Una sociedad que empieza a despertar

La “noche de los mensajes cortos” fue el inicio del despertar de una sociedad instaurada en una travesía somnífera que comenzó tras la tan venerada Transición española. Con ésta se pensaba que ya todo estaba hecho y que nada más habría que reivindicar, pero la historia demostró lo contrario.

Hablo del 13 de marzo de 2004, cuando tras el terrible atentado terrorista de nuestra historia reciente se desencadenó una ola de mensajes vía sms en el que se invitaba a la ciudadanía a la movilización y la protesta. Aquella noche será estudiada en el futuro como el origen del estallido social del S.XXI en España, del hartazgo y el abandono de un conformismo imperante en la cotidianeidad de la sociedad que logró sacar a las calles más de 11 millones de españoles.

Si bien es cierto que en los inicios de la democracia se sucedieron importantes protestas (en 1981 tras el fallido 23F, 1997 por el asesinato de Miguel Ángel Blanco, 2002 Nunca Mais en Galicia, entre otras), no será hasta aquel unánime NO a la guerra cuando se iniciaría el despertar general ciudadano.

Un despertar que se ha ido acentuando en los últimos años con la continua vulneración y retroceso de nuestros derechos, cuando descaradamente se ha tocado nuestra dignidad y cuando la putrefacción de un sistema que ya no ha dado más de sí ha salido a relucir. Ello desembocó en 2012 como el año de la mayor movilización general de la historia reciente con más de 42.000 manifestaciones en tan solo 365 días.

Vemos afortunadamente que la ciudadanía está siendo más consciente cada día de la necesidad de hacerse oír, de decir “basta” y de defender aquella causa que considera más importante. Lo observamos diariamente en plataformas como Stop Desahucios, por una Educación/Sanidad Pública o las Preferentes, y en movimientos sociales como el 15M o Cumbre Social y otras tantas agrupaciones sociales compuestas de cientos de ciudadanos hartos, que con un incansable trabajo y de manera desinteresada luchan, desde su óptica, por un mundo más justo.

Un factor fundamental que ha incidido en esta actual concienciación ciudadana ha sido el imparable avance de los medios de comunicación, en especial las redes sociales, como canal de difusión y convocatoria. Valga como ejemplo el programa “Salvados” sobre el accidente de metro de Valencia de 3 de Julio de 2006, que ha conseguido que la justicia reabra de nuevo el caso. Sin embargo no debemos caer en el error de dejar que nuestras reivindicaciones e ideas queden únicamente en la red.

De todo ello podemos deducir que nos encontramos inmersos en un proceso de cambio donde el concepto individualista del ciudadano está evolucionando acertadamente hacia la colectivización, a la suma de voces y a la aportación conjunta de ideas. Porque si una obviedad existe es que dos voces son más potentes que una y esto indudablemente nos hace más fuertes.

Decía en ‘la dignidad de cambiar las cosas’ que ha llegado la hora de pasar a la acción. Es el momento de que seamos nosotros, en especial la juventud, quienes diseñemos nuestro futuro, por que nadie nos va a regalar nada. Nuestra voz no puede quedar aislada en un hermético y silencioso entorno, sino que debe de oírse por ser más imprescindible que nunca. Y la manera más acertada de ser escuchada es interactuando, interviniendo y participando en los movimientos sociales, plataformas, sindicatos, partidos, por que una sociedad adormecida es carne de cañón para quienes ven negocio en nuestros derechos y para quienes anteponen la codicia a la decencia humana.

La resignación y el silencio jamás nos harán construir ni avanzar. Un mundo más justo solo es posible si como seres dignos seguimos exigiendo a nuestros representantes y a quienes deciden por nosotros, que seguimos aquí y que la permisibilidad no será nuestra seña de identidad.

Por que la historia la escribimos nosotros.