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Vacaciones en familia

Por Soniavaliente @soniavaliente_

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Las vacaciones son la época del año en que más rupturas se producen. Durante el año, las prisas, los horarios, el estrés, hacen que los cónyuges lleguen exhaustos a la recta final del día. Cenen, de cara a la tele, sin hambre ni ganas de hablar demasiado. Mientras que en vacaciones… Pero, ah, amigos, de la familia una no se puede separar.

Recientemente la dama Paula Pons, compañera de LAS PROVINCIAS y de lugar de chaleteo desde la infancia sin saberlo, hablaba del término “veraneo”. Porque ya no se veranea como antes. Es imposible. Tanto Paula como ella pertenecen a familias numerosas, ruidosas, mediterráneas. Imposible un minuto de paz.

De niña recuerda Alcossebre como el paraíso, rodeada de amigos y primos, sol y cortadas de sandía fresca. Lo que son las cosas no recuerda la pila de la cocina atascada por los platos, la incomodidad de compartir un único baño, que la familia asfixiara. De ese modo. La infancia, con suerte, es un lugar cálido y amable. Pero los años pasan. Y las casas empequeñecen. Las costumbres del prójimo molestan. Molestan sus hábitos, sus horarios, sus gustos. Y molestan, sencillamente, porque no son los nuestros.

Vacaciones en familia

Playa Carregador, Alcossebre

Eso, si no se comparte veraneo con niños, perro o similar. Porque decirle a un familiar que su cría está maleducada es peor que la desearle el tifus, qué dice el tifus, peor que borrarlo del Facebook. Porque los lugares de veraneo están plagados de maleducados. Dentro y fuera de las residencias estivales. Fundamentalmente en la playa.

Se refiere a esos que juegan a las palas a dos centímetros de su toalla, a los profesionales del campismo con carpa invasora bajo la que atiborran de filetes rusos a su vociferante prole. Aquellos que comparten sus gustos musicales con media playa escuchando reggaeton a todo volumen, sin auriculares. Y sin piedad.

Estas delicadas criaturas son todos hijos de alguien. Hermanos de alguien. Y comparten vida y techo con otros gráciles seres. Así que no le sean snobs y no se quejen de la familia que les ha tocado en suerte. Al fin y al cabo las vacaciones se acaban en nada. Y podía ser peor. Mucho peor.

 


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