Revista Cine

Una Noche Fuera de Serie

Publicado el 15 abril 2010 por Diezmartinez
Una Noche Fuera de Serie

Debo confesar que mi educación televisiva estadounidense es precaria. Por supuesto, devoré semanalmente tanto Los Soprano –una de mis dos o tres teleseries favoritas de todos los tiempos- como Six Feet Under, vi arrebiatadas las cinco temporadas de The Wire en DVD y he seguido religiosamente True Blood y, ahora, Mad Men. Pero, la verdad, nunca he seguido la comedia televisiva estadounidense. Por lo mismo, desconozco casi por completo el trabajo en pantalla chica de Steve Carell y Tina Fey. Del primero no he visto un solo episodio de “The Office” y en cuanto a la segunda, tampoco conozco el sitcom “30 Rock”, aunque sí recuerdo sus muchas participaciones en Saturday Night Live, especialmente su hilarante parodia de Sarah Palin.

De cualquier forma, entré a ver Una Noche Fuera de Serie (Date Night, EU, 2010) con expectativas altas. He seguido la carrera fílmica de Carell en sus mejores momentos(El Periodista: La Leyenda de Ron Burgundy/McKay/2004, Virgen a los 40/Apatow/2005) y, aunque Tina Fey no ha sido tan prolífica en la pantalla grande (Mamá por Encargo/McCullers/2008 pasó directamente al DVD en México), su reputación como guionista y comediante está fuera de toda duda. Es decir, entre al cine esperando reírme ininterrumpidamente durante hora y media. No sucedió así.

No es culpa de Farel ni de Fey: de hecho, si la cinta vale el palomazo –y creo que síaguantan las palomitas en miércoles de dos por uno-, eso se debe al impecable timing cómico de las dos estrellas televisivas. El problema es que el guión de Josh Klausner -¿por qué no escribió el argumento la señora Fey?- no les da el suficiente espacio a los dos actores para su debido lucimiento, mientras la realización de Shawn Levy es, con la excepción de cierta secuencia automovilística, fatalmente plana.

Farel y Fey encarnan al aburrido y cansado matrimonio de los Foster, quienes viven desahogadamente en Nueva Jersey. Tratando de revitalizar su matrimonio, deciden viajar a un restaurante de moda en Manhattan y, por una imprudencia menor –toman una reservación que no les correspondía- son confundidos por una pareja que tiene cierta información que le interesa a un peligroso mafioso neoyorkino (reaparecido Ray Liotta).

La premisa hitchcokiana de Intriga Internacional (1960) se combina, pues, con la pesadilla paranoica/nocturna de Después de Hora (Scorsese, 1985), menos la incansable energía de Hitchcock, menos el humor sardónico scorsesiano. Lo que queda, al final de cuentas, es una comedia muy menor que tiene algunos momentos notables –las escenas de Fey y Carell con un Mark Wahlberg sin camisa, una persecución en auto con dos carros pegados en sus defensas- y una que otra one-liner genuinamente graciosa, como la que dice la señora Fey cuando ve el precio del cangrejo en el menú del restaurante popof: “Por lo que vamos a pagar, este cangrejo debería bailar, cantar y presentarnos a La Sirenita”.


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