Revista Política

Una historia sobre los salarios y la productividad que escapa al relato económico convencional

Publicado el 07 febrero 2012 por Trinitro @trinitro

El tema de la reforma laboral, la relación entre salarios y productividad, la negociación colectiva, etc.. es algo bastante recurrente desde que la crisis comenzó a ensañarse en la economía productiva. En especial FEDEA, fundación de estudios financiada por empresas de gran poder económico en España (basicamente bancos), y sus economistas son los que más han dado la matraca en la necesaria reducción de salarios y vincular en la negociación colectiva más la productividad que al crecimiento del coste de la vida.

Aunque en momentos de crisis coincido que es preferible reducir salarios a la destrucción de empleo en un momento en que las alternativas (devaluación de moneda, facilitación del crédito por el BCE) no parece que vayan a darse, y que a pesar de que es una alternativa que reduce el poder posterior de trabajadores y sindicatos, es que la sistemática destrucción de empleo sin otra alternativa es aún peor. Aún así, hay alternativas también muy responsables al discurso imperante que emana de FEDEA y otros centros de pensamiento económico.

Es curioso como se asume que o bien estás en las posturas de FEDEA a muerte, o bien estás con los acampados defendiendo lo indefendible.

Como no puede ser de otra manera, los modelos económicos y de mercado laboral en los estremos se parecen. Cuando estamos en una situación de más de un 20% de desempleo y sin perspectivas de crecimiento, cualquier alegato a mantener los salarios es un alegato en contra de los parados y a favor de destruir empleo.

Pero lo que FEDEA no cuenta es una parte de la historia. Asocia la situación actual en el mercado laboral a unos salarios que no se parecen demasiado a la productividad, que su crecimiento durante las últimas décadas no se parecen en nada a la evolución de la productividad.

Esto es parcialmente cierto, pero hay dos aspectos que FEDEA y el pensamiento económico imperante no explica e intenta asociarlo a la “irresponsabilidad” de los agentes sociales, a una necesaria reforma de la negociación colectiva o a los malvados sindicatos que han hecho subir los salarios.

Los análisis de FEDEA son bastante serios ya que lo realizan economistas serios, académicos y de prestigio. Pero igual que un análisis puede ser serio, también puede ser sesgado y parcial. Hay tres aspectos que en el análisis de la evolución de los salarios no se han tenido en cuenta. En este caso el artículo de Antón Costas “El misterio de los salarios” es mucho más ilustrativo.

Hay dos temas que en FEDEA no emergen cuando analizan la evolución de los salarios en la etapa de crecimiento y su no-relación directa con la productividad.

El “ponerse al día” del diferencial de reparto de la riqueza en España con respecto a las economías de la UE más avanzadas uno de los factores explicativos del alejamiento de la productividad y salarios.

 

España parte de una situación de peor reparto de las rentas del trabajo con respecto a beneficios. Si nos fijamos en la muy eficiente Alemania, por cada € producido por un trabajador alemán este se queda alrededor de un 5% más que va a parar a los costes laborales que en el caso de un español. Con este porcentaje se pueden pagar más impuestos y mejores salarios, a parte que la productividad alemana es algo superior a la española, los trabajadores alemanes se apropian un 5% más. Cuando en el entorno en el que nos movemos (UE) nuestros socios tienen mejor reparto de riqueza entre empleadores y empleados a favor de los segundos, la tendencia de los negociadores es a parecernos más a nuestros socios. El mero hecho de que haya algunas (pocas) grandes empresas con presencia sindical que comparten experiencias con los socios alemanes hace que los convenios y el reparto de salarios tiendan a parecerse cada vez más.

Otra cosa que FEDEA no indica y que explica una parte importante de porqué los salarios tenían que intentar ponerse al día, aún cuando la productividad no lo acompañe, es que la tendencia de las últimas décadas ha sido hacia que los salarios tengan menor peso en la renta nacional, esto es, que los beneficios que genera la economía cada vez menor proporción del pastel va a los trabajadores. Cambios esenciales que podrían hasta explicar las causas de esta crisis y que han empujado al alza precios de bienes como la vivienda, han obligado a, en momentos de crecimiento, intentar acercar los salarios para compensar esta situación.

El crecimiento del precio de la vivienda como factor explicativo del alejamiento de los salarios con respecto a la productividad

