No soy muy entusiasta de las cortinas – si acaso algo finito a los lados porque no quero quitar luz – pero en todas las ventanas he dejado los palos para poder colgar cosas con hilo fino.
En verano suelo tener ramas de distintas plantas aromáticas en la cocina, en otoño hiedra de hoja oscura y en invierno luces navideñas.
En el cuarto de los niños ellos mismos encuentran sus tesoros fuera según la estación; hojas secas, plumas, piñas, conchas, flores,… A veces colgamos pequeñas “figuras de cuento” que hacemos pintando en cartulina – algo que les inspira en ese momento y cuando hace sol nos lanzan sombras y rayos de luz que juegan en las paredes.
Ahora en invierno, gracias al radiador que hay debajo de la ventana, mecen muy despacio – sin pausa, sin pauta – bailando en desigual.
Armonía.
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