La catalogaron como la final del mundo, pero tras los hechos lamentables ocurridos mejor la deberíamos llamar como la vergüenza del mundo, esta vez no fue la lluvia de la naturaleza las que impidieron que se jugara el partido, esta vez fue la lluvia de proyectiles que cayeron sobre el bus de Boca Juniors.
No cabe duda que nos encontramos a muchos años luz de diferencia y pareciera una utopía creer que algún día podamos alcanzar el nivel cultural y el buen comportamiento de los aficionados del viejo continente y es que un partido de tanta importancia no puede verse empañado y manchado por actitudes que parecieran ser de la época primitiva.
Cuando Boca y River o River y Boca como mejor le parezca a ustedes lograron la clasificación a la gran final de la Copa Libertadores de América, los argentinos hincharon el pecho y orgullosos con mucha razón les gritaron a todos que se venía la final soñada, anhelada y esperada por tanto tiempo, razón nos les faltaba, sin lugar a dudas un clásico argentino en una final de tan magno certamen se veía como un manjar delicioso que todo aficionado al futbol no deseaba perderse.
Pero la actitud matonesca de ciertos mal llamados hinchas nos frustraron a todos de ver un gran partido, que tenía todos los ingredientes y condimentos para ser justamente eso, un gran partido, el empate hace dos semanas en la Bombonera dejaba abierta la serie y solo una victoria de cualquiera de los equipos le dará el ansiado título.
Esperemos hoy poder apreciar este partido que se está haciendo esperar, hay que tomar las medidas del caso para que hechos como los ocurridos ayer no vuelva a empañar el futbol, hay que recordar una frase lanzada alguna vez por un gran ídolo de este país, que la pelota no se manche.
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