Revista Cuba

Unos se van, otros se quedan y nada cambia en Cuba

Publicado el 24 octubre 2014 por Yusnaby Pérez @yusnaby

Era una de esas tardes tranquilas perfectas para caminar por La Habana. Iba específicamente por el Malecón, donde los guitarristas van detrás de los turistas cantándoles la misma canción de Hasta Siempre Comandante una y otra vez a la espera de alguna propina en dólares. Era justo la hora donde los colores son perfectos para la fotografía, era el minuto justo antes de la puesta del sol. 

Ahí conocí a un señor de mediana estatura que vestía con esa ropa que sabes que es la única que tiene por su desteñido color y por lo bastante pasada de moda. Le vi la mirada perdida en el cielo. Luego bajaba la cabeza y suspiraba. Volvía a mirar hacia arriba y así sucesivamente. 

Sentí curiosidad y me le acerqué. Al hablarle noté que mis primeras palabras no lo sacaban del trance de suspiros. Era como si yo estuviese hablando con alguien que notaba mi presencia pero su confusión mental era más fuerte que el instinto natural de mirar a quien le habla. Lo toqué.

-¿Quién eres?- Me preguntó. Le respondí con la versión corta de “quien soy“ que no suele asustar.

-¿Quién eres?- Le pregunté yo a él.

-Soy uno de los que no se fue cuando se tenía que haber ido- Me respondió cabizbajo pero ya sus ojos expresivos empezaban a entrar en contacto con los míos.

¡Entendí al momento! Era el típico cubano de 50 a 60 años que había vivido toda su vida en Cuba saturado de incertidumbre a la espera de un futuro mejor prometido que jamás había llegado. Es muy probable que tuviese una o varias carreras universitarias y que hasta hablara ruso. En el tiempo soviético muchos lo aprendieron. Era el requisito que todo quien deseaba superarse debía cumplir. La caída del muro de Berlín puso fin a todos esos sueños “ochenteros“.

-¿No le gusta vivir en Cuba? ¿Qué le hace pensar que otro país es mejor?- Le pregunté.

-¡Mira! ¿Ves ese que está ahí?- Me decía señalando a otro hombre a pocos pasos de donde estaba- Hace 10 años él estaba aquí conmigo, tomábamos ron todos los días en el Malecón. ¡Y se fue! Llegó hace 3 días a Cuba. Antes la policía se lo llevaba preso, imagínate, por ser de otra provincia y estar ilegal en La Habana. Hoy la policía lo trata de “señor“. ¡Ya ni siquiera le dicen compañero! Yo llevo desde el año 1978 trabajando para este Gobierno y no he podido ni siquiera reparar el techo en mal estado de mi casa. Él lleva 10 años trabajando en Miami y se acaba de comprar una casa nueva en La Habana. He trabajado muy duro 36 años y nunca he podido ir a un hotel en la playa de Varadero. ¿Y él? Mañana se va con toda su familia para uno de esos hoteles todo incluido donde hay comida muy rica y cualquier tipo de bebida.

-¿Está molesto porque él logró las cosas que usted no pudo?- Le dije de forma irónica pero su rostro se transformó.

-¡No! Estoy molesto porque hace 10 años me dijo de irme con él y le respondí que no, que me quedaba en Cuba a esperar que esto cambiara, que yo confiaba en que después de todo la revolución nos traería algo de progreso. ¡Y ya ves! La vida pasó por mi pero yo no pasé por la vida. Me robaron todos mis años, y lo peor es que ya a mi edad, no puedo hacer otra cosa que resignarme y suspirar.

 


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