Revista Sociedad

Una victoria, pero todavía no el triunfo

Publicado el 02 junio 2014 por Francisco Francisco Acedo Fdez Pereira @Francisacedo
Una victoria, pero todavía no el triunfo

Juan Carlos de Borbón ha renunciado, y subrayo lo de renunciado porque en España los Monarcas no abdican, sino renuncia. Nada parecía que esto fuera a suceder pero una serie de factores ha provocado el hecho y en este brete nos vemos. Durante cuarenta años se ha sometido al pueblo a un lavado de cerebro colectivo en el que su imagen se ha dulcificado. Es necesario, hoy más que nunca, que Juan Carlos está donde está porque Franco lo designó Sucesor a Título de Rey en 1969, en virtud de la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado de 1947. Hasta ese momento el Dictador jugó con Alfonso de Borbón para tener contento al búnker y a Don Carlos Hugo de Borbón Parma, por entonces Príncipe de Asturias carlista, para contentar a los tradicionalistas del Régimen y a los numerosos miembros del pueblo carlista que desde los finales de la década de los cincuenta habían abandonado el tradicionalismo del Partido Único y acercándose a la Comunión Tradicionalista que tomaría el nombre de Partido Carlista en esos años. Aunque, indudablemente, Franco lo tenía claro, porque si no qué motivo habría tenido que Juan Carlos y su hermano Alfonso estudiaran en España y lo recogiera en Zarzuela. Juan Carlos a partir de la designación comienza su larga marcha de perjurios para consolidarse en el trono. El primero a su padre, Juan d Borbón, Jefe de la rama isabelina, con quien estuvo en Estoril hasta pocos días antes del anuncio de la designación, negando por activa y por pasiva que fuera a aceptarla. Pero donde dije digo, digo Diego y se saltó a la torera la jerarquía dinástica y la obediencia al Jefe de su Casa. Don Juan le pidió que devolviera la placa de Príncipe de Asturias. No es el momento de analizar la figura de Don Juan, pero lo que es innegable es su impecable sentido dinástico y su concepción de la Monarquía (con vaivenes ideológicos que no vienen al caso desde la renuncia de su padre en Roma. Es también necesario recordar que ésta no es la primera renuncia del ramo isabelino, Alfonso XIII renunció en Roma en Don Juan, Isabel II renunció en París en Alfonso XII y Don Juan en Juan Carlos, de lo que hablaré más tarde. Juan Carlos juró en dos ocasiones los Principios Fundamentales y se quedó tan pancho, lo que unido a la desobediencia a su padre se convierte en perjuro por partida triple. El fin justifica los medios, pero la excusa de ir de la Ley a la Ley le sirvió para consolidarse en el Trono creando un sistema basado en el liberalismo, defensor de la oligarquía y dándole ilusiones al pueblo amparado bajo el manto de la democracia y sus libertades. España ha vivido atontada cuatro décadas con la propaganda de un Rey simpaticón y llano, que poco se correspondía con la realidad y que ha borboneado para conseguir un sistema bipartidista que garantice los privilegios de esta Monarquía, que se desentió de sus principios, traicionando a cuantos les ayudaron económicamente en los malos tiempos de Estoril, que tan malos no deberían ser cuando hemos conocido las cuentas en Suiza procedentes de la herencia de Alfonso XIII. La corrupción política y económica ha salpicado a la propia Casa Real y eso ha sido un varapalo para la impoluta imagen que de ellos se tenía, unido a las cacerías africanas, a los negocios por él promovidos, a los centavos de dólar que se lleva por cada barril de petróleo, en resumidas cuentas, se ha destapado una Monarquía alejada del pueblo y defensora de los poderosos, muy alejada del concepto de Monarquía Social que es por el que hay que abogar.Visto con la distancia hay que reconocer que en 1978 era difícil aceptar un sistema territorial diferente del Estado y se llegó al modelo autonómico, que no ha funcionado, creando reinos y subreinos de taifas con sus diputaciones, mancomunidades e instituciones varias en la que los políticos se colocan y colocan a deudos y allegados. Es ahora el momento de afrontar, sin tapujos, un estado federal, que es