Revista Arte

Van Gogh, la voz nocturna

Por Cientovolando

“Mirar las estrellas siempre me hace soñar, como sueño al contemplar los puntitos negros que representan a pueblos y ciudades en un mapa. ¿Por qué, me pregunto, los puntos brillantes del firmamento no son tan accesibles como los puntitos negros del mapa de Francia?” VINCENT VAN GOGH

Van Gogh, la voz nocturna

"Terraza del café de la Place du Forum en Arlés por la noche" (1888). Ésta es la primera pintura en la que Vincent utilizó fondos estrellados. Las estrellas que aparecen corresponden, según algunos estudiosos, a la constelación de Acuario. Crédito: Kröller-Müller Museum

La noche estrellada fue uno de los temas favoritos de Van Gogh. Bajo el cielo centelleante, el pintor percibe las fuerzas de la naturaleza que ofrecen a la humanidad un sentimiento de eternidad. Pero las escenas nocturnas no tienen un significado religioso, sino que contienen referencias a la infinitud del Universo basadas en un intenso conocimiento literario y  científico de su tiempo. Aunque con ciertas licencias estéticas, Van Gogh representó con exactitud los astros y constelaciones en todos sus cuadros de cielos estrellados.

Los paisajes nocturnos se convirtieron en un tema popular durante el siglo XIX. Como visitante habitual de museos, Van Gogh era muy consciente de esta tradición. Pero más allá de un estilo artístico, quiso modernizar la iconografía tradicional de la oscuridad representando de forma novedosa los efectos de la luz y el ambiente de la noche a través del color. Encontrar los pigmentos adecuados para evocar un ambiente nocturno no es tarea fácil. Sin embargo, Van Gogh logró renovar de forma radical la técnica y el estilo de la tradición artística mediante el uso de una particular gama de colores. Claro está que la noche no es tan azul como el pintor representó en sus cuadros, pero consiguió trasmitir los efectos poéticos de la madrugada como pocos artistas han hecho.

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“Noche estrellada sobre el Ródano” (1888). Encontramos representada una de las constelaciones más famosas del cielo boreal, la Osa Mayor. Crédito: Musée d'Orsay

Los colores del Universo
A principios de la era moderna, la noche se convirtió en una cultura de pleno derecho. Los avances tecnológicos, como la luz de gas y las farolas, hicieron que la oscuridad desapareciera; revelaron algunos de sus secretos, pero al mismo tiempo estimularon la atracción por la noche completamente oscura. La astronomía se puso de moda, especialmente, durante la década de los 80 del siglo XIX. Las revistas publicaban los últimos descubrimientos astronómicos y aparecieron libros de divulgación y novelas relacionadas con esta ciencia.

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Proyección del cielo sobre Arlés en septiembre de 1888 con la Osa Mayor. Crédito: Crédito: Francis (th)E mule Science’s News

La fascinación de Van Gogh por la noche estrellada coincide con este momento en el que se generalizan las publicaciones populares sobre los avances en astronomía y se extiende la convicción de una estrecha relación entre el hombre y las estrellas. Es sabido que Van Gogh era un lector voraz, que leía con rapidez y que consumía libros por docenas. Por ello no es descabellado pensar, como sostienen algunos investigadores de su obra, que las pinturas nocturnas de Van Googh estuvieron influenciadas por su interés en la investigación astronómica de su tiempo.

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“La Noche Estrellada” (1889). Además de Venus y la Luna aparecen otras estrellas que se corresponden con la constelación de Aries. Las ondulaciones que atraviesan el cielo podrían representar, según algunos autores, la Via Láctea o la forma en espiral de las galaxias, hecho que acababa de ser descubierto. Crédito: Museo de Arte Moderno de Nueva York.

Incluso en la Exposición Universal de 1889, que festejaba la ciencia y la tecnología de la época, la astronomía estuvo bien representada y fueron exhibidos nuevos telescopios, relojes celestes, modelos del sistema solar, mapas de constelaciones y de la luna e insólitas fotografías de la superficie solar. De hecho, en lo alto de la Torre Eiffel se instaló un observatorio astronómico. Van Gogh siguió con atención en las revistas los preparativos de la exposición universal e incluso pidió a su hermano Theo, que expusiera su pintura Noche estrellada sobre el Ródano (1888), como ejemplo de sus efectos nocturnos experimentales.

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“Nébuleuse en spirale de la constellation des Chiens de chasse”, Astronomie Populaire (1880), de Camille Flammarion

No por casualidad, una de las personas que se encargaron de la organización de la exposición universal fue el astrónomo francés Camille Flammarion, en aquel entonces una estrella mundial por sus trabajos científicos, pero, sobre todo, por haber publicado una obra de divulgación que se convirtió en un inesperado éxito de ventas: Astronomie populaire (1880). Aunque no dejó constancia de ello, es probable que Van Gogh conociera la obra de Flammarion debido a su gran popularidad e incluso pudiera haber leído alguna novela de Julio Verne y sus conocidos Viajes Extraordinarios, entre los que destacan De la Tierra a la Luna (1865),  su continuación Alrededor de la Luna (1870) y Héctor Servadac (1877).

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“Harper's Weekly”, revista leída regularmente por Van Gogh, mostraba en un reportaje de 1881 imágenes de los cometas Donati, Encke y Coggia.

Lo que sí sabemos es que Van Gogh era un apasionado coleccionista de reproducciones de grabados, que logró obtener de revistas como The Graphic, The Illustrated London News, L’illustration o Harper’s Weekly. En todas ellas aparecieron en aquella época reportajes de temas astronómicos con imágenes de objetos celestes recién descubiertos. Por ejemplo, hay quien ha visto en el impresionante remolino que domina el cielo de su obra Noche Estrellada (1889) similitudes con una nebulosa con forma de espiral o la cola de un cometa, fenómenos que fueron fotografiados en la década de los 80 del sigo XIX.

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Imagen del cometa 3D/ Biela en 1846 cuando se fraccionó en dos partes. "Bilderatlas der Sternenwelt" (1888).

Sea como sea, Van Gogh se sintió profundamente fascinado por el mundo nocturno, incluso mucho antes de pensar en ser artista. Como dejó escrito en multitud de cartas, le gustaba trabajar al anochecer; le proporcionaba momentos de rejuvenecimiento físico y espiritual que aprovechaba como fuente de imaginación y creatividad. Los destellos de las estrellas, la luna en medio del cielo, la aparición de focos de luz artificial (en aquel entonces la contaminación lumínica aún no era un problema serio) ocuparon sus sueños y puede que la lectura alimentara su imaginación. Aunque no conociera el éxito durante su tristemente corta vida, tuvo el privilegio de ver el firmamento a través de una mirada única y asombrosa, e hizo que su belleza fuese más accesible para todos.

Como curiosidad, el cártel de la película Medianoche en París (2011) de Woody Allen, rinde homenaje al conocido cuadro de Van Gogh La Noche Estrellada.
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