Revista Arte

Vidas paralelas Evo Morales y Pablo Iglesias

Por Peterpank @castguer
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Puesto porJCP on Oct 27, 2014 in Autores

MORALES

Morales

Los nueve años que lleva como jefe del gobierno de Bolivia Evo Morales proporcionan enseñanzas, e incluso advertencias, de cuál va a ser, más allá de la demagogia, el electoralismo y las patrañas politiqueras, la ejecutoria de Pablo Iglesias y su formación mediático-institucional, Podemos, ya un partido político más.

También es útil estudiar esta cuestión para evitar que muchos de quienes hoy apoyan a Podemos dentro de unos años se presenten en público, compungidos y lacrimosos, diciendo, “¡Me engañaron!, ¡Nos engañaron!”, como ahora hacen una parte de los que respaldaron a Morales y su partido, presentados antaño como emancipadores de los pueblos indígenas de Bolivia y agentes de una “revolución institucional” de fabulosas consecuencias…
Nadie es engañado si previamente no se autoengaña y no demanda ser engañado.

Aquellos que hoy se suman al montaje Podemos están contrayendo una responsabilidad colosal, que se les ha de exigir ahora y en el futuro, pues hay que poner límites a la frivolidad y el victimismo, al epicureísmo político y la fobia a la verdad.

Hace años, cuando Morales era un sindicalista poco conocido que hacía carrera política a base de reformismo socialdemócrata, racismo antiblanco, etnicismo de guardarropía y verborrea izquierdista, una minoría muy reducida pronosticamos que tras su proyecto y programa se escondía un plan de las elites del poder en Bolivia para engrandecer el capitalismo, destruir la naturaleza, fortalecer al Estado (en particular al ejército), sobredominar a las clases trabajadoras y desintegrar a las comunidades indígenas. No fuimos escuchados.

El buenismo y el autoodio, los sentimientos de culpa histórica y la interiorización masoquista del racismo antiblanco, impedían que personas y colectivos europeos bienintencionados se percatasen de que el proyecto de Morales era, en lo más principal, un calco del que había realizado el franquismo para liquidar al mundo rural tradicional popular aquí, esta vez dirigido contra las comunidades indígenas de Bolivia.

Mi libro “Naturaleza, ruralidad y civilización” describe aquella operación, que en España realizó el fascismo de Franco y que en Bolivia está efectuando una formación política de izquierda supuestamente indigenista, que se dice “anticolonialista”, “antiimperialista” y “anticapitalista”…

Han pasado los años y los hechos muestran que Morales es un instrumento del capitalismo, el imperialismo y el Estado boliviano contra el mundo indígena, el medio ambiente y las clases modestas. Ahora ya son pocos los que desde posiciones “radicales” defienden a Morales y su partido, el MAS (Movimiento Al Socialismo). Hoy su línea es calificada de “neo-liberal”, Bolivia de “la China andina” y su política hacia los pueblos indígenas de “caricatura”.

La dura represión policial de las protestas campesinas e indígenas que su gobierno realiza en el verano y otoño de 2011, el enfermizo gusto por las infraestructuras faraónicas, la devastación medioambiental a colosal escala en la selva amazónica, el apoyo a la soja transgénica, su plan para introducir la energía nuclear y la generalización de Internet en las comunidades indígenas, para globalizarlas, aculturarlas y desintegrarlas como tales, han enfriado el entusiasmo de muchos.

Quien llegó perorando contra el capitalismo, Morales, es ahora más defensor del capitalismo y el mercado que nadie. Su meta es el desarrollo económico a cualquier precio. Se jacta de que Bolivia está creciendo al 5% anual y olvida los costes, sociales, culturales, ambientales, históricos, étnicos, éticos, espirituales, en lo referido a las libertades populares y a la calidad de la persona, etc., bienes y valores todos que son sacrificados al desarrollismo.

El economicismo de Morales ha hecho crecer los beneficios de las grandes empresas, así como los ingresos fiscales del Estado, con lo cual el poder del capitalismo privado y el capitalismo estatal, o estatocapitalismo, es hoy mayor que nunca en el país. Por eso, entre otras causas, el pueblo tiene menos libertad.

Para envilecer y mejor oprimir a las clases modestas Morales aplica una política de sobornos y corruptelas, en la forma de “ayudas” estatales, con los que ha logrado comprar a ciertos sectores populares, a las que enfrenta con otros, subordinando el pueblo a la instituciones y degradando a éste, desde comunidad que se autosostiene a populacho que depende monetariamente del ente estatal.

