Una dictadura del siglo XXI

Hace un par de días me llegó este texto por e-mail. Su autora sometía a mi criterio la posibilidad de publicarlo y, la verdad, es de agradecer que una periodista capaz de escribir un texto tan bien escrito cuente conmigo y con este blog para publicarlo. Lo hago encantado y desde aquí le animo a seguir escribiendo.
Cuando miles de ingeniosos soñadores habían perdido ya las esperanzas de poder, algún día, viajar a través del tiempo, una señora que se hacía llamar la máxima representante de un pueblo y su servicial corte, consiguieron trasladar a la plebe nada más y nada menos que a las entrañas del despotismo ilustrado Versión siglo XXI manteniendo intacto, el mismo emblema de una época ominosa que hoy, desafortunadamente, revivimos en Ibi.
“Todo para el pueblo pero sin el pueblo” esa fue la estrategia, entre otros, de Carlos III y hoy, es Mayte Parra quien ha querido explotar ese insidioso legado. Desde su reino, atendida por esclavos a los que se les ha privado de la posibilidad de pensar, la susodicha se vale de una “publicación digital” para dar rienda suelta a informaciones parcializadas y desprovistas de contraste alguno. Pero lo peor, quizá, provenga del hecho de que tanto ella como los insensatos que se hacen llamar “periodistas” por escribir en semejante “medio”, es que han tenido la desfachatez de bautizar al mismo como IBINOTICIAS, mala conjugación si tenemos el cuenta el hecho de que por fortuna, no todos los habitantes del pueblo se han dejado hipnotizar por sus juegos de serpiente y también, porque en dicho “periódico” uno puede encontrar de todo menos noticias o sino, revisen en la RAE la definición del concepto.
Como tirana que es, supo nutrirse de fieles acólitos a los que en su día, se les exigió respeto absoluto y por encima de todo, a la reina, y cual mayordomos, así fueron cumpliendo los designios de su ama. ¡El artículo 20 de la Constitución tiene que desaparecer! proclamó la sátrapa desde lo más alto de su castillo ante la atenta mirada de sus acérrimos y dicho y hecho: La censura se impuso.
En su Granma particular, la déspota del siglo XXI impide que puedan figurar en él comentarios que vayan a favor de aquellos a quienes ella se ha propuesto hundir, disidentes cuya única intención ha sido la de arrojar luz sobre su sombrío reino, y para ello, somete a revisión escrupulosa todos y cada uno de los argumentos que la gente trata de manifestar valiéndose de la que en teoría, debería ser una de nuestras principales garantías: la libertad de expresión. Pero no, ella únicamente deja pasar a aquellos, que desde la seguridad que propicia el anonimato o cuanto menos el pseudónimo, se atreven a verter improperios y comentarios infundados sobre las pocas personas que han demostrado tener principios. ¿Y esto se llama democracia? Acabemos con una dictadura camuflada que nos oprime a todos. ¡VIVA LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN!
[Por Aida Pastor Beneyto]