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Vicky Cristina Barcelona: una morena y una rubia

Publicado el 06 febrero 2012 por Quimericosinq @quimericosinq
Vicky Cristina Barcelona: una morena y una rubia
...hijas del pueblo de Madrid....O bueno, en este caso de Barcelona. Empezaré diciendo que entre mis amigos y conocidos no he encontrado a nadie a quien le gustara Vicky Cristina Barcelona (2008). Cuando les preguntaba esbozaban una mueca que iba desde la indiferencia (un pseeee demasiado largo) hasta el descontento más absoluto, rescatando la consabida coletilla de: ¿es necesario que Woody siga haciendo una película al año?. Los precedentes de Scoop (2006) o Cassandra's Dream (2007) no eran demasiado halagüeños, por lo que las expectativas estaban bastante por los suelos.
Sin embargo, la magia del cine siempre depara sorpresas. Y es que Vicky Cristina Barcelona es en realidad una película más que decente, incluso con algunos momentos brillantes. Y es que Allen es mucho Allen. Al neoyorquino se le pueden achacar muchos defectos, como el que siempre repita los mismos temas. Aunque en este caso, lo que para otros es un defecto, Allen (casi siempre) lo convierte en virtud. Incluso con esta película se le ha criticado por dar una imagen de Barcelona "distorsionada", como si todo en ella fuera modernista o insoportablemente pijo. Señores, como si eso fuera una novedad. ¿Alguien ha visto alguna vez que en sus películas mostrase la cara "deprimida" de Nueva York? ¿O de Londres en su anterior etapa? Woody Allen nunca ha sido un director de temática social. Sus personajes siempre son snobs de clase media alta, con el tiempo suficiente como para pasarse el día discutiendo sobre el amor y la muerte. Y sus escenarios son siempre las zonas ricas de Manhattan donde viven. El verdadero mérito de Allen es que sabe que no es necesario hablar sobre drogas, paro o marginación social para tratar temas que nos afectan a todos en el día a día.
Y en eso sigue siendo un maestro. Y en el caso de este film, Allen vuelve a tratar esos temas que, siendo tremendamente incómodos (la traición, la infelicidad marital), en el contexto de una comedia romántica como esta adquieren una dimensión diferente y, en mi opinión, mucho más efectiva. Estos temas tratados en dramas "de libro" (como Match Point (2005), por citar un ejemplo reciente) son digeridos más facilmente por el espectador, que ya desde el principio está predispuesto a ver un drama en la pantalla. Pero la verdadera habilidad de Woody Allen está en hablar de verdades incómodas en el lugar menos apropiado: la comedia. Y ahí estriba el principal mérito de Vicky Cristina Barcelona, que es una comedia, sí, pero con unos tintes de pesimismo e ironía que son mucho más efectivos por lo inesperados. Como si fuera una hija bastarda de Manhattan (1979) con alguno de los films más densos de Ingmar Bergman.
En cuanto al tratamiento de los personajes, Allen demuestra que sigue siendo un maestro en estas lides. Sus personajes en este film son evidentes estereotipos (casi todos los personajes en sus películas lo son), pero lejos de quedarse en la superficie o el tópico, los presenta de esta manera para que sea el espectador quien se encargue de desenmascararlos y, por tanto, reírse de ellos. Esto sirve para replicar a los que desprecian este título por decir que representa “la visión tópica de los amoríos de dos turistas-chancleta americanas en la Barcelona más chic”. Se puede pensar eso, cierto, pero eso significa quedarse en la superficie de los hechos. Lo que Woody Allen pretende, y consigue en mi opinión, es que esos personajes altamente tipificados sean sometidos a circunstancias que permiten que el espectador encuentre sus actos ridículos o, al menos, les resulten graciosos. Es, sin ir más lejos, el resumen de la carrera cinematográfica de Allen: presentar siempre a snobs atormentados, pero no para ensalzarlos, sino para reírse de ellos. Sin embargo, lo hace tan sutilmente que en ocasiones parece que se ponga de su lado. Aún así, yo creo que el viejo Woody está de vuelta de todo, y se empeña en autoparodiarse comedia tras comedia. Vuelvo a repetir que si no se está un poco atento, es fácil caer en la calificación fácil de películas como esta como ejercicios de comedia “de líos veraniegos”, sin más pretensión.