La transformación del pueblo en populacho, que es el meollo de las “políticas sociales” de izquierda, daña la capacidad de aquél para ser por sí mismo, para afirmarse, resistir y combatir. Le hace sumiso y dócil, transformando a la persona en un asistido y en un dependiente, en una criatura propiedad del Estado, en un ser nada. Morales utiliza los tres elementos constitutivos del despotismo que recomienda Maquiavelo, la mentira, la violencia y el soborno.

El desarrollismo de Morales es de tal magnitud que en las últimas elecciones la clase patronal boliviana le ha preferido al otro candidato en pugna, el empresario Samuel Doria, subsidiando ya de manera abierta su campaña, y hasta el FMI se ha felicitado en 2014 por el actuar de la izquierda gubernamental en Bolivia, mientras que el BM respaldó a Morales en 2012 por el trato que daba a las multinacionales.

Esto significa que es más capitalista que los propios capitalistas, hasta el punto de que se le califica en la prensa boliviana de “benefactor con los empresarios”. Todo indica que la izquierda es la mejor expresión de la derecha, hoy la opción favorita del gran capital, que la está utilizando en numerosos países para expandir a la gran empresa y constituir unas clases trabajadoras desmovilizadas y pasivas. Lo está haciendo, además de en Bolivia, en Brasil(1), Chile, Ecuador, Venezuela, Cuba, etc. Y lo desea hacer en España, con Podemos.

Lo más repudiable de la ejecutoria de Morales es su política hacia las comunidades indígenas. Ha agredido ambientalmente sus territorios, con grandes infraestructuras y una intensa actividad expoliadora de recursos primarios, mercantilizando el marco de existencia de aquéllas(2). Las ha enfrentado unas con otras y dividido interiormente, favoreciendo a minorías que se están transformando en nueva burguesía indígena y explotando a los que antaño fueron sus iguales. Las está aculturando, atrayéndolas a la dependencia del Estado, rompiendo las tradiciones ancestrales de autoabastecimiento y vida autónoma conforme a sus propios valores, fundamento de su mismidad y pervivencia.

Para conectarlas a la Red, lo que es tenido por Morales por un enorme progreso, ha lanzado un satélite artificial, a fin de que Internet llegue hasta la última aldea de la selva. Con esto introduce a los indígenas en el capitalismo global, les hace buenos para el trabajo asalariado, el consumo y el pago de impuestos. Por causa del obrar del gobierno de izquierda es de temer que, en unos pocos años, ya no queden pueblos indígenas autosuficientes, conscientes de sí, orgullosos de lo que son y en permanente lucha por la libertad, al haber sido rebajados a masa amorfa, sin dignidad y aculturada, devastada por el autoodio, que vive para el dinero y la turbia ilusión del bienestar material. Como consecuencia, dichos pueblos se están desentendiendo de sus lenguas, cada día menos apreciadas, pasándose al español cuando no al inglés.

El MAS y Morales hicieron promulgar en 2009 una nueva Constitución que declara a Bolivia “Estado Plurinacional (sic)”, declarando co-oficiales 36 idiomas indígenas. De esa manera se arrebatan tales lenguas a sus pueblos, que quedan transformadas en propiedad del Estado, entrando con ello es un proceso de, por un lado, aparente recuperación pero, en realidad, de desintegración. Son los pueblos, y no los Estados, quienes pueden salvar las lenguas y culturas amenazadas. Aquéllos son causa de su decadencia, no el remedio.

Al expropiar las lenguas a los pueblos indígenas Morales está ejecutando un genocidio cultural, al que los pueblos indígenas se resisten, de ahí sus grandes movilizaciones de 2011, que el gobierno de Morales reprimió con furor. Las luchas obreras, campesinas, indígenas y populares contra el gobierno izquierdista del MAS son abundantes y persistentes desde hace mucho, realidad que los media ocultan para mantener una buena imagen del izquierdismo pro-capitalista a escala planetaria, al ser éste necesario al poder constituido en muchos países, España entre ellos, para pastorear y manejar a las masas.

