Revista Cultura y Ocio

Vii

Por Natali Yager

Ponte las pilas cuando lo consideres necesario, baby luv”

Porque antes, antes del cuerpo físico están todos los otros cuerpos. Nos enfermamos ¿por qué? Porque antes de que se nos cierre el pecho, o tengamos una arritmia en el corazón, o problema en el hígado o en los riñones, siempre antes se enfermaron muchas otras cosas, con ellas la percepción, de todo.

Hay que darle bola, hay que estar atentos, hay que saber escuchar primero a esos cuerpos, porque son los primeros y es donde está la mayor cercanía a lo que somos. Cuando supera todas las capas, cuando logró llegar al oído más vago, ahi ya nos mareamos en el intento por entender sin entender, sin conocernos. Porque antes de que te fumes diez cigarrillos todos los días, algo te pasó.

¿Dónde tengo que buscar? ¿A QUIÉN LE PREGUNTO donde tengo que buscar? En mis todas yo-fui. En las todas edades de esto que me ha sucedido cargar, caminar con todo se me hace duro; tal vez por eso, porque nadie me quiso escuchar es que creo conveniente o será mi falso equilibrio, intentar decir todo lo que este ser que llevo vivió, y vive aún hoy incluso ahora mientras digo, mientras escribo.

Tal vez por eso, porque nadie me quiso escuchar, o sucedió que nadie estuviera ahí para saberme yo, (cosa importante el ego adelante) con algún testigo.

Cadáveres atroces de grillos voladores me sabotean la mente durante las noches, cantan y gritan, y pedalean en sus falsos testimonios de ser cantores. Te atrapan y no te sueltan de sus nidos que apenas te dejan existir siempre que los dejes quebrar la conciencia de la que tanto te enorgullece alabar, y entonces todo el tiempo comprender todos los mecanismos que te permiten ser en el actuar de esta manera y no de esta otra, y en el hablar y en el reír frente a un quién, esa necesidad nata de un observador, papel que de antemano la figura materna no cumplió.

El abrazo que sí, sigo esperando.

Y las risas compartidas, carcajadas, cosas en las que pensaba cuando te miraba y esperaba que me invitaras a tomarme un té con vos, y te dabas vuelta y me mirabas con cara de asco, me mirabas, y veías a un ser desastre, un ser la cosa de la que nunca te enorgullecerías, y entonces ¿y vos? ¿no tenés nada para hacer? ¿ya limpiaste todas tus cosas, te fijaste los libros viejos, que vas a hacer con eso? Porque esta tarde sino yo tiro todo a la basura y …

Y ahí se cerró un punto, que más tarde se traduciría en el pecho. De ahí entonces un poco menos de aire en las fosas nasales, por ende un esfuerzo extra, y la frente es afectada y después continuamente los dolores de cabeza “que seguro son ñañas, para llamar la atención” y no, nunca un te quiero tanto hija, te quiero tanto hermosa” ¿como nunca se le escapó algo así para que yo me lo creyera y ahora no tenga que estarme todos los días con un extra full time de esta inútil manipulación de mi ser… todo llega con retardo.

Si me creaste un ídolo de vos, entonces ahora sostenete como ídolo.

¿Por qué fue tan mala conmigo? ¿Por qué me dejó llorando sola en la cucheta de abajo y nunca vino a escuchar mi versión?, -“si ya te conozco mascarita” y yo – no, no me conoce.

¿Y hasta cuándo duraría la espera del abrazo-mentira? La falta es real, es un hecho concreto, y ahora… ¿qué hacemos con la falta? ¿ cómo hacemos para que esta falta que existe se convierta en un haber que no tenemos?

Que mierda! Haberme creído que eras mi ídolo. Haber aceptado la consigna de que siempre eras el ser importante, el poseedor de la varita de justicia, haberme creído todo el cuento… y todavía hoy sufrir por eso. Financié mi dolor para no morir de angustia. (y ahora vive angustiado).

Navegar en los remolinos del profundo océano, y estar ahí para presenciarlo. Y las maravillas en las que creía se las comieron los grillos y los demás bichos. Se quedó pensando que hacer ahora con esta persona irresponsable de llevar tantos años, una niña adulta que no se dio cuenta del crecimiento y las vueltas del reloj. Me he quedado varada en el instante que no concluyó… mi madre me dijo “hasta que no tengas suficientes agallas para limpiarte bien el culo no salís”, y desde entonces sigo buscando las agallas para poder salir. Desde entonces que no cumplo más que trece años, y de repente un día, hoy, alguien viene y destraba la trampa y si, puedo salir, pero ¿y dónde? ¿Dónde quedo mi libertad adolescente? Yo me la perdí intentando cumplir un castigo sin pruebas, un castigo que no debía ser para mí.

Y afuera es carnaval y siguen bailando las comparsas y batucadas al pim pun pam!


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