Revista Ilustración

Una paloma blanca

Por Davidrefoyo @drefoyo
Una paloma blanca
Tú, que reconoces las huellas del ciervo en mitad de la noche, conservas el brillante fulgor de la fotosíntesis. Atravesaste la niebla con tus manos blancas y dijiste palabras de síntesis en el adiós. Buscabas un nuevo sendero y aplazaste los pagos. Los mastines no son un enemigo fiable a pesar de la violencia y los ladridos de ultratumba. ¿Has visto a ese pastor hablando educadamente? La piedra del norte lamina la lluvia y las nieves no llegan hasta que la noche se establece, perenne, en el calendario. No comprendías las tarifas. No comprendías el trabajo si está lejos. Tan solo querías estar aquí. Iluminarte bajo las luces amarillas del árbol. Pensar los regalos de reyes. Querías ser una más y aburrirte en el sofá hasta la hora del descorche. Y no te dejaron. Una paloma se ha posado en el borde la ventana. Pensé en cazarla. Pensé en la pizza y en los lunes festivos. Traté de dejarlo por escrito. La nostalgia no es remedio del mañana. Camina. Y bendice estos cuerpos. EL tuyo, el mío. Parsimonia. Estrechez.

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