También velan el uso habitual de grupos parapoliciales y de extrema derecha, organizados por el MAS y el gobierno de Evo, para violentar a quienes denuncian y se resisten, en particular a las comunidades indígenas, que han padecido muchas agresiones ilegales dirigidas desde el gobierno en los últimos años.

Lo que incontables gobiernos de derechas no han logrado durante muchos años, e incluso siglos, el sobre-someter a los pueblos indígenas de Bolivia hasta aniquilarles cultural y políticamente, lo está consiguiendo la izquierda en un tiempo muy corto. Por eso Evo es idolatrado por el gran capital, el imperialismo y el ejército, por todo el bloque de los dominadores. Se comprende, pues está logrando incorporar más del 60% de la población, formada por pueblos ancestrales, al sistema capitalista globalizado.

En tales resultados se evidencia la verdadera naturaleza del discurso indigenista, racista antiblanco y pretendidamente antiimperialista de Morales y su partido. Un indígena aymara, Morales, está culminando la desnaturalización e inmolación cultural de los pueblos indígenas de Bolivia. Su racismo ha tenido unos resultados inesperados para los más ingenuos, golpear a las comunidades autóctonas hasta casi desintegrarlas… lo que prueba que el racismo en todas sus formas es intolerable, en particular el que ahora está en ascenso, dirigido contra los blancos(3).

Morales es maestro en lo que se ha denominado “doble discurso”: dice una cosa y hace otra. Promulga su Constitución de 2009 para conculcarla todos los días en la práctica, y sólo se acuerda de ella si le es útil como instrumento para embaucar. El uso regular de la mentira forma parte de sus hábitos de trabajo.

Cuando por todas partes se eleva el clamor contra los transgénicos, Morales y la izquierda se han hecho sus defensores. Mientras en todos los países la lucha contra la energía nuclear es una de las banderas de la resistencia a los Estados y al capitalismo globalizador, la izquierda boliviana se dispone a abrir una central nuclear, a la vez que exporta productos energéticos, gas natural, extraídos con gran daño medioambiental. Con tal de hacer subir la cuota de beneficios de las multinacionales, acumular capital y encontrar nuevos ingresos tributarios para el ente estatal, la izquierda boliviana está dispuesta a todo.

Aquélla está acudiendo a todas las argucias imaginables para sobre-dominar al pueblo. Morales lleva años fomentando la delincuencia común, para que la violencia en la calle dificulte la acción autónoma popular. Tan sangrienta artimaña ha sido llevada hasta sus últimas consecuencias por el chavismo en Venezuela, como procedimiento extremo de dominación, y el gobierno del MAS la está ahora copiando en Bolivia.

Algunos dices que Morales ha sido corrompido por el poder, y que ha variado su política y programa. No es verdad. Ahora está haciendo lo que preconizó desde el principio con la peculiar neolengua del progresismo, lo que está en el meollo de las políticas de izquierda. Por lo demás, el poder corrompe siempre, y la única manera de evitar ser corrompidos es no sumándose al poder, no participar en mascaradas institucionales, no incorporarse al Estado ni al gobierno, buscando los remedios a los males sociales en el pueblo y con el pueblo, que ha de estar, para existir como tal, fuera y en contra del ente estatal, fuera y en contra del sistema partitocrático.

Su trayectoria ha ido atravesando diversas etapas, todas lógicas y cada una preparatoria de la siguiente. Antes de acceder al gobierno fue la fase de la demagogia y el tremendismo verbal. Al ser presidente en 2005 dedicó un tiempo a promover el asistencialismo social, atrayendo, dividiendo y corrompiendo con el dinero estatal a sectores de las clases populares y los pueblos indígenas. A la vez colocó en puestos estatales y empresariales a sus seguidores, creando con ello una sólida plataforma de intereses para realizar su proyecto. Además, realizó una marrullera política de gestos y poses, como romper relaciones diplomáticas con el imperialismo yanki en 2008 y nacionalizar (estatizar) algunas empresas, también para ofrecer a sus seguidores más empleos y sinecuras en el estatocapitalismo, entre otros fines.