prácticamente lo que somos, pero iniciando de cero y limpiando en profundidad los sótanos. Los resultados de las últimas elecciones pueden ayudar, e incluso legitimar un adelanto electoral para Cortes Constituyentes que decidan el sistema de gobierno. Soy monárquico, como de todos es sabido, pero ésta no es mi Monarquía, la mía es una Monarquía Social, basada en la vertebración de los distintos pueblos que componen las Españas, alejada de los modelos económicos y políticos del obsoleto liberalismo burgués y fundada en un pacto entre el Pueblo y la Dinastía, la Monarquía por la que lucharon los viejos carlistas, ésos que fundaron, entre otros, Izquierda Unida y que no somos, para nada, unos ultramontanos como la propaganda juancarlista se ha empeñado en fomentar. El carlismo sufrió un rejón de muerte en el Montejurra del 76 a manos de tradicionalistas ultras que asesinaron a dos partidarios de Don Carlos Hugo, apoyado por el Ministro de Gobernación Fraga, el Presidente del Gobierno Arias Navarro y, quién sabe, si Juan Carlos con los omnímodos poderes que entonces tenía. Ahí comenzó el declive público del carlismo, pero sus ideales que libertad, socialismo, federalismo y autogestión siguen en pie encarnados en quienes consideramos nuestro Rey Legítimo Don Carlos Javier de Borbón Parma, que está a disposición de la Españas. La república no me despierta simpatías, pero si es necesaria como un mal menor y voluntad del pueblo soberano la respetaré. Es imprevisible lo que pueda suceder.Los dos grandes partidos han comenzado ya el proceso sucesorio, a redactar la Ley que prevé el artículo 57,2 de la Constitución para que todo quede atado y bien atado. Pero esa Ley sólo puede regular la sucesión, no la figura del soberano que ha renunciado, en el sentido de que a partir de ese momento deja de ser inviolable y se ve privado de múltiples prebendas que van unidas a la Jefatura del Estado. Ésa es una cuestión que está preocupando seriamente a todo el entorno. No creo que veamos sentado a Juan Carlos como testigo en los procesos de su yerno porque ya se encargarán de lo contrario.Yendo a las formas el discurso ha sido lo menos parecido a una renuncia, más parecía un político dimitiendo que otra cosa, con la bandera de la Unión europea viéndose la mayoría del tiempo (¿sería un guiño a los motivos?). Eso debería de haberse hecho ante las Cortes, que son las representantes de la Soberanía Popular. Justo pago al modo en que hizo renunciar a su padre en Zarzuela el 13 de mayo de 1977 cuando en un acto de enorme generosidad le dio la legitimidad isabelina para continuar ese lavado de imagen que la personalidad camaleónica de Juan Carlos ha sufrido a lo largo de estos años. Por otra parte llama la atención que Sofía está en Nueva York. En los últimos años ha cump0lido sus funciones institucionales, pero su alejamiento de Juan Carlos ha sido cada vez más notable. Durante años ha sido el ejemplo de esposa abnegada de otros tiempos que asume con resignación la vida de su marido. Desde el tema de Corina todo cambia, pero como siempre se ha dicho, es una profesional y ha sabido mantener con dignidad su puesto. No se podrá decir lo mismo de la impopular Letizia, en la que Felipe tiene uno de sus peores aliados. Felipe es germánico como su madre, Letizia no levanta la más mínima simpatía, al pueblo por ahí no se lo ganan. Juan Carlos le ha dejado una patata bien caliente.No me creo las diversas fechas que se han dado sobre la decisión de la renuncia ni en el cumpleaños de Juan Carlos, ni en marzo... ¿Qué sentido tienen entonces el aforamiento precipitado de Sofía, Felipe y Letizia, entre otras muchas cosas? Me dicen que algún banquero lo sabía, como es lógico y normal. Esta tarde ya se han convocado manifestaciones, precipitadas en mi juicio, porque en tiempos de cambio no hacer mudanza. Dejemos que el tiempo pase, cada cual se prepare desde su puesto y dispongámonos a vivir una nueva etapa en nuestra historia que, ojalá, nos lleve a donde nos lleve, sea pacífica y se respete, sea cual sea, la voluntad popular. 

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