Revista Creaciones

Una biblioteca con nombres propios

Por Masqueudos

Gala cumplió dos años la semana pasada pero cuando llega a la biblioteca del parque, siempre unos minutos antes de la sesión de cuentos, tiene claro qué libro leer y con quién hacerlo. Con su madre, a la que no le importa que siempre escoja el mismo, o con su abuelo, que le regaló los genes del teatro y del amor por las historias.

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Ängel se jubiló hace años pero durante toda su vida tuvo una tienda, y por las mañanas, antes de que las mesas de la biblioteca se llenen del bullicio del parque y de los niños, hablamos sobre lo difícil que es ser empresario, sobre la responsabilidad de sacar adelante algo por lo que luchas toda tu vida y a la vez ser capaz de disfrutarlo. Nos despedimos siempre con una cariñoso “hasta mañana” sabiendo que solo compartimos el mes de Julio, pero nos da igual, porque sabemos que Julio tarde o temprano volverá.

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Gonzalo y Julio pasan las mañanas entre el futbol y los libros. Siempre están dispuestos a ayudar. Y a aprender algo nuevo. Son seres curiosos por naturaleza. Este año me pidieron que les enseñara a contar cuentos y fue uno de esos momentos mágicos en los que uno piensa “algo bueno estamos haciendo”

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La tribu viene los martes y los jueves. Viajan en autobús y para esos pequeños de no mas de 3 años, es toda una aventura. pero merece la pena por ver cómo disfrutan de los libros incluso teniendo al lado el parque.

Patricia y Gema se sientan con su “familia” (porque son algo más que un campamento urbano) y disfrutan de sus mañanas entre el arenero, los columpios, los talleres y los cuentos. ¿Y sabéis qué nos les falta tampoco? El cariño. Y eso se nota.

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La señora María es de Chillán (Chile) pero fue la primera que se acercó al rincón de historias sobre Salamanca y me preguntó “señorita, ¿puedo coger un libro?” Desde entonces nos hicimos amigas y hablábamos todas las mañanas de rincones curiosos de nuestra ciudad, de la suya y de lo importante que es encontrar a personas que sepan preguntar, a otras que sepan responder y que ambas sepan escuchar. Nos despedimos con un abrazo y muchas palabras.

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Y Luna que ya ha cumplido un año sonríe cuando se acerca a la biblioteca del parque. Tiene ya sus favoritos pero adora que su mamá, su papá, sus abuelos o sus primos compartan con ella cuentos nuevos. Escucha cada vez con más atención las historias que ya le suenan y disfruta en familia de todas las sorpresas del verano que se abre ante sus ojos. .

Jose Antonio tiene 92 años y lo primero que hace al llegar al parque es montarse en la bicicleta estática y después de diez minuto tomarse un Actimel. Después se sienta a leer el periódico del día, y si es martes y jueves, aunque no se sienta en primera fila y prefiere quedarse atrás, yo sé que escucha los cuentos. Y los disfruta igual que cualquiera de los pequeños.

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Se quedan muchos nombres en el tintero: Inma y su paciencia; Mario, Victor, y todos los pequeños de Cinco y más; Rocio y Alba, lectoras empedernidas; Alejandro, Mari Mar y su hermana Lupe, Josefina, Michel, las dos Isabeles, Teresa, Jara, Noe, Jimena, Andrea y sus historias; Sonia, Juan, Leo y el resto de la familia; Fátima, Andrés, Ana, Inés… Todos ellos hacen que la biblioteca del parque se convierta en un lugar especial que se llena de vida durante el mes de Julio gracias a Fundación Ciudad de Saberes, pero de historias gracias a su compañía y a su presencia.

Volveremos el año que viene, ¡y nos veremos de nuevo!


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