Así fortalecido pasó a la etapa operativa de su proyecto: fomentar el desarrollo económico capitalista, desarticular el mundo indígena, hacer de Bolivia un país todavía más semi-colonial, por más dependiente de la monoproducción de materias primas(4), dividir y enfrentar a las clases populares (véase el uso que ha hecho de las “políticas de género” con tal finalidad), perseguir policialmente a quienes se le oponen desde posiciones revolucionarias, considerar los territorios aún vírgenes del país como bienes mercantilizables, fomentar rastreramente la tecnología (en particular Internet, una arma poderosa contra las comunidades indígenas), establecer normas jurídicas para “integrar” a los indígenas en “la nación boliviana”, sumarse a la sinrazón de los cultivos transgénicos, loar y fomentar la energía nuclear y otros similares.

La presión había sido muy fuerte y la situación reventó en 2011. Ese verano y otoño se vio al indigenista por antonomasia, Morales, enfrentado violentamente a las comunidades indígenas, contra las que desató una represión policial bastante severa…

En la última campaña electoral Morales y la izquierda han sido financiados ya directamente por la gran patronal, que ha encontrado en uno y otra sus mejores valedores, los únicos capaces de proporcionarles hoy un crecimiento económico de larga duración, en el que realizar una tan enorme y generalizada como relativamente tranquila acumulación de capital. Los elevados beneficios que están logrando las grandes compañías hoy en Bolivia, autóctonas y multinacionales, son un mentís al “anticapitalismo” de Evo y el izquierdismo.

Su “antiimperialismo” se desenmascara, según se ha expuesto, con el hecho de que en vez de diversificar la economía para hacerla autosuficiente y alimentar a la población ha concentrado aún más la actividad productiva en los minerales (litio sobre todo) y el gas natural, que representan el 80% de las exportaciones del país. Subordinado al muy depredador imperialismo chino, Bolivia es un país cada vez más dependiente del mercado mundial, al que lleva sus materias primas en condiciones que tienden a empeorar. Mientras, la agricultura de autoconsumo, familiar y local, está siendo relegada. Morales durante un tiempo incluso peroró a favor de “la soberanía alimenticia” pero su actuación posterior es la negación de ella.

Hoy Evo y su gente son nueva burguesía aferrada al capitalismo de Estado por lo general, aunque cada vez más también a la empresa privada y a los negocios exportadores y cambiarios, por medio de múltiples procedimientos y mecanismos, legales e ilegales. Los “fieros” izquierdistas de antaño son hogaño prósperos neo-funcionarios, opulentos emprendedores o sesudos consejeros del gobierno en cómo demoler mejor a la ruralidad indígena, cuando no ingeniosos loadores de las glorias del Jefe en los medios de comunicación o boyantes profesores maquinadores de nuevos maquiavelismos. Todos, o prácticamente todos, han prosperado mucho y están entusiasmados con la situación. Desde luego, lo suyo es de fábula: se hacen ricos y al mismo tiempo “emancipan” a las clases trabajadoras y a los pueblos indígenas. La cuadratura del círculo es así realizada, al menos verbalmente…

El error de quienes han apoyado de buena fe al MAS y a Morales es ignorar lo más evidente, que su proyecto mantiene incólumes los poderes fácticos, el ejército, el aparato policial, el poder judicial, el artefacto académico, el estatocapitalismo. En realidad la cosa es mucho peor pues el ejército, que ejerce el poder decisivo, sobre todo en países como Bolivia, nunca ha disentido de Morales, lo que indica que le otorga un respaldo total en la práctica. Hoy la izquierda latinoamericana realiza las políticas diseñadas por los ejércitos de los respectivos países, de los que es el brazo político, igual que hace decenios lo fue la derecha y extrema derecha.

Hasta aquí Morales. Examinemos el caso Iglesias.

IGLESIAS

El caudillo de Podemos está hoy en situación similar a la que se encontraba el gerifalte boliviano en 2005, inmediatamente antes de acceder al gobierno. Es el momento de prometer, prometer y prometer, el tiempo del palabreo y la farsa. Es también el momento feliz de sus seguidores más o menos ingenuos, esos pardillos siempre ansiosos de ser burlados por los politicastros de la izquierda, pero sobre todo de los tiburones que saben que con la nueva izquierda institucional harán magníficas carreras profesionales y ganarán mucho dinero, al constituirse en neo-casta y nueva burguesía: ellas y ellos forman ya la estructura organizativa básica de Podemos como partido político.

El régimen partitocrático opera a través del arribismo y la codicia, al hacer del dinero estatal y los cargos en las instituciones un muy preciado botín. En el caso Podemos eso es así más que en ningún otro partido político. Promete inaugurar una nueva era sin corrupción pero dada su naturaleza concreta es muy probable que constituya desde el gobierno una etapa de hiper-corrupción, mayor y peor que la del otro mandamás del izquierdismo español, Felipe González.

