Revista Cultura y Ocio

Una carpeta llena de animaladas

Publicado el 15 enero 2015 por Javier Ruiz Fernández @jaruiz_

En la carpeta puede leerse: Animaladas, y recoge historias de las que muchos y muchas preferirían no ver, escuchar o saber jamás. Esta carpeta tiene un propósito mucho mayor de lo que a priori pudiera parecer: pretende cambiar el mundo, con palabras; dando forma al pensamiento, buscando otros caminos, fundiendo una conciencia tras otra.

Pegada a ella hay un post-it de color amarillo con el siguiente mensaje: No tienes por qué hacerlo, en homenaje al DON’T TRY de Bukowski. Y en su interior hay ideas; ideas que no gustan, e historias que repugnan y, a veces, caminos a seguir. En el margen superior de la primera hoja, centrado, y en fuente Times New Roman 12 está el título:

De cómo los animales viven y mueren

Las siguientes líneas no son más que una declaración de intenciones; o quizá el breve prólogo de un proyecto que lleva tiempo rondando en mi cabeza.

No tienes por qué hacerlo. No tienes por qué creerte mejor que los demás por comer cerdo, y no perro. O por vestir prendas sintéticas mientras comes una tostada con foie. No se trata de eso; no tiene relación con si eres omnívoro, carnívoro, vegetariano o vegano; no tiene relación con si vistes cuero, o si jamás se te ha pasado por la cabeza. No es cuestión de comercio justo, o neocolonialismo; ni tan siquiera de sentimientos, o espíritu, o alma.

Ninoshka y compañero en Can Capsec (La Garrotxa)

Se trata de saber. Saber que en algunas fábricas de Rumanía despellejan vivos a los patos, que el foie gras es producto de una enfermedad (cirrosis) que se provoca intencionadamente a las ocas; que comes carne criada en cautividad, de vaca, de ternera, de cerdo, que jamás vio la luz del sol, que ha sido sobrehormonada y trágicamente muerta de un modo total y completamente antinatural e inhumano.

Ninoshka en Can Capsec (La Garrotxa)

Durante años he escrito historias; algunas eran mera ficción, otras eran experiencias volcadas en un papel. La víspera del día de Reyes del año 2015 murió Caos. Y el día 8 de ese mismo mes, El Huffington Post, El País y centenares de blogs conocían nuestra historia con aquel perro que encontramos en una carretera tocando la medianoche.

Cuando vi cómo mis palabras habían llegado a más de 1.000.000 de personas, no podía creérmelo. Sabía desde el principio que era un tema delicado; un sentimiento al que había dado forma en palabras, y a través del que muchas personas podían identificarse. No importaba si era Caos, Coco, Nuka, Dana, Piula o cualquier otro perro; Caos se había escapado, pero nos había hecho un último regalo: la universalidad de su historia.

Caos en Can Capsec (La Garrotxa)

Más tarde, quizá me contagié un poco de esa tenacidad que mi perro ofrecía paso tras paso. Reduje mi carga de trabajo, y empecé a escribir. Entonces me planteé: “Quizá no solo es cuestión de hacer o no hacer en lo que respecta al maltrato animal, a nuestro modo de vida y a nuestra forma de consumo; se trata de conocer qué hay detrás de esa granja, de esa fábrica de piel e incluso de esa multinacional de la telefonía.”

Quizá nos han dicho tantas veces que no es posible que hemos terminado por creerlo; yo también lo hice; después vi cómo un perro moribundo volaba. Y ahora no puedo evitar querer cambiar el mundo igual que él lo hizo: lento, muy lento, pero firme.

Burro catalán.


Volver a la Portada de Logo Paperblog