Revista Cultura y Ocio

Víctor del Árbol: “La víspera de casi todo”

Publicado el 16 mayo 2017 por Juancarlos53
Quería leer esta novela desde el día en que leí la reseña que de ella hizo mi amiga Rosa Berros en su magnífico blog "Cuéntame una historia" (leer su reseña AQUÍ). El pasado Día del Libro la compré en edición de bolsillo en uno de los estantes que las librerías sacan a la calle. Sabía que si a Rosa le había gustado, la novela sería buena, pues ella es lectora avezada de la que siempre me puedo fiar. Desde aquí, gracias, Rosa.
La víspera de casi todo, Costa da Morte, Punta Caliente, Galicia
Quizás el título ya contiene una de las claves de esta novela con la que Víctor del Árbol  se alzó con el Premio Nadal en la edición 2016. En efecto, este relato si peca de algo es, utilizando la concisión propia de Baltasar Gracián, de intensión más que de extensión. Si en principio esto es una cualidad, en esta narración, en mi opinión, se revela como una rémora. El escritor presenta una historia en la que hay de todo: traumas producidos por abusos sexuales sufridos durante la niñez, imposturas varias, violencia gratuita, represión militar en la distante Argentina, emigración económica, venganzas, enfermedades incurables, trastorno bipolar, consumo de sexo, etc. Creo que con esto Víctor del Árbol yerra y que le convendría más haberse atenido a lo que bien podría pasar por otro aforismo gracianesco: contención mejor que explosión.
El grueso de la historia sucede en Punta Caliente, una localidad de la Costa da Morte (A Coruña), durante los meses de junio a agosto de 2010; cinco días del mes de agosto (del 16 al 20) se llenan de intensidad. La localización costera y aislada alterna con la de la comisaria de policía de la ciudad de A Coruña; en los cinco días agosteños ya señalados el escenario gallego se cambia en unas pocas ocasiones por el urbano de la ciudad de Barcelona.
Tres tramas confluyen en la novela. Tres historias procedente cada una de situaciones y espacios distintos. Son las siguientes:
➠ La del comisario Germinal Ibarra cuya historia parte de unos sucesos acaecidos tres años antes, en 2010, en Málaga,  a raíz del secuestro y asesinato de una niña, Amanda. Germinal vive en su casa una dura situación familiar compartida solidariamente junto a su esposa Carmela: hacer la vida lo más agradable posible a Samuel, su hijo de veinte años, que padece el síndrome de Williams, una enfermedad incurable que lo tiene condenado a una pronta e inexorable muerte. Esta vivencia personal ha configurado en Ibarra un carácter bronco, adusto, poco empático, que sale a la luz a raíz del contacto con el 'hombrecillo' que secuestró y violó a Amanda. Lo ocurrido en este caso policial le hará pedir el traslado de Málaga a La Coruña, ciudad en donde lo encontramos al inicio de la novela tres años después.
➠ La segunda línea argumental viene marcada por la llegada a una pequeña localidad de la Costa da Morte de Paola, una enigmática mujer, que parece escapar de un entorno familiar confortable que le pide volver; ruegos que ella desoye porque quiere olvidar. Quién sea en verdad Paola y de qué huye marca el desarrollo de esta parte de la novela.
Víctor del Árbol➠ Por último en esa Costa da Morte, los habitantes de la casa en la que Paola se refugia desde junio de 2010 hasta el 20 de agosto de ese mismo año, sostienen la tercera trama que, si bien en su mayor parte se entrevera con la propia de Paola, tiene, sin embargo, una línea particular soportada por Mauricio Luján, personaje que tiene relación con Dolores, la dueña de la casa donde Paola ha hallado cobijo. Esta tercera historia que recae sobre Mauricio arrastra consecuencias de sucesos producidos durante los años setenta del pasado siglo en la Argentina de la Junta Militar cuando las desapariciones de personas eran habituales y estaban propiciadas por las ilegales actividades desarrolladas en la Escuela Mecánica de la Armada argentina de infeliz recuerdo.
Estructura. Con estos mimbres Víctor del Árbol compone una narración en la que va encajando habilmente unas piezas con otras aunque, en ocasiones, parezca excesivo el número de cosas que les suceden a los personajes. Por si esto fuera poco, el autor se empeña en no dejar cabos sueltos y en los dos últimos capítulos de los 25 en que ha distribuido la narración aclara todo de manera un tanto excesiva en mi opinión dado que a mí me gusta que el escritor tenga confianza en que sus lectores son capaces de completar e intuir la evolución de la historia. Por otra parte, para dotar de equilibrio estético al relato, Víctor del Árbol, que al principio de la novela puso un Prefacio en el que se hablaba de lo sucedido a Ibarra tres años antes de 2010, previamente a dar por cerrada completamente la historia añade un Epílogo, situado con calculado equilibrio tres años después de 2010, en el que se nos cuenta la deriva que ha tomado la existencia de Germinal.
Elementos de interés