Iglesias, una marioneta de la banca y los servicios especiales de planificación del Estado, sabe que ya está decidido por los poderes fácticos que gane las elecciones generales de finales de 2015 y sea jefe del gobierno, probablemente con mayoría absoluta. Los cientos de millones de euros que están siendo invertidos en promover publicitariamente el producto Podemos, presente en todos los medios de comunicación, prueba tal aserto.

Con la victoria electoral entrará en la segunda fase de su trayectoria. Será el tiempo de las operaciones de ingeniería social, de colocar remuneradoramente a los suyos en cargos y empleos, perseguir a los oponentes (en especial a los partidarios de la revolución integral), reprimir a fondo los movimientos de masas, fomentar todas las formas de sexismo, aplicar su verdadero programa económico (hoy ocultado a la plebe), materializar los desatinos y maldades contenidos en las religiones políticas (siguiendo lo hecho por Zapatero y Rajoy), dividir a las clases populares y bastantes nocividades más. Así situado, pasará a cumplir su verdadero programa, que hoy mantienen oculto.

Tan viles actividades ocasionarán estupor en algunos, resistencia en otros y despolitización en muchos más. La respuesta del gobierno de Podemos será más violencia policial, más ingeniería social, más linchamientos mediáticos y callejeros, más caudillismo televisivo, más pobreza y exclusión social, más militarismo (paso a paso vamos conociendo la relación de los jefes de Podemos con el aparato militar), más bellaquerías de un tipo u otro. Pero, al mismo tiempo, en ese momento se darán las condiciones mejores para el ascenso social del proyecto y programa de la revolución integral.

Hemos aprendido de lo que han hecho Morales y su partido en Bolivia, y ahora estamos en condiciones de obstaculizar e incluso, a largo plazo, hacer descarrilar a la nueva izquierda patrañera y neo-carca, procapitalista, patriotera y devota del Estado en España. Eso es un componente importante de nuestra fuerza, así como un elemento notorio de debilidad del montaje Podemos, mucho menos sólido de lo que los banqueros desearían. A ello se une el creciente desbarajuste del chavismo y la senilidad irremediable a escala planetaria de todo el izquierdismo, cada dia más en evidencia como una alternativa en pro del capitalismo globalizado.

Si Morales se sirve del “doble discurso”, Iglesias lo hará más todavía, una vez pasada la etapa del parloteo electoralista, pues incluso en ésta, a medida que pasa el tiempo, comienza a emplearlo de manera creciente. Lo hecho por Morales lo repetirá Iglesias, probablemente de forma más frenética, agresiva y acelerada, pues hay muchos indicios de que las elites del poder españolas desean aplicar su despiadado programa de reestructuración social, económica e institucional cuanto antes, con Podemos en el gobierno. Dada la gravedad, extensión y dramatismo de lo que desean y necesitan efectuar, precisan de la izquierda para su ejecución. Con la derecha no podrían realizarlo.

La situación de Europa, sobre todo del sur de Europa, es difícil y en fase de empeoramiento, y el bloque de poder europeo necesita dar un fundamental golpe de timón para imponer el modelo chino de economía (como está haciendo Morales en Bolivia, por cierto), iniciar una fase nueva de acumulación de capital, sobreexplotar a las clases productoras, elevar los impuestos aportados por la gente común a la vez que reducir las prestaciones del Estado de bienestar, recortar la sociedad de consumo para estatuir una sociedad de la pobreza y el trabajo asalariado incesante, etc. Como viene haciendo Morales, Iglesias realizará desde el gobierno justamente lo contrario de lo que ahora con tanta desfachatez promete.

Un barrunto de lo que se propone hacer Podemos es el caudillismo que otorga a su jefe, Iglesias. El caudillaje es una institución militar, belicista, que concentra el poder en un individuo y que sólo tiene sentido cuando quienes la implementan se disponen a efectuar decisivas operaciones ofensivas. Un partido con caudillo equivale a un futuro próximo de tensión, agresividad, violencia, medidas sociales extremas, indiferencia ante el dolor ajeno, terrorismo de Estado… Quienes ahora desde la irresponsabilidad, la puerilidad y la ingenuidad están contribuyendo al nacimiento de ese ente aberrante llamado Podemos tendrán no pasado mucho tiempo motivos sobrados para lamentarlo, e incluso para avergonzarse de sí.

