Revista Cultura y Ocio

Una reunión inesperada (3)

Por Cayetano
Una reunión inesperada (3) Patrice Lumumba
Resumen de lo anterior: a una extraña sala de reuniones, van llegando poco a poco unos cuantos personajes de los que han ido apareciendo a lo largo de diferentes capítulos de "En la frontera". Son de diversas épocas históricas. De momento no sabemos qué hacen allí ni quién los convocó...
Un breve pero contundente silencio se hace dueño de la situación durante unos segundos. A continuación toma el turno Patrice Lumumba, el libertador del Congo Belga: -Mi sueño fue un sueño de libertad, pero no solo para mí sino para todo un pueblo- decía Patrice-. Un pueblo humillado, explotado, esclavizado, que se cansó de vivir bajo el yugo de gentes extranjeras y que luchó por lograr su independencia. Yo fui el encargado de canalizar esa lucha y no me lo perdonaron. Al final, parte de mi propia gente fue engañada, manipulada y comprada y de esta manera acabaron conmigo. Yo era un estorbo para los planes que ya habían sido trazados desde fuera. Los amos de Europa tenían otro destino para el Congo una vez que había logrado la independencia. La codicia cegó la voluntad de paz de algunos. África era para muchos una enorme tarta que había que repartir. Yo sobraba. Y me quitaron de en medio.

Tras una breve pausa, interviene el republicano represaliado: -Es curiosa esa coincidencia de los sueños de Patrice con los míos. En el fondo yo quería también esa liberación para los nuestros. Teníamos proyectos, ilusiones… Se habían emprendido reformas para mejorar las condiciones de vida de los campesinos, su acceso a la propiedad de la tierra…; pero todo fue abortado por los que se sublevaron contra la República. Ellos fueron los culpables; aunque la responsabilidad también la tuvieron los que desde dentro se dedicaron a hacer la revolución por su cuenta, matando curas, quemando iglesias, las “checas”… Así no se construye una nación donde todos tuviéramos cabida. Y luego, ese desorden…  La falta de disciplina y de unidad fue nuestro fin. 

Una reunión inesperada (3)
 -Nosotros apostamos muy fuerte. Sabíamos que lo nuestro era una misión arriesgada, poco menos que imposible- apostilló Gayarre, el guerrillero del maquis-. Los vencedores hablaban de nosotros como si fuéramos delincuentes, bárbaros, bestias dañinas sedientas de sangre de gente inocente, y la mayoría no éramos más que personas corrientes que tuvimos que huir a los montes para que no nos mataran. Muchos no tuvimos otra elección, o nos escondíamos o nos dejábamos cazar como conejos. Al principio, nuestro objetivo no era el de formar un grupo guerrillero, sino simplemente huir, salvar el pellejo. Luego ya nos fuimos organizando sobre el terreno. ”En un primer momento nuestra misión era la del sabotaje: líneas férreas, línea de alta tensión, voladura de puentes para evitar el trasiego de suministros… es decir, dar un golpe a las bases económicas del régimen. No queríamos pasar entre la población como bandoleros y evitábamos las acciones de tipo económico, como llevarnos dinero, porque para qué. Lo nuestro era derribar torres de alta tensión que lograron importantes cortes de luz en muchas zonas.
Una reunión inesperada (3)
”Queríamos recuperar lo que nos habían quitado durante la guerra. Nuestro objetivo final era avanzar desde las montañas hacia el sur y echar a los fascistas del poder, pero nos dejaron abandonados en la cuneta los mismos que nos tendrían que haber ayudado, como nosotros hicimos contribuyendo a liberar Francia de sus invasores. No nos pagaron con la misma moneda. Nos sentimos traicionados. -A mí me engañaron. O me engañé yo - dijo Unamuno-. Todo un catedrático, versado en latín, griego y filosofía, y mordí el anzuelo inocentemente. Pensé que los que iniciaron la guerra eran los salvadores de mi patria, que andaba por entonces bastante rota y descompuesta. España estaba en peligro. Había que salvarla. Desde el movimiento falangista hubo gente ilusionada en proteger nuestro país a través de una revolución nacional y anticaciquil que nos redimiera a todos los españoles; pero todo lo contrario, los que provocaron la guerra no tenían intención de renovar nada, solo se movían por sed de venganza. De hecho apartaron o eliminaron a los falangistas que les resultaban más molestos. No tenían ningún interés en regenerar España, solo en situarse ellos arriba y dirigirnos como si fuéramos los soldados de un cuartel. Y para ello no dudaron en emplear los métodos más atroces. Gentes que se decían cristianas y actuaron sin piedad, como lobos sanguinarios… -Pero fuiste valiente- añadió el guerrillero del maquis-. Te diste cuenta y rectificaste. Actuaste con honradez. Te enfrentaste con ellos al final.
-Sí, me rebelé. Y me costó la vida. Pues no volví desde entonces a levantar cabeza. Me morí de tristeza- contestó con melancolía el catedrático de Salamanca.

(Continúa)

Volver a la Portada de Logo Paperblog