Revista Diario

Una nueva maternidad: La sexualidad de la mujer

Por Belen

Esta semanita de playa y descanso me ha permitido leerme del tirón Una Nueva Maternidad. Hace unos días os contaba mis reflexiones acerca del parto. En estos más de 4 años, desde que mi hijo nació, he pensado mucho en ello, y gracias a mi mal alumbramiento he podido aprender mucho, de la fisiología del parto, de la preparación de la mujer, de nuestro rol. De los errores se aprende, sin duda, ese es mi lema. No me arrepiento de nada de lo hecho, porque de todo he aprendido muchísimo. Me atrevería a decir que he conseguido sacar más en claro de lo equivocado que de lo acertado de mi vida.
Con la sexualidad me ha sucedido igual. Y este es uno de los temas tratados en este libro, pues también forma parte de la maternidad. Libro por cierto que he leído, releído párrafos, páginas, lo tengo marcado por mil sitios. Leer estas páginas me ha hecho ir atrás en el tiempo, en mi tiempo, mi adolescencia, mi inicio en la sexualidad. Pero no, no voy a contaros mis escarceos sexuales, no viene al caso. La sexualidad de una mujer no comienza la primera vez que comparte su intimidad con una pareja. Nuestra sexualidad se inicia con la menarquia, es decir, nuestra primera menstruación. Nuestro cuerpo explota y es en ese momento cuando nuestra femineidad se manifiesta.
La sexualidad de una mujer empieza con la menarquia, sigue con nuestros incontables ciclos menstruales, nuestros cambios como consecuencia de ellos, el embarazo, el parto, el puerperio, la lactancia, la crianza de nuestros hijos. Así contado, cualquiera puede decir, ¡pero si ese es el ciclo de la vida!. Efectivamente, es el ciclo de la vida, en consecuencia es el ciclo de la mujer, porque somos las dadoras de vida. Sin mitos, sin divinidades, hablo de lo carnal, del sangrado menstrual, de parir, de hormonas, hablo de mujeres de carne y hueso no de divas. Pero nos guste o no nos guste somos dadoras de vida. Y el ciclo de nuestra vida, desde que despertamos sexualmente en nuestra pubertad se enfoca a crear un nuevo ser humano y albergarlo en nuestro vientre.
Leía en estas páginas cosas como la "masculinización de la mujer", lo que me hacía recordar algo que escribí no hace mucho, hablaba yo de las mujeres asexuadas, ¿recordáis?.
Desde muy jovencita he oído el discurso de "la píldora anticonceptiva ha sido la revolución de la mujer". Y yo me lo creí en su día. Hoy, veinte años después, con la experiencia y conocimiento acumulado, pregunto ¿de verdad?. La hembra de la especie es cambiante, su sexualidad se compone de picos, subidas, bajadas. Todo ello es consecuencia de las alteraciones hormonales que se producen en nuestro ciclo menstrual. Todo ello hace posible la creación de un óvulo, y en consecuencia de un posible embarazo. Los hombres por el contrario tienen una sexualidad lineal (cito palabras textuales del libro). ¡Ojo! eso no es nada malo, ni mejor, ni peor, ¡¡es su misión!!. Siempre dispuestos para poder llevar a cabo lo que la naturaleza espera de ellos, fertilizar al óvulo disponible.
Y llega la tan manida píldora anticonceptiva, ¿y qué consigue?, que las mujeres nos volvamos igualmente lineales. Y ahora resulta que esto es igualdad, ¡¡pues vaya!!. Perdemos nuestra naturaleza cíclica, engañamos a nuestro cuerpo, le quitamos autoridad, valía, no le dejamos funcionar en su total capacidad. Y, ¿qué ocurre después?, ocurre que repercute a la hora de nuestro despertar maternal. Tenemos un cuerpo, unas hormonas tan dormidas, tan poco preparadas, tan poco dispuestas, que no saben bien qué hacer cuando llega el momento.
En algunas ocasiones, como es mi caso particular, el cuerpo se atrofia, el sistema reproductor se desconfigura y sobreviviene el caos. Anovulación, trastornos hormonales, y un largo y aburrido etcétera.
Y, siguiendo con mi caso particular, lo gracioso del tema es que lo que te permite disfrutar de una vida sexual (reducida ésta al encuentro íntimo con la pareja), es lo que a su vez te quita el deseo. Tres años tomé este cocktail molotov, poco en comparación con muchas otras mujeres, y consiguió aniquilar mi deseo sexual, consiguió dormir a mis óvulos y descontrolar mis hormonas. La consecuencia de todo ello fue un tratamiento de fertilidad.
Y todo esto se equipara a liberación sexual, ¡¡JA, JA, JA!!, me río yo de esto. No señores míos, la liberación sexual no es esta ni consiste en anular nuestra femineidad. Desde hace cinco años, desde que mi hijo llegó a esta familia, ¿pensáis que no he tenido relaciones sexuales?, no por Dios, ¡¡faltaría más!!, otros métodos anticonceptivos menos agresivos nos han echado un cable. Pero me prometí a mi misma no atacar indiscriminadamente mi cuerpo con semejante bomba hormonal. Con esto no condeno este método anticonceptivo, simplemente expreso mi opinión. Y para colmo una opinión avalada por una durísima historia personal.
Gracias a las historias de Una Nueva Maternidad relacionadas con la sexualidad femenina he recordado todo este duro episodio de mi vida. Y efectivamente, coincido plenamente con las mujeres que hablan de ello. La sexualidad femenina es un continuo, no se trata de tener la regla, tener sexo. Va mucho más allá. Se inicia en la pubertad, y el paso del tiempo va completando las múltiples y distintas fases de nuestra maravillosa y extensa sexualidad . Y no hay que verlo como una condena, como un suplicio. Hay verlo como lo que es, un placer, un don, un regalo.
El feminismo de antaño hizo un duro trabajo, nada despreciable desde luego. Pero hemos evolucionado, los hombres, las mujeres, y ahora la sociedad también debe evolucionar. Las mujeres han demostrado su valía intelectual, laboral, social,...., Ahora debemos retomar el papel olvidado de la maternidad. Basta de relegarlo, basta de discriminarlo.
Sigo con mi idea de R-evolución. Ahora toca, como María Berrozpe (Reeducando a Mamá) dice en estas páginas un feminismo en evolución que se ocupe de feminizar a la sociedad en lugar de masculinizar a la mujer, un feminismo que luche porque la mujer pueda desempeñar el papel que merece en la sociedad sin renunciar a la maternidad si es lo que ella desea. Un feminismo que consiga una sociedad donde se valore la maternidad en su justa medida....
Gracias María por tan acertadas palabras.
Y no olvidemos que nuestra fisiología es muy importante, decisiva. Integremos todo nuestro ser. No vivamos nuestra esencia como algo penoso. Nos debemos dar cuenta de la globalidad, de lo grande que es ser mujer.


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