Un partido con un caudillo es una formación militarizada, ¿eso es lo que va a cambiar positivamente la sociedad? Y, ¿qué decir de las y los patéticos seres nada que se someten a la despótica soberanía de un caudillo fabricado televisivamente por la banca, haciendo renuncia y dejación de sí como personas?

Cuando Iglesias se lance a hacer abiertamente la política del capital entonces habrá llegado el momento más favorable para explicar y enraizar la idea, proyecto y programa de revolución total, de la sociedad, el ser humano y el sistema de valores. Sólo una revolución integral puede liquida y extinguir el capitalismo y establecer la liberta para el pueblo, en un orden sin ente estatal.

Morales e Iglesias comparten sobre todo su hostilidad a la revolución. El primero lo ha manifestado de al menos dos modos, dirigiendo el flujo de la acción popular en 2003/2004 hacia una meta integradora y conformista, ganar las elecciones y poner al MAS en el gobierno, y luego reprimiendo y desnaturalizando las acciones populares realmente emancipadoras, sobre todo en 2011. Iglesias abomina de la idea misma de revolución, ya que toda su formulación se dirige a mantener el Estado, servir al capital y fomentar el trabajo asalariado, en suma, salvaguardar y perfeccionar el sistema.

La izquierda, en todos los países, es la fuerza principal de la anti-revolución. Corrompe y soborna a las gentes con limosnas estatales, a lo que califica de realización de “la justicia social”. Presenta el régimen dictatorial parlamentarista como “democracia”, arguyendo que en su seno se puede consumar la emancipación de los dominados. Oculta la existencia del Estado(5), al mismo tiempo que le enaltece en tanto que ejecutante de las libertades y el bienestar de las clases modestas. Envilece el alma popular con las bien conocidas perversiones economicistas, consumistas y monetarias. Niega, en suma, que se necesite un cambio civilizacional que ha de venir de una gran ruptura con la totalidad finita del orden vigente.

La derecha no es ahora la fuerza anti-revolucionaria principal porque tiene escasa audiencia entre las personas y comunidades más inquietas. La izquierda si la tiene, de ahí que sea utilizada por el poder constituido como antídoto contra el atractivo de la revolución. Bolivia estaba en 2003/2004 cerca de una situación revolucionaria, que fue frustrada por el MAS y Morales al reconducir a las masas hacia el parlamentarismo y las urnas. Iglesias hoy, cuando en España no hay nada que se parezca a una situación revolucionaria, trabaja para que eso no suceda jamás, para que el capitalismo sea todavía más poderoso, estable y eficaz, por tanto eterno.

La refutación del obrar de Morales e Iglesias se tiene que hacer desde la voluntad de revolución total o integral, para acumular fuerzas en pos de su realización futura, delimitando campos con el izquierdismo burgués, liberticida, militarista y estatolátrico.