➨ De la novela, un thriller con suspense, lo que más me ha seducido es la evolución psicológica de los personajes. Paola, Dolores, incluso Carmela, la mujer de Ibarra, arrastran cada una sus traumas y cada una los sobrelleva como mejor puede. Lo mismo le sucede al gremio masculino: Mauricio, Germinal, o Daniel, el nieto de Mauricio, viven su infierno interior cada uno a su manera, aunque a algunos les produce una tremenda alteración mental que les lleva a no saber delimitar bien lo real de lo que sólo sucede en su cabeza. El confusionismo mental de Daniel, ese chico supersensible y superinteligente, está presentado de manera magnífica y el escritor lo sabe graduar de tal manera que al leer la novela nos vemos sorprendidos en algún momento al ver la dirección inesperada que toma.
➨ Los personajes se relacionan emocionalmente entre ellos. Es más importante la afectividad que muestran que la culminación de los afectos a través del sexo. Es más, en este relato el sexo es visto más como violencia indeseada o/y escapatoria hacia ninguna parte que otra cosa.
➨ Es una novela en la que la presencia del culturalismo es de gran importancia. Todo el relato está arropado por la poesía del argentino Juan Gelman que sufrió sobre sí mismo y su familia la represión de la dictadura argentina. El hecho de que su hijo y su nuera fueran secuestrados y conocer que ella tuvo un hijo -un nieto suyo, pues- en cautiverio antes de pasar a formar parte de la ignominiosa lista de los desaparecidos es utilizado por Víctor del Árbol como referente culturalista de lo que acontece en la novela. Una novela llena asimismo de desaparecidos / secuestrados / asesinados: la niña Amanda en 2007, hija de Eva Mahler; Martina, la hija de Dolores, desaparecida desde hacía diez años; la Pecosa, la mujer de Mauricio, desaparecida en la Argentina de Massera a cuyas órdenes trabajaba Oliveiro, un amigo de Mauricio; Dolores desaparecerá de la vida de su marido Antunes; la familia de Daniel, desaparecida en el pavoroso incendio de su casa, hará cosa de dos años; Alda, la mujer de Esteban Mahler, millonario padre de Eva, que abandonó a su marido...
Juan Gelman, poetas de la dictadura argentina, desaparecidosIncluso los seres más deleznables como el pederasta que asesinó a Amanda pueden ser seres cultos. Esto es ciertamente intranquilizador pues siempre se tiene a la cultura como aliada y propiciadora de buenas acciones. El 'hombrecillo' que mató a Amanda llevaba sobre sí un diario y un libro de poemas de Juan Gelman. También un libro de Gelman titulado "Hechos" le servirá a Mauricio para lograr que Oliveiro le cuente cosas ocurridas en la ya lejana Argentina. El enigmático Daniel a sus 17 años también está leyendo a Juan Gelman.
Hay más elementos culturalistas argentinos aparte de la reiterada aparición de la obra poética del Premio Cervantes 2007. Así se ve cuando Oliveiro, el amigo de Mauricio, le dice: "Eres un melancólico, Mauricio. Nunca fuiste capaz de ver las cosas como son. Todavía eres aquel muchacho en Alemania que pasaba el tiempo leyendo los poemas de  Luis Benítez,de  Espel, de Picardo"(p. 195)
También el cine encuentra su sitio en este relato tan cargado elementos culturales. Tanto el cine clásico (se nombra a los actores Audrey Hepburn, Greta Garbo y Fredric Marc del film "Anna Karenina") cuanto de la filmografía argentina reciente (la actriz Norma Aleandro de la película "La historia oficial" del argentino Luis Puenzo).
Y, por último, la música. De Bach, de Chopin, de Vivaldi, de Debussy, de Johnny Cash, de Bill Haley...; y luego una larga lista de cantantes, ritmos y temas propiamente argentinos: Atahualpa Yupanqui, Mercedes Sosa, Víctor Herediael tango "La Montonera" en la versión de Serrat...
Lo mejorSin duda alguna lo que más me ha gustado de esta novela es el modo como el autor presenta la realidad y el mundo fantasmagórico que anida en la cabeza de algunos de los personajes: 
"Martina se había acercado y miraba el agujero. Sus ojos verdes estaban llenos de algas, de tiempo y de viajes lejanos. Entrelazó sus dedos de agua con los de Daniel y recostó su mejilla de luz oscura en su hombro." (pág. 328).
También el paseo  por la Argentina atroz de los años setenta y la reivindicación que realiza de poetas, cantantes y realizadores cinematográficos que se enfrentaron a la Dictadura o la sufrieron en sus carnes me ha parecido impresionante. Sin embargo, una vez dicho lo anterior, creo que en sí misma esta historia de los argentinos que en los cincuenta emigran a Alemania, en los setenta sufren en su propia patria y en los años actuales viven en España daba por sí misma para toda una novela completa.

Lo peor

Para mí, ya lo he dicho con reiteración, lo peor de esta novela es el exceso de asuntos que el novelista incluye en la narración que a buen seguro le habrían dado para un par de novelas más como poco. Y luego también ese afán totalizador de no dejar nada abierto, ningún cabo suelto que bien pudiera completar el lector por sí mismo.
El autor y la novelaVíctor del Árbol (Barcelona, 1962) ganó con esta novela el Premio Nadal 2016. El escritor es asiduo a los premios. Así con su primera novela, "El peso de los muertos", obtuvo el Premio Tiflos de Literatura de la ONCE 2006; también su segunda novela, "El abismo de los sueños", novela inédita hasta el momento presente, quedó finalista en 2008 del Premio Fernando Lara. Otros títulos suyos hasta completar los cinco publicados son: "La tristeza del samurái" (2011), "Respirar por la herida", (2013), y "Un millón de gotas" (2014)
Víctor del Árbol: “La víspera de casi todo”

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