Revista Opinión

Unidad sindical

Publicado el 16 junio 2010 por Javiermadrazo

Por una vez, y sin que sirva de precedente, debo admitir que comparto el discurso de UGT Euskadi y, en esta ocasión, me sumo al llamamiento realizado por esta central sindical en pro de una convocatoria conjunta en defensa de una huelga general en nuestra Comunidad para denunciar la reforma laboral impuesta por el Gobierno Zapatero. La unidad hace la fuerza y esta vez vamos a necesitarla para poder hacer frente al recorte de derechos impulsado por el PSOE.  

Soy militante de CC.OO y, en honor a la verdad, he de decir que me ha sorprendido positivamente el posicionamiento de esta central sindical en relación con la huelga general del próximo día 29 de junio en Euskadi. El lunes  su secretario general afirmó, en el Forum Europa, que no contemplaba ningún tipo de respuesta con ELA y LAB; ayer, en cambio, anunció que CC.OO  impulsará una huelga general para ese mismo día. Me alegro, en cualquier caso, de la decisión tomada y espero que sea bien explicada para evitar que genere desconcierto en un momento crucial como es éste.

De hecho, me gustaría que fuera la antesala de un acercamiento real y sincero entre los sindicatos con mayor representación en Euskadi, aunque las distancias son tales que la aproximación efectiva no parece posible, al menos, en el corto plazo. Es necesario, en este sentido, incentivar el diálogo y generar espacios de confianza recíproca porque así podrán recuperar parte de la credibilidad perdida entre la ciudadanía. Ganar el pulso al Gobierno Zapatero es ahora el reto prioritario y para lograrlo debemos luchar juntos en la misma trinchera.

Me preocupan el desafecto creciente entre la sociedad y la política, y tanto o más el que se vive en la actualidad entre la sociedad y las centrales sindicales. El capitalismo, mediante la manipulación del lenguaje y el control de los medios de comunicación, lidera una línea de pensamiento dominante que debilita y mina toda la resistencia que se mantiene activa contra las directrices que emanan del mercado neoliberal. Las centrales sindicales son ahora el blanco de su estrategia y se busca su deslegitimación social para poder actuar así desde la impunidad total.  

Creo que hay razones fundadas para poner en cuestión posiciones y comportamientos de las centrales sindicales, más preocupadas por gestionar las migajas que ha dejado caer el capitalismo que por reivindicar la transformación y la justicia social; sin embargo, y al mismo tiempo, creo que las centrales sindicales son más que necesarias, imprescindibles. Para ello, tendrán que adecuarse a la nueva realidad y defender con más vehemencia la superación del capitalismo y los abusos que comete.

No se trata ya de ganar una décimas en la negociación colectiva, ni de de primar los derechos de las personas con empleo sobre aquellas que lo han perdido. Las centrales sindicales deben ser la punta de lanza de una revolución pacífica y democrática que, junto con la izquierda política,  sume voces y aúne voluntades en pro de un cambio de modelo, que pasa, entre otras cosas, por una concepción ética de la gestión pública y una apuesta por la equidad en la política fiscal. El enemigo no está en nuestras filas, sino en las filas de la banca, la patronal, el FMI y los Gobiernos que actúan como brazos ejecutores de sus directrices. No lo olvidemos nunca.  


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