Se establecerán ahora algunos de los fundamentos de la noción de revolución integral: 1) El pueblo, la suma de los sin poder, de los dominados, es el sujeto agente único del bien general, 2) el pueblo, para serlo, ha de existir de forma autónoma, por sí, no como apéndice de las instituciones, 3) si el pueblo se ha degradado a populacho asistido, protegido y manipulado no hay revolución posible, por tanto, revertir el populacho en pueblo es hoy la precondición de la revolución integral, 4) el pueblo existe fuera de las instituciones y en oposición permanente a ellas, 5) no hay soluciones electoralistas ni parlamentaristas, todas ellas forman parte del arsenal político de la anti-revolución y buscan hacer de la gente común un apéndice del ente estatal, 6) las ayudas dinerarias del Estado al pueblo han de ser consideradas como sobornos y corruptelas que dañan la vida política, convivencial y moral de las clases populares, atentando además contra la dignidad, virtud y autorrespeto de la persona, 7) el compromiso con la revolución, en lo más primario, es un acto de la voluntad individual, algo en lo que cada individuo se implica por convicción interior, 8) el pueblo se une y organiza sin ideologías ni teorías, a partir de su propia experiencia compartida, 9) la meta del proyecto de revolución integral es esa precisamente, hacer la revolución, no vivir “mejor” bajo el actual sistema, 10) los bienes inmateriales, desde la libertad a la convivencia, la ética y la magnificación de la persona, son el propósito de la revolución integral, que deja en un lugar secundario las metas económicas, 11) se trata de poner fin al capitalismo, la propiedad privada concentrada y el trabajo asalariado, no de construir un nuevo capitalismo sobre las ruinas del precedente, como han hecho las “revoluciones” del pasado, 12) el pueblo aspira a autogobernarse, no a ser gobernado por el par Estado/gobierno, con la asamblea omnisoberana como elemento constitutivo del nuevo sistema político, 13) el partido político es una organización jerárquica que reproduce y perpetúa lo que el orden actual es, asunto que le descalifica, 14) una revolución ha de crear no sólo un nuevo sistema económico y político sino también, y en un sentido sobre todo, una nueva cultura y unos valores nuevos, una renovada noción de lo humano y del ser humano y una nueva civilización, 15) la acumulación de fuerzas para construir una situación revolucionaria proviene del trabajo en las iniciativas populares autónomas, del desarrollo de los factores de la conciencia y de la autotransformación personal, 16) sin una revolución en los valores y una gran mutación ética no es posible el final del capitalismo, dado que éste es mucho más que economía, 17) la revolución integral ha de resultar de un pacto de muchas fuerzas sociales en torno a un programa mínimo, para establecer una sociedad libre, autogobernada y plural, sin clase empresarial ni ente estatal, 18) en ausencia de revolución interior y autotransformación consciente del individuo en lo espiritual y lo actuante, la revolución social integral no es posible, 19) la revolución integral demanda todo un dilatado periodo histórico para realizarse y no puede ser concebida como realizable en una coyuntura o momento, 20) la revolución integral no es el inicio de una fase paradisiaca de la historia de la humanidad sino el comienzo de un tiempo de esfuerzo, lucha y tensión reduplicadas en pos de la permanente mejora intelectual, convivencial, política y moral de la sociedad y el individuo.

La contradicción entre la estrategia de revolución integral y la izquierda institucional pro-capitalista es antagónica, de tal manera que o una u otra han de prevalecer, sin que haya acuerdo posible. Pero es cierto que existen muchas personas que, por el momento, se sitúan en posiciones intermedias. El tiempo las irá atrayendo al proyecto revolucionario. Mientras, cabe requerirles consecuencia en lo parcial. Si están contra los transgénicos que critiquen a Morales por ello. Si abominan de la energía nuclear que denuncien a la izquierda boliviana por darla respaldo. Si creen que es intolerable la ecocida devastación de la selva amazónica que eleven la voz en su defensa. Si se unen espiritualmente con los pueblos indígenas americanos que pasen a la ofensiva contra uno de sus fundamentales enemigos, Evo Morales. Si abominan del racismo que denuesten el racismo antiblanco de la izquierda boliviana.

La izquierda no puede ser impune contra el pueblo y los pueblos.

Respecto a Iglesias y a su montaje mediático, que hace de Podemos un producto similar a un yogur o una bebida de cola, lo mismo. Si están estupefactos ante el caudillismo fascistoide de este artificial personaje que lo digan. Si creen que es humillante depender de los poderes mediáticos subordinados a la gran banca que saquen ese asunto a debate. Si se sienten anticapitalistas que se pongan a formular un programa para poner fin al capitalismo y no para actualizarlo y reforzarlo, como hace Podemos. Si entienden que el individuo es algo más que un instrumento del “amado líder” Iglesias que salten a la arena para defender la libertad, autonomía y dignidad de la persona frente al nuevo déspota politicista. Si juzgan que no es aceptable tener un doble lenguaje, porque eso es una inmoralidad, que se conviertan en debeladores del novísimo charlatán.

Hay que hacerse responsables, hay que atreverse, hay que arriesgarse. Quien calla otorga dice el refrán, y quienes ahora callan se niegan en tanto que personas y se convierten en cómplices del gran engaño urdido por banqueros, militares y altos funcionarios conocido como Podemos. No cabe esperar. Si la crítica a Morales hubiera empezado en 2004, antes de su acceso al gobierno, y no en 2007/2008, que fue cuando comenzaron las primeras disidencias responsables desde posiciones revolucionarias, se habrían ganado unos años decisivos. Con Iglesias conviene no incurrir en el mismo error.

