Yo creo que el amor es cuando encuentras a alguien a quien quieres ver todo el rato. Alguien a quien le quieres contar cualquier tontería que te pase, y que no parezcan tonterías cuando se las cuentes porque él te hará sentir como si lo que le estás explicando fuese lo más interesante del mundo, te hará sentir interesante en general, diferente, especial.
El amor es cuando le explicas que tu padre te ha obligado a hacer limpieza general y eso ha sido lo más interesante que has hecho en toda la mañana. El amor es cuando le explicas que, volviendo borracha a casa, has entablado una emocionante conversación con un gato y él asienta, se ría y te diga que eres increíble. El amor es cuando tienes ganas de contarle que te acabas de comer una mandarina en verano y que la mandarina es una fruta de invierno. Cuando le envías un mensaje para que cambie enseguida a Antena3, que es urgente, que están echando esa película tan mala de la que os reíais el otro día. Cuando solo quieres verle para decirle que has hecho tortilla de patata y te ha quedado muy bien, o cuando le llamas casi llorando porque se te han quemado las lentejas. Cuando te da igual la hora que sea, pero necesitas que esté junto a ti, para decirle que te has encontrado en un charco una moneda de dos peniques que te traerá suerte seguro o que en el hotel había un jabón de chocolate y naranja. O que está empezando a llover, otra vez. El amor es cuando le dices que todo saldrá bien, que si no has deshecho la maleta es como si nunca te hubieses ido.
El amor es cuando es a ti a la primera a la que le cuenta lo mal que le ha ido el día, cuando se descubre ante ti, cuando deja de fingir, cuando ya no le importa que le veas llorando, cuando deja que le cuides tú también. El amor es cuando te besa en la frente o en los ojos, o cuando te dice que te necesita. O cuando apaga la luz y te mece en sus brazos.
Yo también tengo derecho a comportarme como una niña, ¿no? También quiero poder llamarte las noches de luna nueva, entre sollozos, y que tú me digas que no pasa nada, que todo irá bien, que solo era una pesadilla, aunque sea mentira. Ahora sueño con manicomios todas las noches, desde que visité aquella ciudad con una iglesia para cada semana del año y un bar para cada día del año. Y mientras, aquí estoy yo, oyendo mi nombre en mitad de la noche y enjugando las lágrimas de otros, tranquilizando y haciendo de madre, como si yo me cuidase por mí misma, como si no necesitase que me ayudases a deshacerme de mis demonios y de mis monstruos. Soy fuego y agua a la vez, por eso a veces es fácil que me apague. ¿Sabes la pregunta: ¿En qué piensas? Creía que era estúpida hasta que te conocí. Quizá es eso el amor. Mataría por saber qué piensas cuando me miras, callado y taciturno siempre.
Y ahora me siento sola y abandonada, confusa y sobre todo perdida, perdida como están los niños cuando tienen que buscar las diferencias entre dos imágenes y no las encuentran, o solo les falta una. O peor aún, porque esta vez no te han dicho cuántas son las diferencias. Veamos cuántas eres capaz de encontrar.