Revista Humor

"Veranos..." #HistoriasCasiReales

Por Enriqueherrero @Enrique_Herrero
El primer verano que recuerdo es el del 92, sé que es el verano de ese año, sin ninguna duda... Pero no porque tenga una memoria prodigiosa, o porque a mis nueve años viviera una gran aventura en la época estival (ya, ya sé que es una expresión que puede resultar pedante "época estival", pero coño, es mejor que repetir otra vez la palabra "verano", ¿no?, mierda... ya lo he vuelto a repetir...) El caso es que recuerdo que fue el 92, no porque viviera una aventura tipo "Los Goonies", lo recuerdo por Curro y por Cobi, las simpáticas mascotas de la "Expo de Sevilla" y los Juegos Olímpicos de Barcelona, qué simpáticas... sí, porque no eran feas, no... eran... ehhh... ummm... simpáticas.. sí, eso... "simpáticas" ¡¡¡Dios, qué feas eran, joder!!! 

Recuerdo estar en calzones mi habitación, ¡¡¡SIN ORDENADOR!!! ¡¡¡SIN INTERNET!!! en definitiva, y visto desde hoy ¡¡¡¡¡¡SIN VIDA!!!!!!, viendo la tele por la noche, con la ventana abierta y la persiana casi bajada del todo, dejando que el caluroso aire típico del verano madrileño entrara en la misma habitación en la que estoy escribiendo estas líneas. Es lo que tiene estar en el paro, es más barato escribir aquí que ir a un Starbucks, además, aquí también tenemos café del que ponen allí, lo único que lo llamamos por su nombre: Agua del váter.
Lo más destacable del aire veraniego que inundaba mi habitación era el tufillo que entraba debido a la relativa cercanía de una depuradora a mi barrio, lo cual era malo porque el olor era bastante desagradable, pero bueno porque con el colocón que llevaban, los mosquitos de mi barrio eran muy fáciles de eliminar, y es que parecía que iban bailando La Macarena los muy gilipollas. Recuerdo como cuando se acercaba la noche la pestecilla inundaba mi barrio, un barrio en el que todavía había yonkis y descampados... lo cual me hace sentir como un viejo, porque yo puedo afirmar con total conocimiento, y un palillo en la boca: "Que antes to esto era campooooo"

Los años pasaron, los yonkis supongo que murieron, y los descampados dieron paso a urbanizaciones, yo mientras tanto fui creciendo, y los horribles peluches de Cobi y Curro a los que tanto cariño les tenía desaparecieron por ciencia infusa, porque según mis padres no los tiraron... "¡Pápa! ¡Máma! ¿Dónde están los peluches?" "No sé, hijo, no sé.. por ahí estarán...", todavía los estoy buscando...
Por cierto, y para los listillos, la tilde está puesta así adrede, a ver qué os creéis, que soy guionista, ay ke ber... 
Los veranos en este barrio modernizado eran distintos, era más mayor, sacaba peores notas, y me pasaba haciendo deberes tooooooooooodas las tardes bajo el yugo implacable de mi padre, y lo que él llamaba "Plan Soviético", si no te aprendes la lección no sales, era un plan estricto pero justo. Aunque si en aquella época hubiera sabido que Lenin era el precursor de todo aquello probablemente me habría cagado en sus muertos, aunque pensándolo bien, si hubiera sabido a aquella edad quien era Lenin, probablemente no me habría quedado ninguna para Septiembre.

Para más inri, ¡Qué no falte el inr!i, ¡Venga más inri!, ¡Inri para todossss! ¡Que invita Inr-ique Herrero! (perdón) Para más inri, ¡Otra más de inri! ¡Qué rule! (no, en serio, perdón) Para más inri, al llegar agosto Madrid se quedaba desierto, y mis amiguitas y amiguetes escapaban a sus respectivos pueblos, donde oye, no sé que les daban allí, que cuando volvían contaban historias fascinantes, allí los que no les gustaban a ninguna niña arrasaban con las niñas, los que jugaban mal al fútbol ganaban trofeos fútbol, y hasta los que tenían el pueblo en Cuenca tenían la casa justo al lado de la playa... Así que os podéis imaginar, para mí agosto era un asco, iba con la bici, a cursos de natación, y olía pegamento, lo del pegamento no es verdad, pero le da un toque más de drama social, y eso siempre queda bien.
Por aquella época viví unos de mis mejores veranos, como aprobé todo me llevaron a ver la ciudad donde nací: Barcelona, y además fuimos a la playita. Barcelona me encantó, el mar, las palmeras, que eres un crío y flipas con cualquier cosa... Realmente fue genial, yo de pequeñín era muy futbolero, y me llevaron al campo del Barça, sin lugar a dudas cumplí un sueño, pero lo mejor de todo no fue eso, lo mejor de todo es que al llegar septiembre fui yo el que le gustó a un montón de niñas catalanas mientras ganaba trofeos de fútbol al lado de la playa.

También por aquella época, algún año antes, o alguno después, viví el que hasta la fecha era el peor verano de mi vida, y es que en uno de los cursos de natación anteriormente citados me caí como un gilpollas, y me rompí el codo como un campeón, como un campeón de gimnasia paraolímpica, eso sí, porque estuve a punto de quedarme con el brazo gilipollas. No os hacéis una idea del dolor, me lo rompí por dos sitios, y solo puedo decir que es peor que una patada en los gemeliers, los chicos os podéis hacer una idea, y Carmen de Mariena también... Pero bueno, por suerte y horas de dolorosa rehabilitación el brazo quedó perfecto, muy luminoso, para entrar a vivir, ideal parejas.
Después, en la adolescencia y en la juventud la historia cambiaría, y hasta agosto empezó a molar, que si visita al pueblo de no sé quién, que si a la playa con no sé cual...
Aunque curiosamente hasta hace tres o cuatro años odiaba el verano, el calor en la calle, el frío en el cine, el escalofrío en las tiendas de golosinas... Pero desde hace unos años me gusta, son unos poquitos meses, en los que te puedes tirar de bomba a la piscina, ir con chanclas y calcetines, y sobre todo, puedes mear tranquilamente en el mar. 
Es broma, en realidad odio que la peña se ponga a mear en el mar, ¿Por qué está bien visto? ¿En qué momento lo dimos por bueno? ¿Por eso el agua sabe salada? Creo que será mejor que no me haga más preguntas, no por nada, solo porque entre lo del mar y el calor que me está entrando creo que empiezo a recordar porque no me gustaban los malditos veranos...

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