El precio de la vivienda influye más de lo que los de FEDEA quieren reconocer. Una variable explicativa más importante que la productividad para explicar la diferencia de salarios que cobran los trabajadores (incluido los no cualificados y los muy cualificados) es el precio de la vivienda en diversas ciudades y estados. Los empleadores en momentos donde no hay unos niveles muy altos de paro, invierten en sus trabajadores de forma que tengan incentivos para no marchar ya que un trabajador alcanza su pico de productividad pasado cierto tiempo, de ahí que tengan un “salario de eficiencia” que los retenga. Edward Glaeder ha demostrado que la diferencia de costes de la vivienda influye claramente en esos salarios de eficiencia y que los altos precios de la vivienda en un territorio empujan al alza los salarios en la zona, incluso para trabajadores poco cualificados. Ese beneficio de “eficiencia” que busca el empleador necesita mejores salarios donde los costes de la vivienda son más alto. Es cierto que a largo plazo el precio de la vivienda estará relacionado con la capacidad del territorio de generar puestos de trabajo muy remunerados y más productivos, y por tanto la vivienda estará en cierta manera relacionada con la productividad. Ahora bien, a largo plazo en términos de burbuja inmobiliaria pueden significar 20 años, como ha pasado en este caso. Si durante 20 años la vivienda ha crecido de forma desenfrenada por encima de la capacidad del resto de la economía de generar esa riqueza, eso también ha empujado a los actores que han llevado la negociación colectiva a intentar buscar crecimientos de salario que iban por encima de la capacidad de mejorar la productividad. Tanto empleadores que buscaban el salario de eficiencia (y si no, preguntemos como se han retenido a muchos trabajadores de la construcción cualificados en muchas empresas estos años, cobrando 3.000€ brutos al mes), y evidentemente los sindicatos intentaban compensar como buenamente podían los increíbles y abusivos incrementos del coste de la vivienda. En plena burbuja inmobiliaria era imposible que ningún actor mantuviera los salarios asociados a la productividad, ni a empresarios ni trabajadores les interesaba.

Cuando el precio de la vivienda sube los salarios subirán detrás necesariamente, independientemente de que la productividad lo acompañe, esto se hace a costas de la competitividad de las empresas. En España en plena burbuja, los salarios necesitaban crecer o los empleadores no podrían contratar trabajadores mínimamente productivos, esto se ha hecho a costa de acrecentar el mercado dual de trabajo y de hacer más ineficiente la economía.

Solo hay que ver la siguiente gráfica del artículo de Antón Costas para entenderlo. En EEUU donde la Negociación Colectiva cubre a menos de un 25% de los salarios, el salario ha subido muy por encima de la productividad y relacionado más con la burbuja inmobiliaria que en España y en la UE.

Una historia sobre los salarios y la productividad que escapa al relato económico convencional

De hecho se puede elaborar una hipótesis que relacionaría que en este momento de burbuja inmobiliaria la negociación colectiva ha sido capaz de mantener los salarios más cerca de la productividad, a pesar del factor de deflactor de vivienda, que lo que el “mercado libre” y sin negociación colectiva como el de los EEUU ha mantenido. La conclusión es tan potente que es contraria al sentido común económico que propugnan las tesis de FEDEA. De hecho, si analizamos la negociación colectiva desde el inicio de la crisis, ha sido excepcionalmente responsable.

Todo en el fondo han sido estrategias racionales e incentivos que tenían los negociadores para hacer parecer más el mercado laboral español y su reparto salarial al más eficiente modelo alemán e intentar reducir la desigualdad de igresos, que recordemos, nos hace más frágiles a las crisis económicas. ¿La negociación colectiva tal y como está diseñada es incapaz de afrontar la economía de forma eficiente para maximizar empleos y mantener el poder monopsonista del empleador a un nivel razonable sin restar su capacidad para ser eficiente? Yo sigo creyendo que sí. Los de FEDEA pueden presentar el contrato único como la solución mágica, y la propuesta de negociación colectiva asociada a lo que ellos creen que tendría que haber hecho. Pero la negociación colectiva no puede negar tres evidencias que afectan al mercado laboral: el retraso en España con respecto al reparto de riqueza de lo que producen los trabajadores respecto a nuestros socios más avanzados, el factor de la vivienda como deflactor de salarios, y el intento de reequilibrar las rentas de trabajo en el peso de la renta nacional (rentas que también consumen y producen inflación).

Estaría bien que los analistas de FEDEA no enmascaren esta parte de la realidad que afecta a las rentas de trabajo de forma clara, a los incentivos de los agentes que negocian y que ningún modelo de negociación colectiva puede dejar de valorar que el mercado de trabajo no se mueve en un mar solitario de productividad y que se ve muy afectado por los precios, especialmente de la vivienda, ni fuera de un marco histórico como es el español de intentar aproximarnos a Europa también a nivel de reparto salarial.

Entiendo también que los analistas de FEDEA cuentan con incentivos para no explicar esta parte de la realidad. Sin dudar de la calidad y honestidad científica de los economistas de FEDEA, no hay que dejar claro que quien financia FEDEA no dejan de ser grandes bancos que han sido muy responsables, precisamente, de que el deflactor de salarios a través del crecimiento de los precios de vivienda se identifique como la variable que hoy explica porqué somos más pobres y las empresas menos competitivas. La selección de articulistas y académicos de determinado sesgo y que hagan análisis sin contemplar más que una serie de variables (de hecho es curiosa la discrepancia entre los economistas de FEDEA y los que tienen una relación más directa con el mercado laboral real). La culpa y por tanto la solución quieren que esté asociada más hacia el contrato único y sin costes de despido que a reformas en el sistema hipotecario que realmente les afectaría más.

 


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