Vicky Cristina Barcelona: una morena y una rubia
El eje central del film está en el personaje de Vicky y Cristina, las turistas americanas. Y digo personaje en singular porque da la impresión de que Allen ha desdoblado en dos personas las distintas facetas de cada persona, como si fueran el ángel y el demonio que se posan en el hombro cuando tenemos dudas sobre algo. Vicky (Rebecca Hall) es la parte racional, objetiva, la que piensa antes de actuar y reflexiona sobre todos y cada uno de sus pasos en la vida. Está prometida (y después casada) con Doug, un triunfador locamente enamorado de ella, con quien le espera una vida de (supuesta) felicidad, que para su desgracia tiene su espejo futuro en la situación de Judy (Patricia Clarkson), la pariente lejana que les acoge en la ciudad condal. Cristina (Scarlett Johansson, es increíble como conquista a la cámara en cada plano, se nota que Woody se enamoró platónicamente de ella por el modo en que la filma) representa el lado salvaje, irreflexivo, la parte de nosotros que actúa según sus instintos, la más preocupada por las sensaciones que por los pensamientos. Por eso no duda en sucumbir a los encantos de Juan Antonio (un gran Javier Bardem, cuyo personaje empieza fuerte pero se diluye a lo largo del metraje), un bohemio pintor español que trata de seducir a las turistas, sin importarle (en principio) cual va a acabar cayendo en su red. Volviendo a Cristina, es este el personaje que mejor ejemplifica lo que he expuesto en el párrafo anterior. El director la presenta como una persona inquieta, inconformista, que busca el amor verdadero más allá de los clichés sociales. Sin embargo, conforme avanza el metraje, observamos sutilmente como las supuestas inquietudes artísticas de Cristina cambian según la dirección del viento, o del criterio de los que tienen alrededor. Si le dicen que escribe bien, escribe. Si le dicen que sus fotos son buenas, se dedica a la fotografía. Parece como si sus inclinaciones artísticas fueran más producto de un esnobismo vacío que de un verdadero talento. Si eso es ser complaciente con tu personaje, que baje Dios y lo vea.
Y no podría terminar de escribir sobre la película sin referirme al último vértice del cuadrado amoroso protagonista: María Elena, la exmujer de Juan Antonio, una artista que se supone está dotada de un genio especial para la pintura, pero cuyo temperamento bipolar y autodestructivo le lleva a constantes crisis personales. Penélope Cruz demuestra con su interpretación que, por mucho que le pese a algunos, está entre las mejores actrices de la historia de nuestro cine, por mucho que su talento sólo aflore cuando trabaja en Europa o alejada de las producciones mainstream de Hollywood (ese mismo año ya había hecho otra interpretación memorable en Elegy (2008), la película de Isabel Coixet a reivindicar desde ya). Su personaje, que le valió su hasta ahora único Oscar, sólo aparece a partir de la mitad del filme, pero su personalidad es tan arrolladora que se come todos los planos en los que aparece. Sin duda, lo mejor de la película son las discusiones entre los dos artistas españoles, con Cruz y Bardem improvisando sus diálogos en castellano (esta película sólo se puede disfrutar en su plenitud en v.o.s.) y sosteniendo un duelo verbal (en el que gana ella por muchos motivos) que resulta tan cómico como punzante.
Vicky Cristina Barcelona no es, a pesar de todo, ni mucho menos un film redondo. Tiene sus fallos, como es lógico. Le cuesta demasiado arrancar y despojarse de la apariencia de documental del canal Viajar sobre la Barcelona modernista. La decisión de Cristina de cambiar su vida hacia el final del metraje no queda demasiado justificada, aunque es necesaria para que se desarrolle la trama. Incluso diría que el personaje de María Elena está bastante desaprovechado, porque acabas echando de menos más apariciones de la Cruz en pantalla. Sin embargo, es una película que sorprende, y que ante todo destaca más por lo que esconde que por lo que muestra. Woody Allen sigue demostrando que aunque siempre haga la misma película (con el amor, el deseo, la infidelidad, la felicidad conyugal, etc. como ejes principales), al menos es capaz (de vez en cuando) de regalar a la audiencia una comedia tan mordaz y brillante como esta. No se debería subestimar a los perros viejos del cine.
FICHA TÉCNICA
Vicky Cristina Barcelona: una morena y una rubia
Título Original: Vicky Cristina Barcelona País: España, EE.UU. Año: 2008 Dirección y Guión: Woody Allen Fotografía: Javier Aguirresarobe Montaje: Alisa Lepselter Diseño de producción: Alain Bainée Duración: 96 minutos Intérpretes: Rebecca Hall (Vicky), Scarlett Johansson (Cristina), Javier Bardem (Juan Antonio), Penélope Cruz (María Elena), Patricia Clarkson (Judy), Chris Messina (Doug)
GALARDONES
  • 1 Oscar (2009): Mejor Actriz de Reparto (Penélope Cruz)
  • 1 BAFTA (2009): Mejor Actriz de Reparto (Penélope Cruz)
  • 1 Globo de Oro (2009): Mejor Película de comedia/musical
  • 1 Goya (2009): Mejor Actriz de Reparto (Penélope Cruz)


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