Revista Arquitectura

Viernes confinado

Por Jgorostiza
Hoy es Viernes Santo, el día en que la Iglesia católica conmemora la crucifixión de Jesucristo, hoy es día de fiesta en mi país y una de las jornadas principales de la denominada Semana Santa. Recuerdo que a finales de los años cincuenta cuando era niño, para mí lo más importante de esta semana era que teníamos una semana de vacaciones, mientras que el resto de los trabajos solo se interrumpían el jueves por la tarde y durante todo el viernes, entonces también se trabajaba los sábados por la mañana y por la tarde. Vivía en una ciudad donde en aquellos años las funciones de teatro y circenses eran esporádicas, por lo que el cine era el único espectáculo estable al que se podía acudir, el problema de la Semana Santa era que las autoridades solo permitían películas religiosas o infantiles, y en esta última categoría la mayoría eran de Disney, recuerdo reposiciones de Quo Vadis y los estrenos de La historia más grande jamás contadadonde vi por primera vez a Max von Sydow y Un hombre para la eternidad. El viernes no había funciones, los cines se cerraban hasta el sábado, llamado de Gloria o Santo, día en que en el resto de España se hacían los estrenos cinematográficos, en Canarias era imposible, porque entonces se tiraban pocas copias y las películas que se estrenaban en la Península llegaban a estas islas meses después y con frecuencia muy estropeadas. Estas obligaciones, impuestas por el franquismo en connivencia con la Iglesia, se fueron suavizando, pero aún a mediados de los setenta, las discotecas se cerraban los viernes santos y se abrían a partir de las doce de la noche, cuando ya era Sábado de Gloria; no lo recuerdo bien, pero creo que a finales de los cincuenta los viernes también se cerraban todos los bares y restaurantes. La primera pantalla que entró en las casas, la de la televisión, todavía no existía y solo había libros, un tocadiscos y la radio, pero en Semana Santa solo estaba permitido emitir lo que se denominaba música clásica, supongo que para acentuar el dolor que obligatoriamente debíamos sentir todos los españoles por la muerte de Jesucristo, aunque se repitiese cada año, porque todos también de forma obligatoria éramos católicos apostólicos y romanos. Todavía queda una reminiscencia de aquella época y siguen sin publicarse muchos periódicos el sábado para evitar que sus empleados trabajen el Viernes Santo.  Esta batallita de abuelo Cebolleta la cuento sin un ápice de nostalgia, no quisiera volver a aquella época nefasta, y surge por el momento en que vivimos. En España estamos en la cuarta semana de confinamiento en nuestras casas, como me ha escrito David Rivera: «es una situación muy extraña, pero después de haber visto tanto cine ya no nos resulta tan rara. Ya estaba tardando, en realidad....». Sin embargo, si se compara con las restricciones antes mencionadas, las circunstancias han cambiado radicalmente y gracias a algo tan común como las pantallas, hoy en día en la mayoría de las viviendas hay varias: televisión, ordenador de sobremesa, portátil y/o tablet, así como un teléfono móvil por persona. Pantallas que sirven para acceder a las imágenes y sonidos de noticias, a veces en directo, ficciones, juegos y a personas allegadas, o no, que se conectan a través de los teléfonos. Este acceso completamente inusitado hace sesenta años, permite comunicarse y, sobre todo, acceder a muchos tipos de entretenimiento que sirven tanto para divertirse, como para aprender. Evidentemente este no es un buen momento, pero hay que pensar que siempre puede haber otro mucho peor.

Viernes confinado

Gran idea, las películas son muchos mejores en la gran pantalla.
Chiste de Pat Byrnes, publicado en la revista Wired el 21 de enero de 2020


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