No puedo negar que Limassol sea una ciudad de cierta importancia comercial, y que atraiga a bastante turismo de playa y diversiones, pero para mí, lo más valioso que tiene es su ubicación, en el centro de la costa Sur. A su alrededor tiene lugares atractivos para cualquier amante de los monumentos, como el medieval castillo de Kolossi, las ciudades grecorromanas de Kurion y Amathous, el santuario de Apolo Ilates, los poblados prehistóricos de Episkopi, Kalavassos o Khirokitia. Además, la autopista paralela a la costa le da un rápido acceso (aproximadamente una hora y cuarto en cada sentido) a las ciudades de Pafos al Oeste y Larnaka al Este. Y por si fuera poco, de ella parte la carretera que se interna en los montes Troodos, llenos de iglesias bizantinas. Así que puede decirse que es una base envidiable para contratar un hotel, colgar la ropa en el armario y olvidarse de transportar maletas durante unos cuantos días.
Sí me gustaría puntualizar que, en temporada alta, Limassol tiene fama de una abundante y ruidosa vida nocturna, por lo que los amantes del silencio y la tranquilidad deberían buscarse un hotel lejos de las zonas más bulliciosas, como el paseo marítimo. La zona cercana a la autopista está bien, porque además dispone de una rápida salida para nuestras excursiones.
Catedral de Agia Napa
Por lo demás, y como puede verse en las fotos, Limassol no es especialmente atractiva. Tiene un paseo y unas fotos, y se come bien (como en toda Chipre), pero por algunos lugares da cierta sensación de abandono, aunque cierto es que mi experiencia de Limassol se reduce a una tarde y el paseo marítimo deslucía bastante por encontrarse en obras.
Interior de la catedral de Agia Napa
El único edificio en el que entramos fue la catedral de Agia Napa, construida a principios del siglo XX en estilo neobizantino.
Algunas casas de Limassol harán las delicias del fotógrafo que gusta de inmortalizar edificios con cierto aspecto decadente.
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