Revista Coaching

Una "Cenerentola" en la media actual de Les Arts

Por Antonio J. Alonso Sampedro @AntonioJAlonso

La vida incorpora una especie de miopía mental que impide la consciencia de lo bueno cuando acontece, para apreciarlo luego como recuerdo de un pasado que ya no volverá. Así suele ser, si bien en algunas raras ocasiones esto no se da. Esta excepción a mi me ocurrió, en lo musical, durante las cuatro o cinco primeras temporadas de Les Arts, cuando fui consciente de que aquel sorprendente milagro tendría fecha de caducidad. Y así fue después, pasando de una liga de campeones a otra menor y más propia de nuestra periférica realidad.

“La Cenerentola” (G. Rossini-1817), que estrenó ayer el Palau de Les Arts en una nueva coproducción con la Dutch National Opera y el Grand Theâtre de Genève, encaja perfectamente en la actual etapa del teatro de ópera valenciano que en los últimos diez años nos ha puesto en nuestro lugar. Un lugar meritorio por el notable nivel medio que podemos disfrutar, pero alejado de aquella excelencia musical.

Pese a que considero a Rossini mejor cocinero que compositor, no puedo comentar una ópera suya sin mencionar la música, pues ello sería tanto como obviar las imágenes en una película para solo citar los diálogos y poco más. Rossini fue el rey del "balido" como forma de cantar, esa repetición pautada de un sonido que las ovejas inventaron como manera de expresar sus profundos sentimientos ante las demás. Cierto que las partituras del chef italiano suponen para sus cantantes una extrema dificultad, pero también es cierto que no todo ejercicio de acrobacia circense justifica su idoneidad.

Pasados unos días, antes podíamos acceder en Internet a las populares presentaciones de Ramón Gener en Les Arts, luego ya no y ahora el Palau incluye pasajes de las mismas en su correo promocional. Entre otras cosas, Ramón vino a explicar que el compositor escribió la obra en tres semanas y que para ello tuvo que copiar la obertura y algunos pasajes más, práctica impropia en un “genio” tal y como algunos lo vienen a calificar. Además, en tiempos de Rossini, el público abandonaba la sala en los momentos de menor interés para socializar y volver cuando estaba prevista alguna parte principal. Por desgracia, ahora eso ya no es factible y ayer sentí otra vez el no vivir aquellos tiempos para poderlo practicar.

Aparte de lo musical, esta “Cenerentola” es muy agradecida en lo visual, con una puesta en escena precisa e ingeniosa, donde destaca el movimiento lateral de los teledirigidos decorados que permite adecuar en cada momento la trama con su continente ambiental. Además, el recurso al cromatismo rosa en los pasajes que ilustran la ensoñación de la Cenicienta durante el baile real, diferencian muy bien la utopía de lo que es gris realidad.

El libreto es de gran calidad, en un género que no cuida mucho la naturalidad y la línea argumental. Se aprecian modificaciones respecto del cuento de Perrault, como la sustitución del Hada Madrina por un filósofo (Alidoro), el zapato de cristal por una pulsera y la principal: la madrastra es padrastro, cuya explicación me atrevo a aventurar. Rossini decide dar una anormal tesitura de contraalto a la Cenicienta (¡que es una jovencita!), lo que impide volverla a replicar en su madre y por supuesto descarta que esta sea soprano, intercambiando así la ley natural. Pero este capricho tonal, que parece resolverse con el cambio parental, encuentra un callejón sin salida en su enfrentamiento con el príncipe Ramiro, un tenor lírico ligero que así y en todo momento parece estar enamorado de una madura Cenicienta a punto de jubilar. Sus números juntos empastan mal, lo que unido aquí a la evidente diferencia de altura a favor de la protagonista, componen una extraña pareja muy poco convencional.

La rusa Anna Goryachova es Angelina (La cenicienta), toda una atleta profesional como pudo demostrar en sus saltos imposibles, agilidad y esprines de récord mundial. Su voz también está en buena forma, aunque el control se le escape cuando más lo tiene que regular. Si a esto le unimos que al americano Lawrence Brownlee (Don Ramiro, el príncipe) la naturaleza no ha dotado a sus cuerdas vocales de un altavoz especial, de nuevo la descompensación en la pareja protagonista no se puede evitar. El aragonés Carlos Chauson, a sus setenta años de edad, compone un Don Magnifico (el padrastro) notable en lo musical y en lo actoral, demostrando que la experiencia sigue siendo la madre de este arte y ciencia que es la Ópera de repertorio tradicional.

La Orquesta de la Comunitat Valenciana sonó bien (como es habitual) pero mucho, tanto que en ocasiones los cantantes parecían no estar. De esto el responsable es Carlo Rizzi que, ataviado de director bancario de sucursal, cumplió sin destacar.

El coro cantó con mascarillas y dado que el número de sus integrantes (unos nueve o diez) no superaba en mucho al de personajes de la obra (que no las utilizaban), me pregunto por la razón de esta medida de cautela tan singular. A propósito, Carlo Rizzi accedió a su posición con mascarilla y en las dos ocasiones se la vino a quitar para dirigir a una orquesta que, excepto los vientos y maderas, la llevaban pese a los parabanes que ejercían de remedo a una imposible distancia social. Los espectadores (muy pocos para el estreno de una obra tan popular) también tuvieron que guardar las normas, que no dejaban metro cuadrado de suelo sin pintar y que convirtieron el bar en un improvisado expendedor de rancho militar al ofrecer a la cola hambrienta los canapés en caja cerrada e individual.

Como ya es habitual, los aplausos partieron siempre de un mismo lugar (primeras filas de una platea izquierda reservada para…) y como siempre lograron contagiar a un público autómata y triste por esta calamidad que no nos deja en paz…

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Para quienes prefieran una “Cenerentola” mediterránea y nacional, les propongo la grabación de Claudio Abbado para Deutche Grammophon en 1972 con la Orquesta Sinfónica de Londres, el Coro de la Ópera Escocesa y Berganza, Alva, Capecchi y Momtarsolo.

-La habitual fotografía del programa de mano que suele encabezar mis comentarios, en esta ocasión está tomada en los servicios de Les Arts, queriendo homenajear a la protagonista de esta ópera tal y como nos la muestran: limpiando aseos sin parar-

La entrada Una "Cenerentola" en la media actual de Les Arts apareció primero en El Blog Personal de Alonso-BUSINESS COACHING.


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