Revista En Femenino

Visita a la comisaría

Por Expatxcojones

Visita a la comisaría

Mi edificio expatriadaxcojones.blogspot.com


Llegamos a la comisaría a primera hora de la mañana. Nos han citado con uno de los inspectores para tratar el tema de nuestra vecina. Ella nos ha denunciado por ruido y ahora nosotros tenemos que declarar.
Aparcamos en la misma puerta. Entramos. En la sala principal hay bastante gente. Apelotonada. No sé exactamente qué hacen. ¿Esperan para hablar con alguien? ¿Vienen por decisión propia? ¿Los han citado igual que a nosotros? Intento ver si hay algún mostrador de información o máquina para sacar número. No veo nada. Solo un gran retrato del rey presidiendo la sala.
El Kalvo habla con uno de los agentes. Le explica porqué estamos aquí. El poli lo escucha y se levanta para ir a hablar con su superior. Enseguida nos hace pasar a su despacho.
   —Os estaba esperando. Bienvenidos.   —Gracias.   —¿De dónde sois?   —De Barcelona.   —Yo soy del Barça. El mejor equipo del mundo.   —…   —Sentaros, por favor.
El lugar no tiene desperdicio. Parece la oficina de Torrente. Las paredes están llenas de humedades, la pintura desconchada y hay restos de suciedad cuya precedencia me cuesta identificar. Del techo cuelga una bombilla solitaria y llena de polvo. No hay demasiados muebles. Una mesa ocupa el espacio central. De un lado, pegada a la pared, una silla, del otro, un par más. Todas distintas y echas polvo. Me siento y mentalmente cruzo los dedos para que no se rompan. No sería la primera vez que nos pasa. El Kalvo ya ha roto unas cuantas.
El inspector está al tanto de nuestro problema. El abogado se lo ha contado todo. El propietario del piso, también. Lo primero que hace es tranquilizarnos.
   —No os preocupéis. Esto es sólo rutina.   —Ya pero es que todo lo que dice es mentira…   —Según tengo entendido se queja del ruido. En este papel dice que no paráis en toda la noche…   —Peo es que no es verdad…   —Tranquilos. A veces la gente mayor pierde un poco la cabeza.   —¿Qué podemos hacer?   —Nada. Ni caso. Ahora vosotros prestáis declaración y ya veréis como no pasa nada. —…—A ver, empecemos…
El inspector enciende el ordenador. Es de la década pasada y tiene nombres pintados con Tipp-ex. Quizás lo han reciclado de una escuela; Pienso para mis adentros. El poli empieza con sus preguntas. Mientras respondo no doy crédito a lo que veo. El tipo escribe utilizando un solo dedo. Tarda una eternidad en completar todas las frases. A este paso no salimos de aquí ni mañana.
   —La denuncia dice que utilizáis el fax de noche.   —No tenemos fax.    —Pone que usted va en tacones a todas horas.   —No es verdad.   —¿Y lo de la cocina?   —No cocino ni de día ¿cómo lo voy a hacer de noche?   —¿Y el niño?   —¿El niño qué?   —Su vecina se queja de que va en bicicleta a altas horas de la madrugada.   —Es mentira. El niño se acuesta a las ocho y media. Las nueve como mucho.
Esta es una conversación de besugos. Pero hay que tomárselo en serio. Una denuncia es una denuncia. Aquí y en Pernambuco. Nosotros todavía estamos tramitando la residencia. Lo último que necesitamos es tener problemas con la justicia.
Respondemos dócilmente a todas las preguntas y acusaciones. A cuál más absurda. Y cuando, por fin, estamos a punto de terminar… el inspector toca una tecla que no debería haber tocado y adiós al documento. El muy lince lo ha borrado entero. Tenemos que volver a empezar desde el principio. Si no lo veo no lo creo. El Kalvo llama a su oficina. No podrá ir hasta esta tarde porque la mañana ya la damos por perdida.
Después de lo que me parece una eternidad el inspector finaliza la tarea. Imprime el documento. Nos lo da para qué lo firmemos.
   —P-p-pero… no entiendo nada. Está escrito en árabe.   —Pone todo lo que me habéis contado.   —…   —¿No os fiáis de la policía?
La verdad es que no pero tampoco es plan de decírselo. Así a la cara. A ver si se enfada y vamos a tener problemas de verdad.
   —Claro. Claro.    —Pues venga. Una firmita y ya hemos terminado.
Aunque no muy convencida, cojo el bolígrafo que me tiende, y estampo mi firma en el papel. No tengo ni puñetera idea de lo que pone. ¿Quizás me estoy auto inculpando de un asesinato? ¿un robo? ¿contrabando? Mejor no pensarlo. No creo en Dios. En ningún Dios. Pero salgo de la comisaría y rezo para que todo salga bien.

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Dossiers Paperblog