Desenmascarar y vencer al montaje Podemos es infringir una gran derrota política al capitalismo español. Lograrlo es posible.

Félix Rodrigo Mora

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(1) Una parte de las peores agresiones medioambientales, saqueo de materias primas y ataques institucionales a los pueblos indígenas de Bolivia lo están realizando entidades y empresas brasileñas, unas estatales y otras privadas, dirigidas por los sucesivos gobiernos del Partido de los Trabajadores de Brasil, la formación izquierdista que lleva años desarrollando el capitalismo en ese país.

(2)Para calibrar el grado de inmoralidad de la izquierda pro-capitalista hay que recordar las antaño tan incesantes como estomagantes soflamas de Morales a favor de la Pachamama (madre tierra). Hoy todo eso está olvidado, y ya sólo habla de lo único que verdaderamente le ha preocupado siempre, como buen burgués travestido, el dinero. Para vencer electoralmente y medrar la izquierda está dispuesta a prometer lo que haga falta. Posteriormente dirá Diego donde dijo digo. Ahora en Bolivia sacrifica al medio ambiente y la madre tierra ante el altar del desarrollismo y el progreso.

(3) En las comunidades indígenas Morales está fomentando el desenvolvimiento de una nueva burguesía indígena, opulenta, arrogante y deshumanizada, que exhibe sin pudor sus signos externos de riqueza. Unificada por la ideología del victimismo, el racismo antiblanco y el desarrollismo, escenifica de cuando en cuando parodias de ceremonias supuestamente ancestrales al mismo tiempo que manda a sus hijos a estudiar en EEUU, venera el inglés y desprecia la cultura popular campesina autóctona, que concibe como “atraso” y prácticas “supersticiosas”. Esa nueva burguesía de piel oscura está sobre todo en las empresas estatizadas por Morales, que atentan contra el medio ambiente, llevan adelante el saqueo del gas y dañan a las poblaciones indígenas que desean seguir siendo ellas mismas y continuar viviendo a la manera tradicional. Otra de las agresiones étnicas puesta a punto por Morales es la de otorgar becas a adolescentes de familias indígenas rurales, para que en las universidades sean manipulados, adoctrinados y aculturados, convertidos en ajenos a sí mismos y enemigos de sus propios pueblos. La cultura de los indígenas, que es de base oral, no cabe en la universidad, una sección del aparato del Estado neo-colonial. Su lugar es la vida, la aldea, la calle, no las aulas manejadas por pedantes, funcionarios y arribistas. La existencia de una elite indígena no es, con todo, un fenómeno nuevo, pues el sistema colonial se basó en la cooperación de aquélla con los poderes imperiales. Por eso el colonialismo no puede ser concebido en términos racistas. La izquierda, cuya concepción básica es racista, lo hace a costa de la verdad histórica.

(4) Desde que Morales está en la presidencia del gobierno, Bolivia ha ido incrementado las importaciones de alimentos básicos, con reducción del porcentaje de autoabastecimiento. Esto es lo propio de economías lanzadas a realizar una sobre-acumulación de capital lo más rápida posible, que concentran los recursos productivos disponibles en las ramas donde la cuota de ganancia es mayor, dejando abandonados los sectores menos rentables pero más necesarios, como la producción de medios básicos de vida. Así actuó la extinta Unión Soviética, luego hizo lo mismo Cuba “socialista”, después Venezuela con el chavismo y ahora lo está llevando a efecto Bolivia con Morales. Tal es expresión de que la izquierda “combate” el capitalismo para establecer un hiper-capitalismo en el que las necesidades básicas de las gentes más modestas no tiene cabida, en particular si la pequeña producción familiar y vecinal es socavada y condenada a la extinción por los tecnócratas y mega-desarrollistas de la izquierda.

(5) La izquierda española mantiene una posición respecto al Estado que linda con lo patológico. O se niegan a admitir de facto su existencia, a pesar de que en España aquél se apropia de casi el 50% del PIB, o bien lo describe como fundamental instancia salvífica y redentora. Todo ello sin argumentos, en la penumbra de las insinuaciones y las medias palabras, para no poner en evidencia lo irracional y reaccionario de sus formulaciones. Un trabajo que aporta la información básica sobre el artefacto estatal en tanto que estructura de dominación es “Diagrama sobre el Estado español”, Equipo de Análisis del Estado. También mi libro “La democracia y el triunfo del Estado”.



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