libro sí lo es.

Lo fui leyendo mientras lo escribía y lo sigo leyendo una vez terminado, sólo para corroborar que no soy yo quien lo escribió, sino el libro quien me escribió a mi.

Escrito en forma de novela y en primera persona, tiene la particularidad de transcurrir en tiempo presente. Esto quiere decir que tanto el personaje, como el lector y yo, nos vamos enterando a la vez de lo que sucede.

¿Cómo ocurrió esto? Muy simple; la imaginación me iba presentando imágenes, y yo simplemente las seguía y las volvía palabras… Y entonces, el libro se valió de mi ausencia para presentarse y escribirse. Sólo necesitaba que yo, ese yo que pretende agarrarlo todo, se corriera.

Por lo tanto, me es evidente aclarar, que yo no soy su autor, sino su cómplice. Su testigo. Un privilegiado co-autor con la vida, Dios o quien prefieras.

¿Qué me puedo acreditar, entonces, como autor? La búsqueda. La búsqueda incesante una vez aceptado mi olvido, y la valentía para encontrarme con respuestas que nada hicieron por halagarme.

Y sin embargo, ¿Podría asegurar que estas dos virtudes me pertenecen? O bien ¿Qué cualquier virtud nos pertenece?

Lo cierto es que cuando chico, la vida y yo éramos lo mismo. No había necesidad de buscarla por estar en ella.

Me críe a metros de altura arriba de los árboles (donde tenía mi casita), y mi confianza con la naturaleza era tal que nos con-fundíamos.

Nada era bueno o malo, lindo o feo… era.

En el camino fui incorporando conceptos sobre las nuevas leyes que debía aprender, de una u otra forma, para pertenecer y desenvolverme en un planeta llamado tierra, donde, básicamente, debía ser aceptado.

Poco a poco las leyes terrenales fueron encallando a las leyes divinas, y aquel recuerdo se presentaba cada tanto vestido de añoranza y me invitaba a través de un libro, una conversación o un hecho inesperado, a devolverme al paraíso.

Con el tiempo, esa añoranza fue quedando atrás para verse proyectada a través de sueños , y entonces decidí, sin reflexionar al respecto, que seguir el camino de los sueños era seguir el camino de regreso , y que la añoranza no era más que el mensajero que había encontrado el paraíso para recordarse a si mismo.

Y entonces, al igual que un equilibrista que no pertenece a ningún mundo, y sin embargo está tan cerca de ambos, llegué al destino para abrazarme con el “éxito” y conquistar aquello que se suponía, era el destino final.

Sin embargo, lentamente, el éxito se disfrazó de vértigo y el vértigo de vacío. Aquello que estaba afuera no lograba reemplazar a esto que ya no estaba… Y entonces, la ausencia del paraíso convocó nuevamente a la añoranza y la añoranza recordó que había olvidado mi sueño.

Y así, sumergido en una búsqueda tan apasionante como torpe, me entregué decididamente a mis preguntas ancestrales, porque intuía, de algún modo, que prometían una respuesta: ¿Quién soy? ¿Qué hago aquí? ¿Qué es esto de estar vivos? ¿Y Dios? ¿Y la muerte? ¿Y la vida?…..

Los años pasaron y algunas respuestas se fueron encontrando con sus preguntas y nuevas preguntas salieron en busca de sus respuestas. El desconcierto y la claridad pasaron a ser huéspedes habituales, y mi aceptación por ambos una grata sorpresa.

Entre medio: la ira, los miedos, la incertidumbre, el amor, los encuentros místicos, los desencuentros económicos, la ira, los miedos, la incertidumbre, el amor…

Entre medio… yo, sentado frente a mi hija, en un cuarto iluminado por su presencia, y dejándome decidir entre escribir mi primer libro o conseguir dinero para mañana. Hasta que, en continuado con una conversación que disfrutaba de sus silencios, tomé el bolígrafo y el cuaderno, crucé naturalmente mis piernas, y conservando el tono intimista empecé a escribirle en voz alta una aventura, que hasta ese momento desconocía, pero que luego reconocería y cambiaría mi vida.

Una aventura que se reunió con mi sueño.

Un sueño, que decidió contarse así…

Prólogo del libro de Jorge Schubert, Despertar en la Tierra, seleccionado por Andrés ubierna

 


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