Revista Cultura y Ocio

Una palabra y mil imágenes - 4: Violencia

Por Jesús Marcial Grande Gutiérrez
Disparadas miles de veces sobre la pantalla, las imágenes desgranan una tras otra las secuencias: desde la preparación del exceso, la furiosa ejecución, la cruel superación, el fracasado intento de extinción... todas ellas nos hablan de un nombre, nos describen un concepto:
Violencia

En 1972 acudí con una chica, una lejana pariente de mi madre, a ver la película de Stanley Kubrick "La Naranja Mecánica". Había oído hablar de sus imágenes perturbadoras, de su música clásica llenando la banda sonora, de sus atrevidas escenas... Con mis 25 años, quise impresionar a mi joven prima y, sin embargo, el primer sorprendido fui yo: no me esperaba tanto. Desde las primeras imágenes quedé sobrecogido. La música con el sintetizador Moog de Wendy Carlos me impresionó desde la primera nota y escuché impresionado aquella música infernal y bella junto con la voz en of que explicaba el ritual preparatorio para las violentas escenas posteriores. Contemplé pasmado la sala lechosa del pub Koroba donde os protagonistas beben su leche con velocet, synthemesco y drencrom, una combinación de mescalinas y drogas psicodélicas que los deja preparados para recurrir a la ultraviolencia.
Y, a partir de aquí, violencia, violencia y más violencia... Pandillerismo violento, violación, sadismo, crueldad, violencia institucional, violencia psiquiátrica... Y, sin embargo, asistes fascinado a la proyección. ¿Existe una erótica en la violencia? ¿O quizá esas sociedades distópicas ejercen malsana curiosidad? ¿O acaso el genial Kubrick y el brillante Burges tejen, cada uno en su ámbito, una historia magistralmente relatada ante la que nos rendimos?
Siguen sonando en mis oídos los acordes del sintetizador... No puedo evitar estremecerme ante la mirada del trío protagonista. Sé lo que va a ocurrir...

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